LAS VERDADES DEL BARQUERO

DESDE MI ASELADERO  por El Cojense

 MARTES 18-11-2014

             Ustedes perdonen por autocopiarme, pero no he encontrado mejor forma de titular estos renglones que con las tres primeras palabras con las que empezaba a reflexionar no hace mucho en esta revista bajo el título El Gallinero Nacional, y es que, aunque todavía sigo en este palo cada vez más sucio, me dan ganas de desperezarme, ahuecar el plumaje, echar un vuelo corto (que no nací águila, y la gallina vuela poco), aterrizar al otro lado de la frontera y cambiarme a otro gallinero donde sufra menos sobresaltos, que en este no hay tregua. Y es que ya no canta el gallo principal, y si canta, maldito el caso que se le hace, que los de los corralitos autonómicos van a la suya, especialmente el noresteño, que desde que Aznar empezó a parlar como ellos en la intimidad, seguido de Zapatero, que no tenía claro el concepto de nación -Señor, ¡qué cruz!- y les prometió lo que les prometió aprobar en Madrid, y ahora Rajoy haciendo de gallego en el buen sentido -que no diré el malo- de la palabra, todo esto, resumiendo, me recuerda algo al de Morón de la Frontera por la falta de plumas, el cacareo, y por carencia de otras cosas sin esquinas -ponga usted el nombre si quiere, que yo, aunque lo pienso, lo dejo así por las buenas maneras y por la censura-, y por que…

            ¡Ya basta! En el párrafo anterior veo que he metido una docena mal contada de veces el pronombre relativo que, y esta mala forma de escribir la suelo practicar cuando me cabreo hasta rozar el dequeísmo. Por menos, por mucho menos de lo que el señor Más está incordiando, hay algún alcalde, el de Jerez por ejemlo, en la cárcel. Las leyes del gallinero nacional (alguien lo ha dicho ahorrándome el trabajo de decirlo) parece que están hechas para los robagallinas, severidad que tiene su lógica hablando de gallineros, pues cuando el que se sale de la línea del posadero es quien dice ser víctima de la opresión española, -diciendo encima que le roban-, alardea de dar esquinazo a la ley que juró o prometió defender y acatar, y ahora comete perjurio, y nadie le da un plumazo quitándole la licencia de apertura del chiringuito que regenta por incumplimiento contumaz de las condiciones pactadas cuando se la dieron, es por que falta lo que usted sabe y yo he pensado. Bien es verdad que la ley de leyes del 78 tiene agujeros como melones, entre ellos el compaginar en un pegote la indisolubilidad de la NACIÓN, con mayúsculas, con otras nacionalidades y regiones dentro del territorio patrio. Digamos que lo de la región ya existía -los valencianos cantamos desde hace mucho “los triunfos de la Región” con música del maestro Serrano-, pero hablar de nacionalidades catalanas, extremeñas, murcianas y demás chiringuitos son otros cantares. Y ya que nombramos a los murcianos, éstos al menos tuvieron reino propio cuatro siglos antes de que a Jaime I de Aragón se le ocurriera venir por estas tierras, pero las huestes que dice tener detrás el señor Más, mal que le pese, y lo digo sin acritud para el resto de catalanes, siempre formaron parte, sin identidad propia, de otros reinos, y quien no se lo crea que eche un vistazo a la colección de títulos que el rey aragonés presentó en el tratado de Almizrra, la actual Campo de Mirra, o sea: rey de Aragón, de Valencia y de Mallorca, conde de Barcelona y señor de Seo de Urgel y de Montpelier, donde nació; díganme dónde aparece la singularidad catalana.

            Pero volviendo al hilo de lo que decía, aquí y ahora, al delincuente de peso pesado se le abanica con blandas plumas de avestruz, y al desgraciado peso pluma, con cárcel. Se ha reído el señor Más en las barbas de a quienes debía obediencia, y a través de ellos, del conjunto de todos los españoles, y ahora andan jueces y fiscales discutiendo dónde poner la cataplasma para no ofender al ofensor. Parece increíble la falta de visión del mecanismo mental del separatismo durante tantos años para no darse cuenta de que es un saco sin fondo. O peor: sí se han dado cuenta, pero el temor a perder votos -la primera moneda que busca el político- les ha impedido subirse los pantalones a tiempo. Y así estamos. Y no sigo escribiendo por que me cabreo más a medida que lo hago.