“EN CORTO Y POR DERECHO: EL ANSIA DE PODER”

Rafael Moñino Pérez

VIERNES 16-02-2023

En la literatura española de principios del siglo XX hay una destacada referencia al ansia de poder a cargo de un personaje, el Rubio, de la obra teatral La Malquerida, escrita por D. Jacinto Benavente. El propio Rubio define su pasión bajo expresiones como el deseo de tener “mucho mando”. No era él quien, en su entorno, detentaba el poder, del que solo tenía migajas, sino su amo, a cuyas órdenes actuaba como sicario asesinando a los que pretendían la mano de su hijastra Acacia, dando así argumento a la coplilla popular “El que quiere a la del Soto, tiene pena de la vida; por quererla quien la quiere, la llaman La Malquerida”.

Pero esto del ansia de poder es tan viejo como el mundo. La historia de la humanidad, tanto antigua como contemporánea, está plagada de casos. Tácito, historiador y político romano del siglo I d. C., ya dijo lo siguiente: “Para los que ambicionan el poder no existe una vía media entre la cumbre y el precipicio”. La ambición de poder siempre desemboca, si los sujetos que la padecen cuentan con recursos suficientes para lograrlo, en dictaduras de cualquier signo. Estos recursos pueden tener su origen en revoluciones, guerras, golpes de estado,… y también en la paciente y progresiva desmembración y colonización de las instituciones públicas para ponerlas al propio servicio. En casos extremos, el ansia de poder puede degenerar en graves casos de sicopatía; y para el sicópata, por serlo, no hay límites: llegaría a vender, si preciso fuera, a su propia madre para conseguirlo y conservarlo.

Una vez logrado el poder, si las dictaduras –o autocracias (cuestión de nombres)- son de las llamadas “de derechas”, se puede esperar que éstas acaben paralelamente con la desaparición personal de sus dictadores. Pero si son “de izquierdas”, la historia contemporánea nos dice que van para largo, como muestran, por ejemplo, los casos de Rusia, China, Corea del Norte, Cuba, Venezuela y Nicaragua. Y si además, por desgracia, son teocráticas, huelga seguir hablando: pierdan toda esperanza quienes estén bajo su yugo.