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Ejemplos de casta por Pepe López

26-06-2014

Casta, “grupo que forma una clase especial y que tiende a permanecer separado de los demás”. Eso dice la RAE al respecto. Aquí, algunos ejemplos para quienes aún no lo entienden, no quieren entenderlo o creen que quienes usan y abusan del término solo merecen desprecio y desdén: Willy Meyer, Arias Cañete, Rosa Diez, Magdalena Alvárez o Juan Carlos I. Pero hay más, muchos más,

Casta es, para empezar, llamarse Willy Meyer y formar parte de un partido, IU, que lleva en su adn electoral la lucha contra los paraísos fiscales y las sicav como fórmula de expolio de la obligación tributaria de todo ciudadano y ser tú mismo dueño y señor como europarlamentario que has sido durante diez años de un plan de pensiones de la UE que pagan los ciudadanos, radicado en un casi paraíso fiscal y no dimitir hasta que un medio digital comoInfolibre saca tu nombre a la palestra y tu partido te exige el acta. Casta fue firmarlo y excusarse en que no sabías, no leíste, ya sabes aquello de que el desconocimiento de la ley no es excusa de su cumplimiento y decir en tu dimisión que tu decisión tiene que ver con la coherencia.

Casta es llamarse Miguel Arias Cañete y como tu partido, el PP, no cree que eso de las SICAV sea privilegios de ricos sino desgracia de pobres, y cuando tu nombre es citado como otro más de los al menos 39 eurodiputados beneficiarios españoles del artilugio fiscal, mirar para otro lado como si el tema no fuera contigo y levantarte sin siquiera sacudirte el polvo porque polvo y tu sois como elementos extraños que nunca se mezclan.

Casta es también llamarse Rosa Díez, haber disfrutado del plan de pensiones de la CE ahora en cuarentena y ser tú y tu partido regeneracionista patrocinadores en 2011 de una iniciativa legal que pedía acabar con todo tipo de privilegios fiscales tipo sicav y demás y cuando tu nombre es citado como beneficiaria del artilugio financiero ese, seguir defendiendo que lo tuyo es incompatible con los privilegios porque, debe ser, que hay quienes de nacimiento son incompatibles a todo tipo de corrupción, a todo tipo de privilegio y ello pese a la que la evidencia es la que es.

Casta es, ya puestos, tener labores ejecutivas y de dirección de un partido político que tiene colocados a dedo a un centenar de trabajadores en el Tribunal de Cuentas que debería (?) analizar la transparencia de tus cuentas y tratar de hacer ver que eso nada tiene que ver con los privilegios de algunos sino con el mérito y el esfuerzo.

Casta es ser rey abdicado, haberse llamado Juan Carlos I y maniobrar para forzar la ley para que tú y tu familia sigáis acogidos al fuero de los aforados del que, dicho sea de paso, ya disfrutan otros diez mil escogidos más -hay países donde no hay ni uno- y ello pese a haber proclamado tu mismo y con solemnidad un día de navidad que “todos los españoles somos iguales ante la Ley”, pero se ve que hay unos son más iguales a otros.

Casta es llamarse Magdalena Alvárez y el día que dimites de tu alto cargo en el Banco Europeo de Inversiones cargar contra otros y no reconocer que tu imputación en el caso de los ERES es ya de por sí misma razón más que suficiente para que el relevo se produjese a voluntad y petición propia y no porque un gobierno como el español haya maniobrado hasta la indecencia para quitarte de enmedio y colocar a uno de los suyos, a uno de su propia casta.

Casta es ser cargo o alcalde de un partido, en este caso del PP, por ejemplo llamarse Adrián Fernández y antes las demandas de la Defensora del Pueblo y del PSOE para que se abran los comedores escolares en verano que palíen el hambre y la desnutrición infantil en un país encogido de derechos y de vitaminas, oponerse a la medida porque da mala imagen y estigmatiza a los niños… como si la falta y el hambre no fueran ya de por sí el peor de los estigmas. O decir, como ha dicho un concejal de Ciudad Real, que hambre, en este país, siempre ha habido y no presentar acto seguido disculpas y dimitir del cargo y por este orden.

Son éstos ejemplos cogidos al hilo de una actualidad rabiosa y reciente de lo que algunos entienden por casta, ese palabro que tanto duele y escuece a quienes disfrutan de esa condición sin entenderla y que tanto está haciendo por la desafección política en un país tan necesitado precisamente de política para acabar con tanto privilegio de algunos que no acaban de entender que antes de predicar hay que repartir el trigo. Coherencia es la palabra. En twitter @plopez58