EL GOBERNANTE  CORRUPTO QUE DEFENDIÓ ALICANTE EN 1691

Patricio Marín Aniorte, cronista oficial de Cox

SÁBADO   19-05-2018

El tema de los fraudes no es nuevo, y en ese sentido antes también se defraudaba. A este propósito he tenido la oportunidad de encontrar un documento del año 1694, es decir de hace trescientos veinte y dos años. Algo antiguo es, pero esclarece de manera fehaciente los manejos fraudulentos de un gobernante. El documento en cuestión señalaba a un político de la gobernación de Orihuela como corrupto en el desempeño de sus funciones. Se trataba de Don Jaime Antonio Borrás, que como “Portantveus”de general Gobernador de la ciudad de Orihuela [1]  ostentaba el cargo de Administrador de las Rentas Reales en el puerto de Alicante. Ejerció su mandato desde 1686 a 1692, es decir 6 años, y en dicho cargo delinquió en su administración con los mercaderes que fondeaban en el puerto alicantino. Este asunto fue elevado a la Justicia en la persona de Don Mateo Rodrigo, Doctor en derecho residente en la ciudad de Valencia. Este magistrado actuaba con el cargo de Consejero de la Real Audiencia civil de dicha ciudad. Las acusaciones presentaban los siguientes cargos, del siguiente tenor:

(ACA.CA leg.578.67)

-Transcripción literal resumida-

“Por cuanto hemos tenido noticia que Don Jaime Antonio Borrás, mientras fue Portanveus de general Gobernador de la ciudad de Orihuela, más allá de Jijona, y administrador de aquellas nuestras rentas, no procedió en el ejercicio de estos empleos, con la atención y desinterés que debía un ministro de sus obligaciones delinquiendo en comerciar en Alicante, en su utilidad de considerables cantidades de las composiciones que había para las licencias que debía a los mercaderes para embarcar los frutos del país; en introducir nuevos derechos y cobrarlos sin orden nuestra, sin poder para ello. Y en defraudar los derechos reales, y los de la ciudad apropiándoselo todo, y poniendo el comercio en contingencia de que se desterrase de Alicante, y en tal imponderable daño de nuestro real Servicio. Y habiendo resuelto que se haga información y averiguación de todo, y se proceda contra el dicho Don Jaime Antonio Borrás y los demás que se hallaren cómplices en esto excesos y delitos, para que sean castigados según constare lo merecen y sirva de escarmiento para lo venidero

Y estando recibida la dicha información, substanciando el proceso en debida forma, y concluso le remitiréis  sin dar sentencia a nuestro sacro supremo real concejo de Aragón, por manos de dicho nuestro secretario para que visto en él se determine lo que fuere de justicia. Y el mismo poder, y comisión os damos en la forma referida para proceder contra todos cuantos hallarais culpados sin excepción de personas de cualesquier estado y calidad que sean, y especialmente contra el  Doctor Damián Cerdá,  subdelegado que era del Asesor ordinario de la Gobernación de Orihuela, visitándole y formándole proceso por resultar de dicha institución indiciado de reo en la misma causa, habiéndose pagado cantidades de dinero por su medio al dicho Don Jaime Antonio Borrás, por las licencias de embarcar algunos géneros y le apartareis de Alicante a donde os pareciere conveniente. Y porque Pedro Richart, criado de Don Jaime Antonio Borras, era quien corría con los tratos y negociaciones que a este se le imputan, procederéis también contra él, pasando luego a ponerle en buena custodia en la cárcel pública de Valencia o las otras si os pareciere más conveniente para el buen éxito de la causa.

 

El mandato de Jaime Antonio Borrás coincidió con los últimos años del reinado de Carlos II “El hechizado”. La gloria y poder de España había decaído notablemente en favor de otras potencias europeas, particularmente de Francia. Antonio Espino López  [2] realizó un detallado estudio de las plazas militares del reino de Aragón de la franja mediterránea hostigadas por los franceses. Los sucesos de Cataluña de 1640 con ayuda de Francia y subsiguiente pérdida del Rosellón, dio pie a los galos  para atacar las costas orientales de España, sobre todo durante el reinado de Luis XIV, el rey Sol. El su estudio, este autor refiere los bombardeos sufridos por las ciudades portuarias del reino de Aragón, desde Barcelona hasta Alicante. Siguiendo con su investigación, menciona el bombardeo de la flota francesa a la urbe alicantina, durante los días 22, 23 y 24 de julio de 1691. Alicante era una plaza fuerte muy codiciada por su excelente puerto que ofrecía condiciones favorables para el comercio y exportación de los frutos de la tierra. Contaba con murallas y con fuerte castillo en el monte Benacantil desde el cual se podían divisar las flotas enemigas a gran distancia, lo que permitía preparar su defensa.

Sin embargo los muros que circunvalaban la ciudad eran obsoletos y poco cuidados, disponiendo de escasa y deficiente artillería. La defensa de Alicante estaba a cargo de Jaime Antonio Borrás que como “portantveus” de general gobernador había sucedido a D. Juan de Cardona que lo fue entre 1685-1686.  Antes de atacar a la ciudad de Alicante, el almirante de la flota francesa, el Conde D´Estrees  [3]  conminó su rendición bajo el pago de un fuerte tributo. Los alicantinos se negaron a dicho pacto de capitulación y decidieron defenderse con los pocos medios que contaban. Ante la negativa de rendición, D´Estrees se sintió muy contrariado y no comprendió como una ciudad mucho menor que Barcelona se atrevió a resistírsele.

Los navíos enemigos fondeados en la bahía alicantina atacaron a la ciudad durante tres días seguidos reduciéndola a escombros. En esas fechas (año 1691) las aguas del mar se adentraban hasta la actual plaza de Gabriel Miró, donde se ubicaba el Alfolí de la sal, vetusto edificio [4] donde se depositaba la sal. Huelga decir que la actual explanada tampoco existía, por tanto la ciudad estaba más cerca del mar, lo cual favorecía un ataque naval. La flota francesa disponía de unos cañones muy modernos para la época y fueron utilizados para lanzar bombas incendiarias. Antes del bombardeo, Alicante disponía de 2.000 casas, y tras éste apenas quedaron en pie unas 200, por tanto la agresión fue brutal y despiadada. Jaime Antonio Borrás, gobernador de la plaza, en relación con las ayudas recibidas expresaba lo siguiente:

-Transcripción literal-

“La gente de los socorros lo hace tan ruinmente que todos nos dejan y me hallo con solo la gente del Lugar, que habiendo (sic) dado hoy un choque las muchas lanchas queriendo asaltarnos, se les impidió con gran valor en dos choques”

 

Gonzalo Martínez Español, cronista oficial de Aspe, [5]  realizó un excelente trabajo sobre el bombardeo a la ciudad de Alicante en 1691, y de los socorros prestados por Aspe y Elche. De todo ello se desprende que si bien colaboraron los pueblos para atender la defensa de la ciudad de Alicante, no es menos cierto que faltó armamento para dichas milicias populares. En ese sentido Alicante disponía de escasa artillería y de corto alcance frente a la modernidad de los cañones de la escuadra gala que impactaban en los edificios de la ciudad. Los franceses envalentonados, trataron de desembarcar con lanchas en la playa de Babel, pero fueron repelidos por los alicantinos con un despliegue de valor ejemplar, con 80 bajas de los franceses. Después del intenso bombardeo, el 29 de julio se retiraron por la llegada de la flota real española que les persiguió sin alcanzarles. Aunque la urbe alicantina fue arrasada, la pérdida de vidas humanas fue escasa,  toda vez que la mayoría de sus vecinos se retiraron a las tierras del interior. Se cree que en los tres días de bombardeo la flota francesa bajo el mando del Conde D´ Estrees, disparó sobre la ciudad más de 3.000 bombas. El entonces Obispo de Orihuela, Antonio Sánchez del Castellar, se presentó en la ciudad de Alicante con varios carros cargados de alimentos para mitigar el hambre de los defensores de la plaza. En la actualidad todavía son visibles los impactos de la artillería francesa sobre los muros de la Iglesia de Santa Maria. Sobre la defensa de Alicante se conserva una carta dirigida al rey Carlos II por el virrey de Valencia, Carlos Homodel Moura, Marqués de Castel Rodrigo, que dice lo siguiente:

(ACA.CA leg. 590 de 30-VII-1691)

-Transcripción literal-

“Debo representar a V. Magd. que no habiendo en aquella plaza militares de profesión, artilleros ni oficiales como los tienen las plazas que están fortificadas, y que habiéndose  de guarnecer de milicias ha sido milagrosa la defensa de ella, deviendose (sic)  al espíritu y buena conducta de su gobernador (Jaime Antonio Borrás) , que no habiendo servido en guerra viva, ha obrado, a mi corto entender, todo quanto pudiera haber executado un soldado práctico”

Según se expresa en esta misiva al rey, la actuación de Jaime Antonio Borrás como gobernador de la plaza, estuvo a la altura de las circunstancias. Tal vez por esta razón, el tribunal que le juzgaba por sus fraudes portuarios evitó su encarcelamiento. No obstante el Consejo de Aragón pidió mano dura, y por ello desterró a Borrás a 20 leguas del reino de Valencia. El expediente acusador constaba de al menos 700 folios, donde fueron enjuiciadas otras personas como cómplices. Como resultado de todo, Borrás con diez hijos a su cargo tuvo que vender todos sus bienes para mantenerse, y su familia quedaba en la miseria. A la caída de Jaime Antonio Borrás, ostentó el oficio de portantveus  de la Gobernación de Orihuela, José de Borja Llansol, que lo ejerció entre 1693 a 1700.

[1] El cargo de portantveus de general gobernador de la ciudad y reino de Valencia, con sede en la ciudad de Valencia, ejercía su jurisdicción desde la frontera de Cataluña hasta Jijona. Y el de portantveus de general gobernador de la ciudad de Orihuela y reino de Valencia más allá de Jijona con sede en Orihuela, la ejercía más allá de Jijona hasta la frontera con Murcia.

Durante la Edad Moderna los dos gobernadores o portantveus se convirtieron en los principales auxiliares del virrey en el mantenimiento del orden público. El de Valencia asumía interinamente las funciones del virrey en caso de ausencia o enfermedad.. Por otro lado el gobernador de Orihuela, residía temporalmente en Alicante ciertos periodos.

[2] Antonio Espino López, catedrático de historia de la Universidad de Barcelona. GUERRA, FISCO Y FUEROS, LA DEFENSA DE LA CORONA DE ARAGÓN.

[3] Victor-Marie d´Estrees (París 30 de Noviembre de 1660-Idem 27 de Diciembre de 1737) Mariscal de Francia, más conocido como Mariscal d´Estrees.

[4] El Alfolí de la sal servía para depositar la sal transportada en barcas. Con el ensanche de la ciudad este edificio quedó apartado del mar y con ello se formó una plaza que  se denominó plaza de las barcas. En el siglo XIX el edificio se utilizó como cárcel, y en ella fueron confinados cuatro convictos del asesinato de Manuel Lucas Rocamora, vecino de Cox.

[5] Revista de fiestas de Aspe “La Serranica”-año 1996  pág. 24-28-Edit. Excmo. Ayuntamiento de Aspe.