Se pide un pacto social y político para a protección de este espacio agro-ambiental donde los agricultores sean los mayores beneficiados 

TEXTO EDUARDO DE GEA

FOTOS AYTO/E.D.G.

LUNES  07-05-2018

  Nadie duda ya de que la huerta tradicional del Bajo Segura es un espacio agro-ecológico, histórico, identitario, etnográfico, paisajístico y económico único en toda Europa gracias a sus bienes materiales e inmateriales que perduran desde hace mil años cuando comenzó su configuración en época andalusí. Ahora toca la protección y revalorización efectiva para este espacio medieval siga siendo un granero de alimentos de calidad y de cercanía, un espacio histórico vivo gracias a las aguas del río Segura, a sus azarbes y acequias, y a los agricultores pieza fundamental de este engranaje. Así se expuso en la jornada celebrada en Rojales “La huerta del Bajo Segura. Patrimonio de la Humanidad” organizada por la conselleria de Cultura, la Universidad de Alicante (UA) y el Ayuntamiento de Rojales, donde participaron representantes  de Juzgados de Aguas de la comarca y de colectivos en defensa del río Segura y los regadíos tradicionales.

Para ello todos los participantes coincidieron en señalar que la huerta “será lo que la ciudadanía  quiera”. Por ello reclamaron un pacto socio-político para que este espacio  comience a recibir las medidas de protección y promoción “que merece” y donde tiene que intervenir la sociedad en su conjunto.

Normativa existe. Desde los planes  generales de cada municipio de huerta, hasta  la legislación proteccionista autonómica y nacional para llegar al fin último: que la Unesco declare Patrimonio de la Humanidad para este enclave amenazado a pesar de ser uno de los territorios más  fértiles y sostenibles del planeta. “Perdura desde hace más de mil años y el agua que utiliza para el riego se emplea al menos en seis ocasiones para este fin”, apunta al arqueólogo municipal de Rojales, Manuel de Gea.

La jornada contó con la asistencia de un variado público conformado por alcaldes y concejales de la comarca, representantes de Juzgados de Aguas, de sindicatos agrarios, agricultores, o miembros de diversos colectivos en defensa del Segura y su huerta. Todos ellos provenientes de Rojales, Guardamar, San Miguel, Almoradí, Benferri, Orihuela, Callosa de Segura o Cox entre otros.

Entre los participantes figuraban el subdirector general de Patrimonio y Museos de la Conselleria de Cultura,  Antonio Bravo, el jefe del servicio territorial de Cultura de  Alicante, Antonio López Mira, el inspector de Patrimonio Mueble del Servicio  Territorial de Cultura, Luis Pablo Martínez,  el catedrático  de Geografía Humana de la UA, Gregorio Martínez, Josep Gavaldà de la Asociación  Pel L’Horta de Valencia, el Juez de aguas de Almoradí, Carlos Barrera, o el portavoz de  la plataforma cívica Segura Transparente, José Manuel López Grima.

El consenso entre ellos fue absoluto de cara a arbitrar una serie de medidas para que la huerta “perdure otro mil años más”, como su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), mediante la redacción de un plan de acción territorial o una Ley de protección como la que ya cuenta la huerta de Valencia entre otras actuaciones que incluye de manera  especial a los agricultores, “los mantenedores de una huerta  con beneficios para toda la sociedad” según la concejala de Patrimonio Histórico de Rojales, Inmaculada Chazarra .

Los objetivos de los presentes fue unánime. Luis Pablo Martínez califico la jornada como “un acto necesario y de responsabilidad ante una huerta con valores excepcionales, que alberga una sabiduría ancestral, un tesoro vivo y evolutivo que debe ser reconocido”.

Por otro lado Gregorio Canales  denunció que  la huerta está sufriendo “un proceso de perdida y degradación ante una situación de agresión,  una huerta sitiada por la falta de interés político”.

Por su parte José Manuel López Grima  denunció  la situación del río Segura, “una pieza fundamental para la huerta”. Y puso de manifiesto que más de 98% de las depuradoras  de la cuenca del Segura carecen de tratamiento de depuración terciaria que han convertido al río, y a sus azarbes y acequias  en canales de aguas contaminadas y salinas.

En similares términos se definió al asegurar que la pervivencia de la huerta y de sus agricultores está ligada al agua. En este sentido recriminó que la huerta riega ahora con aguas mal tratadas de la depuradora de Murcia y de los pozos de sequía salinos abiertos por la Confederación Hidrográfica del Segura. “¿Donde esta nuestra agua?” se preguntó para denunciar que no se puede hacer agricultura regando con aguas con una media de conductividad de 2.500 en los últimos 10 años”.

Reseñar por otra parte de la concejala Inmaculada Chazarra destacó que los objetivos de la jornada se han cumplido al sentarse las bases necesarias para que  la huerta sea protegida y garantizar su continuidad como espacio productivo y natural mediante  una visión clara, multidisciplinar  e integradora  de sus múltiples  valores.