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Puede que solo sea una casualidad. Puede. Puede que solo sea una apreciación personal sin fundamento alguno. Puede. O puede que no. Pero es curioso, extraño y preocupante que tres mujeres relevantes -Ada Colau, Itziar González y Ana Garrido- que se han atrevido a alzar la voz contra la corrupción y elstatus quo de determinados grupos empresariales y políticos de este país se les haya, se les esté, intentando destruir personalmente e intentando cortar las alas con métodos más propios de la mafia siciliana que de un país que se dice democrático. Y no parece que haya pasado nada. O, bueno, sí. Que las víctimas son las que, otra vez, tienen que dar explicaciones.

Esta coincidencia en el relato, mujer-denuncia-criminalización, nos hace preguntarnos si no estaremos ante una mezcla explosiva demachismo y mafia contra quienes se atreven a denunciar la corrupción con unas métodos muy específicos porque, además, son mujeres.

Los relatos en la Ser del domingo último de la portavoz de la PAH, Ada Colau, de la funcionaria de Juventud del Ayuntamiento de Boadilla del Monte, Ana Garrido,  y de  la de la exedil de Barcelona en Ciutat Vella, Itziar González Virós, son sobrecogedores. En todos ellos hay un nexo común: son mujeres y se enfrentan, con sus denuncias, de una u otra forma a poderes e intereses muy poderosos  en un terreno en el que muchos otros han preferido mirar para otro lado, bien sean los bancos que desahucian, los políticos de la red Gürtel a los que se negaron a seguir el juego o los grupos financieros que controlaban determinados oscuros intereses turísticos y financieros en un barrio de Barcelona.

Su relato –el de las tres mujeres- es escalofriante y nos hace preguntarnos si las amenazas por ellas sufridas lo son por la entidad y contundencia de sus denuncian y/o su posicionamiento personal de integridad moral y ética, o por ser, además, mujeres. ¿Se habrían atrevido igual con hombres? Puede que sí. O no. No sé ¿Es más fácil perseguir a Ada Colau y denigrarla como lo hace estos díaslos voceros de TeaParty mediático que hacerlo con un hombre? ¿Es más fácil allanar el domicilio privado de una edil de Barcelona que se enfrenta a oscuros intereses por ser mujer? ¿Y qué decir de Ana Garrido? Una vida destrozada por cumplir con su obligación y negarse a cumplir órdenes claramente corruptas.

Mientras reflexionaba sobre esto, me entero del despido de Esther L Palomera en el diario que dirige Francisco Marhuenda, La Razón, por haber sido un verso suelto y negarse a seguir en sus intervenciones en medios de radio y televisión la línea editorial de su periódico. Me pregunto: ¿Ha sido despedida Palomera por ser mujer?¿Se habrían atrevido con un varón? Es posible que sí. O no. Quién sabe.

Pero así, todos los casos juntitos, uno al lado de otro, da que pensar si no serán estas tres historias más que meras casualidades. A mí, al menos, me lo parece. Huele a mafia y a machismo contra tres (o cuatro) mujeres valientes.