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Monago, el rey desnudo. Por Pepe López

19-11-2014

Al barón rojo del PP se le están cayendo los ropajes a cachos y cada vez se va pareciendo más al triste protagonista de aquel cuento de El Rey desnudo, aquel relato en el que todos los vasallos y toda la corte le hacían creer a su soberano que iba vestido con las mejores galas hasta que un niño dijo lo que todos veían y no decían. ¡Anda pero si ese hombre va desnudo!

Lo confieso. Le ves tan desvalido, tan desnudo de verdad, que te acaba dando pena. Se ha convertido en un fantasma y en un espectro político que vaga por ahí intentando explicar sus viajes a Canarias a costa del Senado. Un orador al que ya nadie –ni siquiera los suyos- cree, pero al que nadie de los que tiene cerca se atreven a decirle lo que sus ojos ven.

Así, conforme pasan las horas y los días recuerda cada vez más a aquel otro barón rampante de la Comunidad Valenciana que acabó creyéndose sus propias mentiras. Otro rey desnudo que pensaba estar llamado a empresas históricas y que acabó siendo una (mala) nota a pie de página en la historia de la felonía y la corrupción. Ya saben, aquel personaje estrafalario donde los haya que aseguraba que los trajes se los pagaba él (lo dijo, molesto por la pregunta, en un foro del ABC); que cuando le atacaban a él decía atacaban a toda su comunidad (esto lo decía en muchas ocasiones, siempre que veía un micrófono cerca); y al que un presidente de Gobierno aseguró apoyarle tanto tanto que lo quería siempre junto él (esto fue en acto electoral en una plaza de toros).

No hay que decir cómo acabó aquella historia. Monago, el presidente de Extremadura, está siguiendo paso a paso sus mismas pisadas, sus mismas huellas. Seguramente porque ya nadie le quiere ni en su propia casa. Va desnudo pero no lo sabe. Hace falta un niño porque aquí nadie se atreve a hacerle ver que los cuentos son muchas veces la mejor forma de explicar la pesadilla de realidad que vivimos. También la de Monago. En twitter @plopez58