logo

 

Dos objetivos. Dos escraches. Dos “señalamientos”, de la familia de esos que la Justicia acaba de decir que son legales y que a algunos le ha sentado como a cuerno quemado. De la Casa de las Brujas de Alicante (¿será el nombre explicación de lo que habita en su interior?) a la sucursal, acera arriba, que tiene Catalunya Caixa en Alicante. Y, además, con el sabor de que mereció la pena.

Dos objetivos, sí, pero un mismo propósito: hacer que se cumpla elartículo 47 de la Constitución, ese que dice que todos españoles por el solo hecho de serlo tienen derecho a una vivienda digna. Aunque, a lo visto y oído, parece claro que ser español cotiza hoy muy por debajo del mínimo exigido. Más o menos, como la Constitución. Como el 47.

Primera parada. Primer objetivo. Fachada de la sede del Consell en Alicante. Casa de la Brujas. Gritos y consignas para calentar, para que los que mandan dentro de la casa y por extensión en las instituciones de la Comunidad Valenciana (“también en el Ayuntamiento”, recordó alguien) dejen de permitir que sigan habiendo casas de propiedad pública cerradas a cal y canto mientras que la gente, ciudadanos, familias… son condenados a vivir en la calle. “Porque primero los echaron de su trabajo y luego de sus casas”, casi siempre en ese orden. Una historia mil veces escrita. Mil veces repetida. Será cuestión de dar ejemplo. Y eso hacen el centenar allí reunidos. Ruido y ejemplo, aunque ahora no en este orden.

En la segunda, Catalunya Caixa, hablamos de un escrache estratégico. Y largo. Más de dos horas gritando, empapelando su fachada. ¡Estas es la cueva de Ali Babá! El centenar de miembros de las PAHs de la provincia de Alicante trasladaron su chiringuito a las puertas del banco nacionalizado con el dinero de los ciudadanos. Cuando ellos llegaron la Policía, apostada en las puertas de la entidad, esperaba impedirles su acceso, pero resulta que una comisión se les había adelantado y ya estaba dentro. Cuestión de táctica y de estrategia. O cuando el ratón da esquinazo al gato y se escabulle por la ratonera de la supervivencia. De todo se aprende.

 ¿Objetivo? El mismo de antes. Obligar a estebanco malo, a esta otra casa de brujas, porque brujos debieron ser quienes la gobernaron si han tenido que pedir el auxilio por miles de millones, a que escuchen. Y, sobre todo, a decirles lo “malos que son” para “hacer lo que hacen con la gentes, con sus clientes”.

 Tratar de que negocien la dación en pago era el objetivo. ¡Vaya crimen! “Toma, quédate con la casa, que no puedo pagarla, y yo me voy a la calle”. Trato imposible para el banco, para la ley. Estas son sus armas. “Todos sabemos que la gente quiere pagar, que lo último es dejar su casa, pero si los han echado de su trabajo, qué más pueden hacer”, clama una de los voces de la orquesta que se va pasando el altavoz para amenizar la larga espera.  

Quizás porque hacía calor, bastante calor, en esta mañana de jueves en Alicante, ese calorcito que tanto gustan quienes visitan la ciudad, esos que ayer pasaban por el lado, se paraban un poco y hasta preguntaban en ingles: ¿What is it? (¿Qué es esto?). Esto, en castellano, es pedir “lo nuestro, lo que nos han robado”, parecía oírse en el ambiente dulzón de una mañana de escraches.

Eso, el calor, seguramente hizo que la reivindicación fuese en parte festiva, hasta el punto que algunos se atrevieron a cantar a capella letras sobre desahucios. Hasta alguna de las agentes, de las que estaban apostadas a la puerta de esta otra casa de las brujas, ya saben el banco malo, no pudo reprimir una breve sonrisita. Quizás era la letra del improvisado rapsoda lo que le hacía gracia, quizás el acento; o quizás estuviese pensado que, al fin y al cabo, la gente que había allí, enfrente, al lado o junto a ella, aquella gente era como ella misma.

“Aquí hay mucha clase media, gente que lo ha perdido todo”, decía al periodista un dirigente local del IU. Pues eso. Ciudadanos, españoles, trabajadores, gente que solo piden –pedían- que se cumpla la Constitució, ese artículo 47, ese que dice aquello de la vivienda digna.

Y para los muchos que dicen que la protesta no sirve, que Gamonal fue un espejismo, que siempre hacen lo que quieren, una pequeña victoria, el mensaje que uno de los organizadores de los escraces hacía llegar al periodista vía whatsapp a última hora de la mañana. “Todo ha ido bien. Además de fijar una fecha para desatascar casos enquistados (el martes que viene) se ha cerrado una dación e pago de una familia afectada con un miembro muy enfermo. Un resultado directo y tangible de la acción”. Y, curiosamente, todo sin violencia, con mucha Policía, pero haciendo ver que, aunque cueste, a veces #SiSePuede. En twitter @plopez58