“ENTRE 15.000 Y 500.000”. Rafael Moñino Pérez
“ENTRE 15.000 Y 500.000”.
Rafael Moñino Pérez
MARTES 10-12-2019
Entre quince mil y quinientas mil, según un periódico digital, fueron las personas asistentes en Madrid a la manifestación por el clima del pasado día 6, protagonizada por la niña Greta Thunberg. Ante esta noticia, y no voy a entrar en comentarios sobre el motivo de la manifestación ni de su especial protagonista, me entró la risa que suele entrarme en casos similares. Yo no se si fue una u otra la cifra acertada; no estuve, y no puedo opinar; puede que fuera cualquiera de las dos cifras, y puede que ninguna de ellas, pero creo que para estas cosas habría que prescindir de la gente urbanita y aprender de la del campo, que suele tener más clara idea de las superficies y del material que las ocupa. Me explico: Cualquier agricultor experto, o cualquier técnico agrícola, a la vista de un terreno con cultivo o sin él, hasta por deformación profesional empieza haciéndose una idea de las hectáreas, tahúllas, o cualquier otra medida local de lo que tiene ante sí; si está cultivado con leñosas, se imagina el número de plantas que lo ocupan, o de la densidad de plantación por metro cuadrado si se trata de herbáceas; y si hay cosecha pendiente de recolectar, también calcula mentalmente un alfarrazado de ella y de su valor de mercado, así que los medios informativos o las autoridades calculadoras de asistentes a las concentraciones y manifestaciones deberían contratar a un agricultor o a un técnico agrícola para este cometido (excluyéndome a mi, que aunque soy ambas cosas estoy muchos años jubilado y no ejerzo).
Y es que, una vez calculada la superficie ocupada por la grey humana, algo que en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona debieran tener hasta en los talones los encargados del asunto, solo hay que aplicar los coeficientes que dicta algo tan sencillo como el sentido común, que, según lo observado por mi parte -advirtiendo que puedo equivocarme porque me salgo del agro, que es lo mío-, serían los siguientes a multiplicar por metro cuadrado:
-Si la gente está quieta y sin darse codazos, podemos estimar que hay un máximo de cuatro personas; si se apretujan, pueden llegar a cinco, pero es molesto.
-Si van andando, no pongamos más de dos y media, o dos y cuarto, según los clareos que veamos. Algunas comparsas de festeros desfilan muy apretados, pero si van de bracete no pongamos más de tres, y si van sueltos, dos y medio o tres menos cuarto.
-Si desfilan tropas militares, o bandas de música, aunque son más fáciles de contar por ir en formación, no poner más de dos, o no llegar a esa cifra porque se necesita espacio para que la impedimenta o el braceo permitan a sus miembros andar sin rozarse y marcar bien el paso (recordemos, los que hicimos en la mili, cuando nos mandaban a formar, que para situarnos estirábamos el brazo -unos 60 o 70 centímetros- hasta tocar el hombro del compañero que teníamos al lado y del que teníamos delante).
Pues bien, con esos coeficientes o con otros que la propia observación y sentido común aconsejen, que no serán muy diferentes de los citados, ustedes, los encargados de la cosa, podrán calcular con bastante aproximación los asistentes a tales eventos sin la enorme disparidad de cifras que tan ridículamente ofrecen para risión de los demás -y elegidas por eso precisamente para titular este escrito-. Pero si persisten en su actitud, les recomiendo que hagan como el pastor que, para contar el ganado, se agachaba al paso del rebaño, contaba las patas de las ovejas y dividía por cuatro: este método también da risa, pero lo considero más fiable que el suyo.
Y como no quiero terminar sin ofrecer un ejemplo práctico de lo que digo, y aprovechando que el periódico en el que está usted leyendo esto lo dirige mi amigo Eduardo de Gea, natural de Rojales, le adjunto la superficie calculada a vista de pájaro de la Plaza de España de su pueblo para que, en caso de manifestaciones, concentraciones y eventos similares, no se equivoque nadie al calcular los asistentes aplicando los coeficientes antedichos (discúlpenme los rojaleros la vena humorística, pues su pueblo es muy querido para mi).