EL CÁÑAMO: UN CULTIVO A RECUPERAR

             Rafael Moñino Pérez

Agente de Extensión Agraria

El autor del artículo hoy, participando en los trabajos del cáñamo
El autor del artículo hoy, participando en los trabajos del cáñamo

CALLOSA DE SEGURA  14-08-2015

FOTOS E.DE GEA

(Imágenes de la XXIX Demostración Nacional de los trabajos artesanales del cáñamo que han tenido lugar hoy en Callosa de Segura)

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El cáñamo es una de las plantas de milenaria utilidad histórica para el hombre en todos los tiempos y culturas. Todos los países europeos lo han cultivado, y lo siguen haciendo aunque en menor escala desde la aparición de las fibras sintéticas, por que esta planta, de la que, como del cerdo, todo se aprovecha, además del uso tradicional de su fibra en hilos, cuerdas, tejidos y calzado, continúa ofreciendo un extensísimo abanico de posibilidades y aplicaciones en miles de artículos, entre ellos los relacionados con la alimentación, cosmética, farmacia, automóvil, paneles antitérmicos, insonorizantes e ignífugos para la construcción, entre otros cuya lista sería exhaustiva.IMG_4444

            Como cultivo ecológico es extraordinario: No permite el desarrollo de malas hierbas, cortando así su ciclo reproductivo; no son necesarios los pesticidas en su cultivo –recuerdo solo dos casos de ataque de plagas, uno de nemátodos (Ditylenchus dipsaci) transmitido por un cultivo anterior de ajos, y otro de plusia (Autographa gamma), que no fue necesario tratar por su escasa importancia; mejora las condiciones edáficas del suelo y su aireación al descomponerse su profunda raíz principal, y como alternativa en la hoja de cultivos de la explotación es muy conveniente, pues solo ocupa la tierra tres meses y medio, es decir, la primavera y principios del verano. También tiene otra cualidad que no suele mencionarse, y es la de que su tallo y tupido follaje es ideal para la anidación y cría de aves insectívoras, especialmente de carriceros, cuyo ciclo biológico termina antes de la siega.IMG_4461

 

Callosa y el cáñamo.

            Callosa fue en la Vega Baja la ciudad del cáñamo por excelencia, donde confluía prácticamente todo el que se cultivaba en el resto de poblaciones hermanas. Aunque en algunas localidades existían testimonialmente algunas empresas de rastrillado e hilado, era la industria manufacturera callosina la que absorbía no solo el grueso de la producción vegabajense sino el de buena parte de las provincias donde también se cultivaba, como Murcia, Albacete y Granada. El cáñamo llegaba a Callosa en forma de gruesos fardos de fibra agramada llamados quintales listos para la industria, pues la operación de agramado se hallaba ligada el proceso productivo en su lugar de origen tras las obligatorias fases de cultivo y enriado.

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            La estructura productiva de la Vega Baja no tuvo grandes empresas cañameras, por lo que el grado de mecanización de operaciones costosas como siega, enriado y agramado fue nulo, salvo al final de los años cincuenta del pasado siglo con la aparición de máquinas de agramado parcial, puesto que la limpieza final de la fibra tras su paso por los rodillos trituradores del cáñamo en rama, si se pretendía obtener un producto apto para el rastrillado, siguió dependiendo de agramadores manuales. Las empresas agrícolas, según su tamaño, cultivaban y enriaban el cáñamo en sus propias balsas si eran grandes, y las pequeñas alquilaban espacios de fermentación en balsas ajenas, pero en ambos casos la siega, enriado, agramado y resto de labores eran manuales, lo cual contribuyó, por otra parte, a una mayor distribución de la riqueza por la gran cantidad de jornales que generaba.

Operaciones industriales para la obtención de la fibra.

            Para la obtención de la fibra a partir del cáñamo en rama, es decir, con la fibra unida al tallo de la planta, eran necesarias las siguientes operaciones: Agramado, espadado y rastrillado. Otras manufacturas subsidiarias eran las del propio y variado aprovechamiento de la fibra rastrillada para hilados, cuerdas, redes, encapado de soga de esparto o el trenzado de sogas para suelas de alpargatas con estopas y otros subproductos del rastrillado. De todas estas operaciones, el agramado y la fabricación de alpargatas excedían el ámbito callosino, puesto que el agramado se hacía o a pie de finca o en las calles de los pueblos, y la confección de alpargatas se repartía entre varias poblaciones, especialmente Cox, donde en cierta época era raro encontrar una casa donde no hubiera costureros o zapatilleras entre sus moradores.

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            Citamos brevemente a continuación algunos detalles y la finalidad de las principales operaciones relacionadas.

 -Agramado: Su objeto era la separación de la fibra parcialmente adherida al tallo de la planta después del enriado o fermentación. Para ello se tronchaba y sacudía la garba en la agramadora para desprender la fibra del leño, que una vez triturado recibe el nombre de agramiza. El tipo de agramadora usado en la comarca, como puede verse en el museo del cáñamo callosino, era un tronco de morera de unos dos metros vaciado parcialmente en V y provisto de una maza de madera con una cuchilla de hierro embutida. El conjunto se apoyaba en cuatro patas de la misma madera, que se retiraban para el transporte.

            Al final del agramado, la fibra quedaba formando un fardo llamado quintal con un peso de 43,75 kg., equivalentes a tres arrobas y media de la antigua corona de Aragón.IMG_4568

-Espadado: Esta operación preparaba la fibra del cáñamo para la siguiente y definitiva: el rastrillado. Ambas se realizaban bajo techo en los llamados obradores, pues el viento, aunque fuese leve, sobre todo en el rastrillado, no permitía trabajar adecuadamente. La peculiar forma y disposición del cáñamo en mazos de garbas a criterio del agramador requería el espadado, que consistía en dividir primero el conjunto en garbas en porciones de fibra de tamaño adecuado para el rastrillado, separar  luego la fibra de la parte inferior de la garba, menos consistente, y golpearla después indirectamente con el filo de una maza plana de madera llamada espadilla sobre una tabla vertical para quitar y sacudir el resto de agramizas que restaban del agramado.

-Rastrillado: El rastrillado o peinado del cáñamo era la operación más importante de todo el proceso industrial, y la de periodo más largo de aprendizaje. Coloquialmente se decía que el rastrillo era el laboratorio donde se analizaba el cáñamo, pues en él daba, por así decirlo, cuenta de su verdadera calidad y rendimiento. El patrono o comprador iba a la huerta o a los pueblos acompañado de un corredor, y como expertos en su oficio desataban y examinaban varios quintales elegidos al azar entre los que ofrecía para su venta el agricultor. Factores como la limpieza de la fibra, color, textura y tenacidad de la misma les servían para apreciar su calidad y posible rendimiento en canal o fibra de primera después del rastrillado, pero aún así, con todas estas precauciones no era raro equivocarse, unas veces en contra y otras a favor, y de eso se encargaba el rastrillo, pues un par de kilos en más o en menos de rendimiento en canal que diera el quintal suponía bastante dinero a ganar o perder en el negocio. Hay que decir también que después del rastrillado desaparecía el antiguo concepto de quintal que venimos manejando, pues los productos resultantes de esta operación se medían en kilogramos. De la unidad llamada quintal se obtenían varias clases de fibras según el destino fijado por la demanda, pero lo usual era  transformarlo en tres clases: Canal, clarillo y estopa. Por término medio se conseguían de 28 a 30 kg. de canal o fibra de primera, de 7 a 9 kg. de clarillo o fibra de segunda, y de 4 a 6 kg. de estopa, fibra muy corta en forma de borra y cuyo destino era la fabricación de soga para suelas de alpargatas, como se dijo más arriba. La suma de componentes -canal, clarillo y estopa- oscilaba entre 39 y 41 kg., rara vez 42; el resto hasta los 43,75  kg. iniciales eran pérdidas por agramiza, fragmentos de fibra muy cortos y partículas de polvo rico en sílice procedente de la epidermis del tallo durante las operaciones de espadado y rastrillado (este polvo contaminado de sílice era el responsable de la silicosis o enfermedad específica de los obreros del cáñamo llamada cannabosis). Los rendimientos indicados, dada la elevada higroscopicidad de la fibra, podían variar de un día para otro con la misma partida de cáñamo, pues eran mejores y de mayor calidad si el rastrillado tenía lugar en días húmedos, con mayor esfuerzo por parte del trabajador, y peores en días secos, siendo notable el alivio en el trabajo en este caso, pues la fibra se deslizaba entre las púas con más facilidad.

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    En este oficio, para llegar a ser un buen obrero rastrillador se habían de conjugar varias condiciones intrínsecas a la faena, y que son:

  1. a) Trabajo de toda la garba y tercio de clarillo (fibra de segunda clase) sin dejar zonas no pasadas por la púas ni “quemar” la fibra por exceso de pasadas.

  2. b) Rendimiento del quintal, o lo que es lo mismo, no sacar más estopa de la debida.

  3. c) Buena presentación del trabajo acabado, para lo cual los fardos hechos debían quedar bien lisos y brillantes.

  4. d) La cuarta condición, más bien extrínseca, era la rapidez y limpieza de la faena, pero podría sumarse a las anteriores por que, siendo este trabajo hecho a destajo como era lo corriente, si el obrero no poseía rapidez y limpieza para efectuar las muchas operaciones y movimientos que era preciso hacer, mal se veía para ganar un sueldo normal. De lo delicado y difícil de este trabajo se puede formar idea si se considera que para aprender cualquier otro oficio del cáñamo bastaban unos pocos meses, pero para aprender a rastrillar se necesitaba estar toda una temporada, o sea, unos diez meses de aprendiz hasta ser dado de alta como oficial e independizarse del maestro.IMG_4728

            En cuanto al aparato en cuestión, el rastrillo se compone de un tablero rectangular de un metro de longitud aproximadamente por 0’60 metros de anchura, sostenido por dos pies de madera por delante y apoyado en la pared o una bancada por detrás; lleva también dos anillas en la parte inferior delantera donde se atan dos pares de cuerdas de torsión que lo sujetan a dos clavos en la pared o, en su defecto, a la bancada del obrador o taller. Sobre el tablero y en la parte delantera lleva tres bandas de 40 aceradas púas cada una con separación de 6 cm. entre bandas y 1 cm. entre los ejes de las púas, pero como éstas tienen un diámetro de 4 mm. aproximadamente en su parte inferior, la separación entre ellas se reduce a 6 mm. para dar paso a la fibra y peinarla. Las púas sobresalen del tablero 26 cm., y su grosor decrece ascensionalmente hasta terminar en una aguda punta. Además de estas 120 púas, que van colocadas en un rectángulo de 40 x 12 cm., lleva otra púa mucho mayor llamada tronchadora, la cual no es más que un espárrago curvo atornillado al tablero y que sirve, como su nombre indica, para tronchar o partir la garba de cáñamo golpeándolo con la cara antero exterior de la pierna derecha. El rastrillo tiene también una tapadera o capuchón de madera para proteger las púas durante el traslado del aparato o para taparlas después de la jornada.IMG_4755

            También existe otro tipo de rastrillo de menores dimensiones llamado rastrilla para volver a rastrillar las canales de excelente calidad provenientes del rastrillo, operación denominada repaso, con la cual adquirían mayor calidad y finura en su fibra. Las medidas del tablero de la rastrilla son algo menores, y también las púas, pero la altura del caballete es la conveniente a cualquier rastrillo. Tiene cuatro bandas de 50 púas cada una con una altura sobre el tablero de 17 cm., las cuales están dentro de un rectángulo de 28 x 9 cm., y la separación o espacio entre ellas es de 3 mm., o sea, la mitad que en el rastrillo. También hay que decir que los rastrilladores encargados del repaso de canales en la rastrilla eran verdaderos especialistas entre los de su clase.

            Solo resta añadir que los aparatos y materiales descritos anteriormente, y muchos más que no se citan, junto a otros de carácter etnográfico, se pueden ver reunidos en el Museo del Cáñamo de Callosa, y que el uso práctico de ellos, incluidos el hilado, tejido de redes, trenzado de soga y costura de suelas y alpargatas se ofrecen en vivo espectáculo todos los años el día catorce de Agosto en la misma Callosa con las demostraciones anuales que ofrece su Ayuntamiento mediante la colaboración de los miembros de la Escuela del Cáñamo, capitaneados por la figura incansable de su fundador y director D. Roque Francisco Albert Lucas, creador también del citado museo.