El campus de Orihuela ofrece un máster único en toda España de Agroecología, Desarrollo Rural y Agroturismo
Opinan que dando un valor añadido a sus productos de la huerta se fomenta el desarrollo rural, contribuyendo a conservar el paisaje y la cultura
La actividad académica y de investigación que desarrolla la Escuela Politécnica Superior de Orihuela (EPSO) de la Universidad Miguel Hernández es seguramente igual de desconocida que la huerta tradicional de la Vega Baja para la mayoría de los habitantes de la propia comarca y de su provincia.
El mundo rural en un espacio históricamente agrario como el Bajo Segura es un medio desconocido o casi desconocido sobre todo para niños y jóvenes. La EPSO también, opina David B. López, Doctor Ingeniero Agrónomo, Profesor de Economía Agraria miembro del equipo del titulo Oficial de Máster universitario en Agroecología, Desarrollo Rural y Agroturismo que se imparte desde el campus de Desamparados y que acaba de iniciar su IX edición
Este desconocimiento generalizado se da pese a que en la Vega Baja se sitúa la huerta tradicional en
producción más extensa y mejor conservada de todo el Estado Español y a la vez reconocida por su valor por las instituciones europeas. Además de ser un recurso económico sostenible de primer orden, destaca por valor su natural, etnográfico e histórico. Tanto es así que comenzó la huerta a ser implantada en Al Andalus es decir que lleva más de 10 siglos produciendo alimentos y dando lugar a una cultura agroambiental propia.
No es casualidad que la EPSO se instalara hace ya décadas en la huerta de Orihuela, junto a la pedanía de Desamparados. Investigación, recuperación y fomento de especies autóctonas animales y vegetales y formación son algunos de sus objetivos.
Dentro de la enseñazas destaca por su singularidad el Máster universitario en Agroecología, Desarrollo Rural y Agroturismo cuya directora es Esther Sendra Nadal y la subdirectora Gema Romero Moraleda. El Máster es único en toda España. ¿Por qué?. En palabras de Sendra y Romero por su contenido que interrelaciona los saberes populares agrarios con la agrotecnología y ofrece una visión global del mundo rural. También porque uno de sus objetivos teóricos, el desarrollo rural , se adapta a las características del territorio . “Se forman personas para promocionar el mundo rural y sobre todo para que sus actividades tradicionales sean rentables, continúe su función de elaboración de productos sanos y naturales y evite el éxodo a las ciudades” explican las profesoras. Es decir, se consigue proteger y conservar el medio rural y para ello sus habitantes son fundamentales pero deben poder vivir de ello.
Otra muestra de su singularidad es que recibe alumnos de
prácticamente todos los rincones de la geografía nacional o que muchos de sus ex alumnos y tras su formación, se han convertido en cooperantes de diversas ONGs que actúan en varios lugares del planeta como República Dominicana, Vietnam, Malí, Guatemala o Senegal entre otros países.“Se trata de unas enseñanzas que forman a las personas para que se comprometan con el territorio donde actuarán” subrayan.
A las prácticas tradicionales, fundamento de todo, le aplicamos la investigación para que esas formas de producir alimentos, tanto animales como vegetales perduren con su diversidad y a la vez sean rentables, explican.
Pero la formación que se recibe desde el Máster no solo se aplica en otros países. Aquí también. Es el caso de antiguos alumnos que han formado una cooperativa llamada “A pleno Sol”, radicada en la huerta de la Vega Baja y donde la horticultura que practican se traduce en la venta de cestas semanales para clientes que se suscriben y que apoyan con ello el desarrollo rural y la creación de empleo en nuestro territorio. Ello mediante una venta ecológica de alimentos en canales cortos y sin intermediarios.
A la vez, esta empresa forma parte del llamado sistema participativo, donde otros productores similares intercambian sus productos de temporada.
En solo un ejemplo. Pero otras salidas que han encontrado los
alumnos del máster son su inclusión comités de agricultura ecológica como en Murcia o Comunidad Valenciana. Trabajo han encontrado al igual los estudiantes del Máster al poner en práctica proyectos de agroturismo o realizar trabajos de inventarios del patrimonio cultural asó como realizar guías patrimoniales para las distintas administraciones.
Los profesores y profesoras del master coinciden en algo: Lo infravalorado que está la huerta de la Vega Baja. “Hay que dar valor añadido a sus productos para fomentar el desarrollo rural que contribuye a conservar el paisaje y la cultura; hay que luchar para que la gente deje de estar desconectada del mundo agrario y que la agricultura deje de estar denostada” aseguran.
Opinan que dar valor añadido a lo que produce la huerta permitirá vivir a los agricultores dignamente. Pero para ello hay que innovar mediante la investigación las prácticas agrarias que respeten el medio ambiente y la salud del consumidor, sin olvidar la recuperación de las variedades tradicionales, tanto los productos hortofrutícolas como los ganaderos. “No se puede vivir practicando una agricultura de los años 50, hay que renovar” aseguran para preguntarse: “¿Por qué no existen marcas como la naranja blanca de Orihuela, o las ñoras de Guardamar?”.
La respuesta, añaden: No se sabe explicar el valor de nuestros cultivos, hay que crear la marca “Productos de la huerta de la Vega Baja y así fomentar los productor locales”.
Ponen como ejemplo Francia donde existe una verdadera cultura rural generalizada o determinadas zonas de España donde sus productos “tienen etiquetas”.