LAS VERDADES DEL BARQUERO

Y EL TONTO, DE SU TRABAJO

(Reflexión humorística sin deseo de fastidiar)

 por El Cojense

El título de esta reflexión es la parte final de un refrán que, completo, dice: “El listo vive del tonto, y el tonto, de su trabajo”. No quiero decir con esto que quien es engañado sea precisamente tonto, pues la mayoría de veces se trata de simple falta de información, y otras de preparación intelectual adecuada para discernir entre la verdad y la publicidad engañosa, que, dicho sea de paso, abunda más de lo que debiera.

Viene esto a cuento de ciertas cuñas publicitarias radiofónicas, algunas muy persistentes y llamativas, entre las que destacan remedios contra la cal del agua del grifo, el ahorro de combustible en los coches, revitalizantes casi milagrosos y pulseras no menos prodigiosas. La lista se podría alargar con adelgazantes, crecepelos, antiarrugas y hasta champúes con vitaminas para revitalizar el cabello, materia que como uñas, lana, plumas y todo lo que está compuesto de queratina está tan perfectamente muerto que ni piensa resucitar ni precisa de vitaminas para hacerlo, pero no quiero hacerme pesado. Sigamos.

Empezamos por el sistema antical a base de colocar imanes alrededor de la tubería de entrada, junto al contador de agua. La publicidad viene aliñada con una falsa explicación científica que no aguanta el más mínimo análisis, y menos mal que es falsa, pues si fuera cierta y el agua conservara las propiedades magnéticas que tratan de demostrar, ésta perdería su capacidad osmótica, las membranas de las células de nuestro organismo no podrían hacer los necesarios intercambios acuosos y moriríamos como chinches. Pero no se contentan con la explicación seudo científica: Afirman que la piel te pica una barbaridad después de la ducha, que te gastas un pastón en fontaneros para desatascar tuberías, y que los electrodomésticos se te hacen polvo, aunque yo, que debo ser un caso raro, pues vivo en una ciudad donde el agua está cargadísima de cal y otros minerales, llevo cuarenta años esperando que las tuberías se me atasquen y veinticinco a que lo haga la lavadora, que es antigua y quiero comprarme otra moderna en cuanto la cal me la estropee. Bueno, pues todo esto se evita instalando imanes, y hasta por el precio de poco menos de cien euros que cuesta uno te dan dos, más dos regalos aparte, uno para enchufar y que te alivia la factura de la luz contra la opinión del ministro de industria que se empeñó en regalar bombillas de bajo consumo en vez de aconsejar el aparatito, y otro que si lo enchufas te libra de cucarachas, ratones y otros bichos pululantes caseros (de la suegra no dice nada). Pero no acaban aquí las virtudes magnéticas: Especialmente los sábados y domingos por las mañanas aparece un tal Ramiro (yo le llamo“El Terrible”), que como una especie de heraldo de santa Rita la de los imposibles te entretiene largo y tendido con estas y otras cosas, pues con otro juego de imanes puestos en la tubería entre la bomba de gasoil o de gasolina y el motor te ahorras entre un veinte y un treinta por ciento o más en el consumo del coche, o sea, que los imanes valen lo mismo para un roto que para un descosido. Esto me lleva a dos conclusiones opuestas. La primera: Que las corporaciones municipales no quieren librarnos de la cal en los grifos instalando unos buenos imanes a la entrada del agua en la red, y de paso evitar averías por calcificación en las tuberías generales propias, y que los fabricantes de coches y el propio gobierno no están por la labor de ahorrarnos un montón de energía y gasto de dinero en petróleo, con lo fácil que sería instalar los imanes en origen como un accesorio más del coche. Y la segunda: Que las autoridades y los fabricantes de coches están mejor informados y pasan de chorradas publicitarias.

Continuamos ahora con las pastillas y ampollas revitalizantes. Según los laboratorios que las fabrican, usted se toma una de ellas y se embucha en el cuerpo el equivalente a los beneficios de cuarenta y cinco kilos de uva. ¡Qué barbaridad! Nadie niega, al contrario, que los polifenoles de la uva, y que luego pasan al vino, son beneficiosos para la salud, como lo son los demás fenoles que dan ese color tan bonito a las fresas, cerezas, melocotones, tomates y demás delicias, y así, precisamente de modo natural, en pequeñas dosis y en vivo es como los utiliza bien nuestro organismo, y no a lo bruto. Y si no le gusta esta pastilla o ampolla se toma usted otra que, según afirma el famosillo que las anuncia, si estás decaído y con las pilas gastadas te pone como un choto, aunque el pobre dice que no sabe si será por la jalea real, que por cierto es buenísima para las abejas, el ginseng, muy acreditado entre los chinos, o lo que sea, pero el caso es que le funciona, y termina dándonos su palabra de honor, algo cuya validez debe impresionar a cualquier bromatólogo que le escuche.

Y acabamos -ya era hora- con los adivinos, sabios y brujos nigromantes del África negra (¿qué tendrá que ver la melanina con la brujería?), gente de euros tomar, -digo timar: recuerden el reciente caso del gallego al que sacaron 16.000 por lograr el amor de una gallega con el resultado que ya conocen- los cuales me ponen casi a diario un papelito en las escobillas del coche para resolverme problemas casi inimaginables. Uno de ellos, muy gracioso, se anuncia como vidente de nacimiento, lo que me recuerda los conocidos cómics sobre la mili con el “nasío pa matá” asociándolo al “nasío pa ve”, pues al parecer ya veía desde el canal del parto a los tontos que en el futuro iba a desplumar

Y como no quiero aburrirles con más tonterías, acabo, no sin antes pedir perdón por si algún desinformado ha picado en alguno de estos artículos, y por sacarle de su error siente disminuida su autoestima. A los tontos de verdad, que son de otra pasta, no les pido nada, sería perder el tiempo. Una vez intenté disuadir a uno en otra materia, del cual se pitorreaban sus amiguetes en cuanto volvía la espalda, pero dejó de saludarme y hasta me tomó ojeriza. Se ve que los hay que gozan con su tontuna.