FOTO E.D.G.
FOTO E.D.G.

“EN BUSCA DEL AMOR”

        Rafael Moñino    

Fotos. Rafael Moñino Pérez             

Viernes 15-01-2016 

                        Como gota de miel fue tu llamada

                        en oníricas noches tenebrosas.

                        En mis sueños, tu voz sonó a balada,

                        y mi alma, con ansias vigorosas

                        a buscar fue tu esencia deseada.

                        Te busqué por colinas luminosas.

                        En la bruma de los valles te busqué.

                        Aspiré los efluvios de las rosas

                        y tu hálito en el aura equivoqué

                        sorbiendo de las umbras engañosas.

                        Y no estabas. A lo alto, penetré

                        nebulosas, espacios siderales,

                        y a querubes sonrosados pregunté

                        de tu voz, de tus silbos celestiales,

                        y las cuerdas de tu lira no encontré.

                        Fui al mar. A quimeras abisales

                        de tu forma innominada les hablé.

                        A sirenas canoras y sensuales

                        los perfiles de tu esencia señalé,

                        y negaron la albura de tus sales.

                        Lo profundo del abismo visité.

                        Del averno, su entraña pestilente,

                        temeroso  por el daño que tu pie

                        en su roce se hiriera levemente,

pero en vano mis temores aprecié.

A la fronda del bosque rebullente

de pájaros que trinan sus amores

pregunté si tu acento sugerente

integraba su coro de cantores,

y mostraron tu voz como silente.

A las nieves cumbrosas, tus colores

transmití, derritiendo sus cristales

inyectando en su vientre mis ardores.

No supieron mostrarme tus señales,

e ignoraron de pleno tus albores.

Al destello de tintes matinales

derivé la mirada más ansiosa,

y también a los soles otoñales.

No atisbé tu silueta primorosa

ni sentí de tu voz los madrigales.

Inquirí en las musas armoniosas

del salterio, la cítara y violines

de arpegiadas cuerdas cadenciosas

por tu voz, y, cual mudos querubines,

callaron el sonido de tus notas.

Al viento, del cenit en sus confines

remití, cual cometa mensajera,

mi carta de irisados serpentines

buscando, como busca su bandera,

batallón de esforzados paladines.

Al fuego, cuya lengua condujera

en su fragua Vulcano, el dios herrero,

consentí que mi mano relamiera

requiriendo saber tu paradero

a pesar del dolor que produjera.

A la lluvia, que en forma de aguacero,

duelo, ruina y postración produce,

y hecha en mansedumbre de cordero

los campos fertiliza, y los conduce

al vigor, impetré en son lastimero.

¿Dónde estás? ¿Dónde buscar? Se reduce

mi campo de abstracción. Te busco en vano.

La ubre que amamanta me seduce

como fuente de amor, de amor humano,

y por ser del amor, de amor aduce.

Mas tampoco era allí. La blanca mano

propició hacia los pechos su dulce amor,

lejos de sombras del amor profano,

y ante el gesto sublime de su candor

nublose mi vista de amor mundano.

No me rendí. Busqué con rabia, furor

y constancia en la luz, en las umbrías

de la noche, y, atisbando en rededor,

en el aire sentí que sugerías

que insistiera en mis pesquisas con ardor.

“-¡Sigue, sigue! –noté que me decías-

¡Sigue, sigue buscando tus anhelos!

¡No desmayes! El culmen de tus días

es cercano, más cerca que los cielos

y lugares de extrañas fantasías-.”

Me paré. El amor de mis desvelos

hablaba de caminos más cercanos,

menos altos, más cerca de los suelos,

revelando de paso sus arcanos

y anunciando su bálsamo y consuelos.

¿Eres tú? Al aire extendí mis manos

al sentirlo. En la tenebra oscura,

tacto y oído, sentidos hermanos,

al ciego conducen hacia la albura,

recto camino de seres humanos.

Nada toqué. Nada vi. La voz pura,

esquiva, interna, en suave clamor

sonó una vez más con dulce premura

trocando el silencio en divino estertor,

diciendo -¡por fin!- con mansa ternura:

“-Aquí estoy contigo: Yo soy el Amor.

No estaba, no estaba donde buscabas.

Estaba más cerca que tu alrededor.

Y estando tan cerca, no me encontrabas

por que estaba contigo, en tu interior-.”