Un alfarero que recupera el pasado en las cuevas de Rojales
TEXTO Y FOTOS E. DE GEA
VIERNES 15-05-2020
El restaurador y alfarero, Vicente Mora Costa, transforma con sus manos, como viene haciendo el ser humano desde hace milenios el barro y la arcilla en objetos elaborados y convertidos en obras de arte. Pero además su caso presenta varias particularidades. Una de ellas es que su taller artesanal se ubica en una de las cuevas excavadas en el siglo XIX en los cerros que circundan el casco urbano de Rojales, un conjunto etnológico subterráneo que fue habitado por familias hasta los años 60 de pasado siglo y hoy, reconvertidas en un zoco artístico artesanal que da cobijo a decenas de artesanos. Otra singularidad de este ceramista es que reproduce fielmente piezas de barro halladas en distintos yacimientos arqueológicos de distintos periodos históricos como la etapa ibérica, neolítica o romana. Las piezas una vez torneadas y pintadas a mano son quemadas a fuego lento en un horno a leña a a las puertas de su cueva. Son necesarios casi mil grados de temperatura para dar consistencia al barro y hacerlo duradero.
Dos días debe utilizar para que el proceso sea el adecuado. Sus creaciones tras ser torneadas son decoradas a mano, a base de oxido de hierro que da tonos anaranjados y rojizos, y van desde trazos geométricos hasta motivos florales (como palmeras), pasando por figuras zoomórficas (animales como el lobo) o antropomórficas (damas y guerreros). Ahora experimenta con pigmentos para conseguir el tono rojizo de la terra sigilada romana. Con 30 años a sus espaldas torneando el barro, Vicente Mora, destaca su atracción “desde siempre” hacia la cultura ibérica y especialmente hacia las cerámicas y decoraciones halladas en La Alcudia de Elche .
“La Alcudia de Elche es mi principal inspiración; causa asombro ver los trabajos de nuestros antepasados y su creatividad”, destaca Vicente Mora que entró en el mundo de la alfarería de la mano del ex restaurador del museo arqueológico provincial, Vicente Bernabeu, a quien conoció, en excavaciones de yacimientos ibéricos como el del Cabezo del Lucero de Guardamar o la Isleta del Campello. Mora también participó en la restauración de la rábita califal de Guardamar, donde ejerció como profesor de restauración en una escuela taller.