LAS VERDADES DEL BARQUERO por El Cojense

EL TEMA

La palabra tema, cuando se refiere a la música, tiene en el Diccionario de la Lengua la siguiente o parecida acepción: Idea, melodía o fragmento musical que sirve de base para una composición más extensa. Uno de los temas más conocidos, o al menos así lo creo, es el del comienzo de la quinta sinfonía de Beethoven, con sus famosas cuatro notas, en forma de rápidos golpes seguidos, a plena orquestación; tema al que sigue el magistral desarrollo tan conocido por los amantes de la música. Pero esto, como tantas otras cosas, está cambiando bastante, tanto que se ha desvirtuado y ha perdido gran parte de su inicial contenido. Ejemplo: Es muy frecuente, en la programación radiofónica, oír decir al locutor que vamos a escuchar un tema de tal o cual cantante. Prestamos atención, y empieza el tema, que consiste en dos o tres compases más o menos inspirados que el intérprete repite una y otra vez, bien en la misma tonalidad o cambiándola, pero siempre con la misma melodía hasta agotar los dos y medio o tres minutos que normalmente dura una canción. O sea, que el tema no se desarrolla y acaba haciéndose odioso por reiterativo, y esto suponiendo que la voz del cantante sea buena, cosa bastante rara hoy día, donde tanto abunda el balido ovejil desmodulado, la ronquera aguardentosa o el grito desaforado, aderezado todo, eso sí, con mucha electrónica y bastantes decibelios. Afortunadamente, a veces la letra viene en inglés, y los que sufrimos la desgracia de no hablarlo tenemos en cambio la ventaja de no entender las tonterías que dice.

Y mejor no entrar en detalles de evaluación y análisis musical de algunas composiciones: hace mal cuerpo. Pues de semejantes “compositores” puede salir cualquier cosa. Valga este ejemplo: Hace ya bastantes años se puso muy de moda una canción –los mayores la recordarán, seguro- cuya letra decía así: “Mi limón del limonero /entero me gusta más. /Un inglés dijo ye-ye /y un francés dijo la-la.” Pues bien; es de creer que semejante esfuerzo mental explicando primero que el limón procede del limonero, y luego las preferencias por comerse el limón sin partirlo antes y poner tonterías en boca de ingleses y franceses, debió provocar un cataclismo en las neuronas del letrista cuyos estragos harían estallar su cabeza, por lo que para terminar la composición sin mayores pérdidas de masa encefálica se recurrió a añadirle un pedazo de otra canción que también estuvo en boga mucho tiempo atrás, allá por los años cincuenta del pasado siglo, que decía esto: “Estoy enfermo, morena, /por tus amores, morena; /cabeza hinchada yo tengo, /¡Ay, ay, ay!”. ¿Lo ven? Ayes y quejidos por otra cabeza a punto de estallar por hinchamiento previo. ¿Qué les parece? Pues con este corta y pega se forraron vendiendo discos.

¿Que por qué triunfan estas estupideces y ganan dinero a montones los que las ponen en circulación? Haría falta una tesis doctoral para tratar de explicarlo con detalle, pero como uno no es doctor para hacerla, a primera vista se me ocurre que hay demasiados paladares amantes de la paja; por eso está tan cara.