RELACIÓN DE MOLIENDA EN UNA PARED DEL MOLINO DE COX
Rafael Moñino Pérez

JUEVES 15-12-2022

En el muro de la jamba izquierda, pasado el umbral de la puerta del molino de viento de Cox, estaba la inscripción que ilustra la fotografía adjunta. Dicha inscripción fue destruida por el picado y posterior enlucido de la pared durante la restauración del molino llevada a cabo en 2006. El cartel, de firme trazo en números y letras, en mayúsculas y buena caligrafía, estaba hecho con lápiz grueso de carbón y enmarcado de forma oval con línea más gruesa y sin cerrar por la base. En él se puede leer, literalmente, lo siguiente:

AÑO BUENO

1780

TIO PACO 1833 KILOS

BONIATO 960 KILOS

PATRICIO 4360 KILOS

PAJILLERO 1205 KILOS

LAGARTO 2650 KILOS

BONIFASIO 620 KILOS

MORENITO 150 KILOS

LAVATIVA 250 KILOS

CORNUDITO 60 KILOS

EL CHATO 90 KILOS

BALILLA 500 KILOS

PERDIGERA 3100 KILOS

EL RATA 150 KILOS

MENU 4500 KILOS

EL DUQUE 350 KILOS

EL REAL 1050 KILOS

La suma total de las cantidades -que suponemos de trigo- de estas dieciséis personas relacionadas por sus nombres o sus apodos, todos castellanos, es de 21.828 kilos. Algunas son importantes, caso de Menu, Patricio, Perdigera, Lagarto y El Real, pues entre los cinco suman 15.660 kilos, más de las tres cuartas partes del total.

Pero esta relación plantea un aparente anacronismo de difícil interpretación: Por un lado, en 1780, 69 años antes de la adopción por España del Sistema Métrico Decimal, no es lógico hablar de kilos, pues la medida oficial castellana para cereales era el cahíz, medida de capacidad de 666 litros, con la cual, suponiendo grosso modo la densidad del trigo en 0’8, los 21.828 kilos totales no llegan a 41 cahíces. Esta cantidad podía significar un año bueno para el molino como se lee en el cartel, pero solo representaba una exigua parte de la cosecha normal de trigo de Cox, pues diez años antes de esa fecha (Correo General de España, 1770 -ver “Remembranzas cojenses”, página 106-) la cosecha declarada de trigo en Cox fue de 600 cahíces, equivalentes a 320.000 kilos, sin que sepamos si ese año fue bueno o malo, y los 41 cahíces de 1780 equivalen solo al 6’83% de la cosecha de 1770.

Por otro lado, analizando la inscripción que comentamos, parece bastante antigua por el detalle de que la palabra KILOS, siempre en mayúsculas, se repite a continuación de cada una de las cantidades. A día de hoy, y también desde finales del siglo XIX, cualquier persona culta hubiera escrito KILOSen la línea del TIO PACO; y en las quince restantes, desde BONIATO a EL REAL, representaría los kilos por comillas o por el pronombre latino ídem, pero si nos trasladamos solo cincuenta años más atrás, a mediados del siglo XIX, por comparación con escritos de la época las comillas equivaldrían a no poner nada, o sea, espacios vacíos semejantes a ceros. El problema estriba además en que, suponiendo al autor de la inscripción cierto grado de cultura por su caligrafía, en 1780, ocho años antes del comienzo de la revolución francesa, donde empezó a considerarse el kilogramo como elemento sustitutivo de las medidas de peso usadas en la época, no es lógico que pudiera conocer el kilo como tal unidad conversora de nuestros cahíces, arrobas y libras para exponer el resultado en una pared. Además, en la composición del escrito, una persona medianamente culta hubiera usado comillas o su equivalente si las normas al uso lo hubieran permitido, y si no lo hizo, esto avala en cierto modo, por un lado, la antigüedad del cartel; y por otro, que el autor pudo ser un adelantado a su tiempo para estar al tanto de las unidades decimales que ya empezaban a manejarse como convenientes antes de la implantación del Sistema Métrico Decimal en España, que tuvo lugar oficialmente a partir de 1849 pero que costó largos años en tomar carta de naturaleza por el rechazo al cambio, no solo del pueblo llano sino de gente supuestamente ilustrada.

Pero no acaban ahí las dudas ni las preguntas. ¿Por qué el autor escribió KILOS refiriéndose a una época en que se desconocían, al menos por el pueblo llano? ¿Acaso vio algún apunte en las viejas cuentas del molino, o heredó algún papel con la anotación en cahíces, arrobas o libras y la trasladó traducida a kilos a una pared a mediados del siglo XIX, coincidiendo con la adopción oficial del Sistema Métrico Decimal, para que entendieran sus coetáneos la conversión repitiendo machaconamente el vocablo KILOS en las dieciséis líneas escritas, puesto que las comillas solo significaban espacios vacíos y, casi con total seguridad, desconocidas para la gente común? Esta parece ser la explicación más plausible según opinión -que comparto- de nuestro cronista oficial Patricio Marín (quien a su vez asegura que el Patricio de la lista de 1780 es Patricio Pacheco Martínez, abuelo de su bisabuelo Patricio Marín Pacheco). ¿O quizás alguien en fechas posteriores se hizo el listo y nos gastó una broma en forma de cartel para hacernos cavilar? ¡Quién sabe! Pero la broma es poco probable, pues tanto molinos como hornos, tiendas, almazaras y balsas para fermentar cáñamo y lino eran objeto de explotación directa por el señor feudal de Cox mediante servidores de su plena confianza. Por todo ello, y como parece que siempre nos quedará la duda, invito a que si algún entendido en estas cosas sabe la respuesta, se la diga al que suscribe –quien se lo agradecerá muchísimo- para su conocimiento e ilustración. Porque con este molino, del que sabemos que después de su época de molienda tuvo la singularidad de emplear la fuerza motriz de sus aspas en funciones de noria para regar el Huerto del Marqués con el agua del pozo que se excavó en su centro, nunca se acaban las sorpresas.