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TEXTO Y FOTOS: EDUARDO DE GEA 

La producción de hachís en el norte de Marruecos es, en términos económicos, como aquí el sector de la construcción hasta hace unos pocos años. Todos o casi todos los rifeños viven de él. A pesar de estar prohibido no es difícil comprarlo no tampoco trasladarlo a la provincia.

Cultivar cannabis en las montañas marroquíes del Rif para la elaboración de hachís es tan normal como plantar alcachofas o bróculis en la Vega Baja. De hecho el primero, según las estimaciones de la Organización de Naciones para las Drogas y el Crimen (ONUDC) cubren unas 100.000 hectáreas que cuatriplican la superficie de la huerta del Bajo Segura con 24.000. Una parte del cannabis o cáñamo sativa plantado en el Rif llega a la provincia de Alicante de diversas formas. Por mar, mediante lanchas motoras, escondido en vehículos o mediante “camellos” que viajan todos los meses en al menos dos veces a Marruecos. Utilizan sus cuerpos como escondite tragándose la droga envuelta en plástico denominado “balas” por su forma. También el hachís llega a la provincia por medio de viajeros que aprovechan para pasar algunos gramos de autoconsumo como puso comprobar este medio. El cultivo es ilegal pero tolerado por las autoridades marroquíes y del que se benefician, aunque poco , los campesinos del del Rif, una región donde el cannabis sigue sin tener otras alternativas económicas reales.

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En la plaza de Outa Hammam de Chauen, dos jóvenes de 21 y 28 años, detectan de inmediato a este redactor y a sus acompañantes. Acuden de inmediato a ofrecer cualquier tipo de ayuda o consejo. Se trata de todo un teatro porque su objetivo es saber si quieres comprar hachís. Vivos, leales, agradables, serviciales y amables como ellos solos ,estos marroquíes se autodenominan “trapicheros”de la plaza , pero no guías. Hablan casi cualquier lengua o como ellos dicen “una ensalada de idiomas”.Uno de ellos, el más joven ya ha pisado la cárcel. No desvela el origen de las cicatrices marcadas en buena parte de su cuerpo y relata que solo estuvo en el colegio desde los 9 a los 12 años.

Se pacta con ellos un encuentro al día siguiente para ir a un Duar o aldea rural cercana a la población de Chauen que finalmente resulta estar ubicada a 9 kilómetros y que hay que recorrer a pie. Asnos cargados con diversa mercancía doméstica, pastores, niños o mujeres cargadas con pesados fardos a las espaldas entre empinados cerros y estrechas sendas, es el paisaje que hay que recorrer hasta llegar a la modesta casa donde procesan a mano el cannabis en polen de hachís. La amabilidad y la confianza mutua planean durante todo el recorrido.

Una vez en la vivienda se unen al grupo otros dos rifeños y se comprueba la existencia de graneros repletos de plantas secas de cannabis. tras su recolección desde principios de agosto. Estas se apalean a continuación con gran maestría con dos ramas sobre un bastidor de plástico cubierto con una tela que hace la labor de filtro para el polen. Finalmente se consigue un hachís de tal calidad y tan puro que es raro, cuando no imposible, encontrarlo en España..

Ofrecen a este redactor y a sus acompañantes cuantos kilos se quieran comprar sin problema alguno. Finalmente el trato se cierra con la venta a los visitantes de ocho gramos prensados y de una tamaño similar a una almendra, las llamadas “balas·. Se muestran los rifeños extrañados por la poca cantidad adquirida e insisten en que no va a haber problema alguno para pasar más cantidad a España. “Os va a pasar como a muchos que, una vez pasada la frontera dicen que ojalá hubiesen comprado más”.

No es para menos. El valor de un kilo de hachís se multiplica por seis en Europa. En España el beneficio es menor. En origen, en el Rif, un kilo de esta droga cuesta unos 1600 euros como puso comprobar La Crónica Independiente. En España su valor se eleva al triple mientras que si su destino es más al norte llega a alcanzar precios de hasta 8.000 euros. Como cuentan los rifeños una sola persona puede tragarse un kilo de hachís distribuidas en “balas”.

Chauen también brinda la oportunidad de conocer a otros rifeños relacionados con el hachís, aunque “más profesionales” que los anteriores. Son maestros a la hora de asesorar a sus potenciales compradores respecto a como pasar la droga desde Maruecos a España. Los distintos métodos dependen de la cantidad de droga. Conocen perfectamente los distintos pasos fronterizos; donde hay perros y donde no, que olfatean el hachís. Al sistema de tragarse “las balas” se une la preparación de turismos para pasar hasta 30 kilos de una vez, entre otros lugares en las ruedas..

Si las cantidades son menores existen otros métodos más sencillos. Por ejemplo, prensar el hachís hasta convertirlo en una fina lámina que se pega a una tarjeta postal sobre la que se adjunta otra y se envía por correo. Otro sistema es en botellas de gel o champú con recipientes opacos donde el propio olor del producto anula el de la droga como puso comprobar este redactor. También disimulado en objetos de artesanía comprados en Marruecos como piezas de cedro o piel que despiden un fuerte olor o bien en los tacones de zapatos. Al igual es habitual pasar pequeñas cantidades en las partes íntimas de la persona en cuestión.

Lo cierto es que a pesar de la presión policial y de los continuos alijos, en casi cualquier lugar de la provincia y a cualquier hora, se puede comprar hachís a altos precios. Mientras, los campesinos del Rif que cultivan la planta apenas subsisten….

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