TEXTO E. DE GEA

LUNES 29-08-2016images

La  portavoz adjunta del Grupo Parlamentario Compromís Mireia Mollà ha presenetado una proposición no de ley donde solicita que las Corts Valencianes insten al Consell a promover la celebración del 75.º aniversario de la muerte de Miguel Hernández. A tal efecto se pide la constitución de un comité organizador y un comité científico; que durante la celebración se difunda la obra y el legado del poeta en toda la Comunitat Valenciana y se destaque  los aspectos relacionados con su carácter de poeta e intelectual valenciano y defensor de la legitimidad republicana y democrática. La proposición solicita al igual que Las Corts Valencianes dediquen  a Miguel Hernández un espacio o referencia  conmemorativa.

En la exposición de motivos se explica que el 28 de marzo del año próximo, 2017, se cumple el 75.º aniversario de la muerte, en la prisión de Alicante, de Miguel Hernández cuyo “universo poético es uno de los más ricos de la lengua castellana  del siglo xx y, a pesar de su corta vida, lo convierte en uno de los  principales literatos en la historia del pueblo valenciano. Por su obra transitan los impulsos propios de su época y, en muchos sentidos, es una puerta a la modernidad literaria que no renuncia a definir la experiencia  y el paisaje de su tierra y de sus gentes”.

Sus orígenes humildes no le impidieron acceder, con inteligencia, esfuerzo  y sensibilidad, a los más importantes autores literarios y artísticos  de su tiempo. Un tiempo, por cierto, lleno de estímulos y ávido de renovación  cultural. La Guerra Civil y el totalitarismo de la posguerra arrasaron estas  expectativas y muchos creadores tomaron partido por la legitimidad republicana y  volcaron obstinaciones estéticas y políticas en su defensa. Este fue  el caso de Miguel Hernández, que escribió poemas estremecedores sobre  el sufrimiento bélico y el ansia de libertad y de paz. El fin de la  guerra supuso para él el inicio de una sucesión de ignominias: condena  a muerte, peregrinar de celdas, enfermedad y separación de una familia  abocada al hambre y el olvido, como primorosamente reflejó en las nanas  más dulces de la literatura. El 1942 iluminó este paseo por las heridas  del amor, de la vida y de la muerte. No es extraño que esta trayectoria vital y poética convierta a Miguel en un símbolo contra la clausura ideológica del franquismo, y sus versos  en signo de lucha de un pueblo hecho viento de libertad. Durante la
dictadura se organizaron homenajes que, a veces, fueron claros desafíos  a la censura. Con la democracia, otros actos conmemorativos han mantenido  vivo su legado, sobre todo entre los jóvenes. No puede la Comunitat  Valenciana, ahora, dejar de lado esta obstinación.