“LAS AGUAS SIGUEN SIN VOLVER A SU CAUCE”

Alejandro Bernabé

Geógrafo y concejal de Ciudadanos en Rojales

MIÉRCOLES 18-09-2019

Bernabé junto al alcalde de Rojales el pasado sábado en el puente de Carlos III

Ponemos fin a uno de los episodios meteorológicos más adversos que recuerda la cuenca del Segura o, al menos, así lo reflejan los datos en conjunto.
Un embolsamiento de aire frío en altura (muy frío para la época del año en la que nos encontramos) junto a un mar Mediterráneo excesivamente cálido y el aporte de humedad de vientos de levante con gran recorrido marítimo crearon una bomba meteorológica de la cual la vega baja del Segura todavía tardará semanas en recuperarse.
Los mas de 400l/m² registrados en Orihuela, los 220 de Rojales y, sobre todo, los más de 150-200 litros contabilizados en diversas zonas de las vegas media y alta del Segura llevaron a este manso río a convertirse en una despiadada máquina de destrucción.
Bien es cierto que, a la hora de definir el porqué o el quién debe ser responsable de lo ocurrido, antes tenemos que analizar la situación paso a paso:
1º Este fenómeno de “gota fría” vivido estos pasados días ha sido de un virulencia extrema tal que muy pocas infraestructuras puedan canalizar, redistribuir o contener estas avenidas de una forma precisa. Ejemplos claros los podemos encontrar en grandes ríos ibéricos como el Duero o el Ebro que pueden generar riadas catastróficas con unas cuantías de precipitación media muy por debajo de las contabilizadas estos días en la cuenca del Segura.
2º El factor humano: los últimos datos de riadas o grandes avenidas que se manejaban se remontan a las de 1987-1989, paso previo a la puesta en marcha del “Plan de avenidas de la cuenca del Segura” que consistió en la desmeandrización de diferentes tramos del cauce del río en la vega baja del Segura y el encauzamiento en zonas urbanas de Orihuela o Rojales creando así una mayor salida de las aguas al mar.
En los últimos 20 años hemos vivido una intensa modificación urbanística lo que ha creado entre otros factores a destacar, el sellamiento y el aumento de la escorrentía en amplias zonas del curso o del valle del Segura con el inconveniente que ello conlleva: se han taponado ramblas, se ha construido muy cerca de zonas inundables y de aliviadero del río…y un largo etcétera que han generado bloqueos e inundaciones debido a la modificación del cauce natural de las aguas.
3º Desde mi punto de vista, el punto más importante a tratar: el mantenimiento y la conservación del cauce y de las infraestructuras hídricas. Sabemos la problemática creada con el punto anterior por lo que es indispensable un óptimo mantenimiento de estas con el fin de poder dar una mayor respuesta en casos extraordinarios como el acontecido actualmente y poder minimizar así los daños ocasionados por estos episodios.
La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) tiene como función principal el mantenimiento y la distribución de las aguas del propio río, bien es cierto que un episodio torrencial como el vivido es muy difícil de controlar pero sí que ampliamente mejorable su gestión:
. El primer factor en este punto es, sin duda, la limpieza del cauce. El río Segura cuenta con un trazado final potencialmente invadido por grandes extensiones de cañizo, lo que genera un enorme tapón una vez las aguas van aumentando su nivel. Pero, más que la vegetación que encontramos en el río, creo que más incidencia tiene todas aquella vegetación y basura que, con el paso de otras avenidas y con la falta de mantenimiento quedan depositados en el cauce del río generando fuertes tapones de opresión a la propia salida de las aguas.
. Por otro lado, vivimos la rotura del canal del postrasve Tajo-Segura encargado de enviar aportaciones al embalse regulador de La Pedrera. Esta rotura colapsó en embalse de Santomera que en la tarde del viernes 13 de septiembre tuvo que abrir compuertas ya que estaba al límite de su capacidad (algo nunca visto desde su construcción en 1960). Un embalse con capacidad para 26hm³ y que se encontraba, antes de la rotura del canal, al 7% del total. Por otro lado, el embalse de La Pedrera, con capacidad para 246hm³ y que se encontraba al 23% de su capacidad es, como siempre ha sido, la mejor opción para mitigar la crecida del Segura aguas abajo de la presa de Ojós. Una vez siendo imposible desviar agua a La Pedrera, y tener Santomera al límite se tuvieron que abrir compuertas debido al peligro de desbordamiento de la presa, una apertura que vino en el peor momento posible: el río Segura rompe en la localidad de Almoradí desviando hacia este municipio, Dolores y Las Dayas alrededor de 50m³/segundo, inundando una gran extensión de huerta. La red de canales del postrasvase Tajo-Segura, una infraestructura que debería estar en perfectas condiciones llegados estos episodios pero que, desde hace 40 años con su puesta en marcha, pocas actualizaciones parece haber tenido. MANTENIMIENTO E INFRAESTRUCTURAS: dos pilares fundamentales en la gestión de un territorio como el sureste peninsular. Es aquí donde la CHS, desde la humilde opinión del que les escribe, ha estado muy por debajo del mínimo exigido como ente público encargado de la custodia del río: falta de información, eternas llamadas sin contestación, muestra de datos web desaparecidos…recuerden señores del la CHS que detrás de toda esa petición de información habían muchos municipios y muchas familias luchando por proteger sus viviendas, sus tierras y, sobre todo el trabajo de toda una vida.

Por último, los datos nos hacen balance que aproximadamente 51 han sido los hm³ que el Segura ha vertido al mar (hasta la mañana de lunes) y los que seguirá tirando. Es necesario más inversión en infraestructuras de almacenamiento del agua: pequeños embalses, parques inundables, tanques de pluviales. Vamos cada vez más hacia un clima de altos contrastes: largos periodos de sequia enlazados con devastadoras lluvias torrenciales: debemos reinventarnos y crear una mayor seguridad hídrica. Adaptarse a un nuevo patrón climático es vital. Así nos lo está demostrando la naturaleza y así tenemos que verlo nosotros.

Es hora de sentarse a reflexionar, buscar soluciones, generar propuestas y lanzar un plan que consiga minimizar los riesgos y los perjuicios ocasionados en este episodio de “gota fría” el cual esperemos que tarde muchos años en volver a repetirse, eso sí, en el que estemos mucho más preparados.