“Yo a Cuba, tú a Suiza… (A mi querido Andrés Ballester)”

Carlos Bernabé

KBernabéByN

ORIHUELA 15-10-2015

La semana pasada fui invitado a una tertulia sobre el AVE en el Casino Orcelitano. Durante los preparativos, el moderador insistió mucho en hablar en términos de futuro, repitiendo que no tenía sentido referirse al pasado o atreverse a cuestionar el proyecto puesto que “ya estaba ahí”. Discrepo profundamente, si algo enseña la historia es que el pasado no es una entidad estática, una “cosa que está ahí” sino una interpretación a través de la que puede cuestionarse el presente. Según cómo miremos el ayer, nos posicionaremos de un modo determinado hoy para construir un mañana. No hablar del pasado es la manera más rápida de perder el control sobre el futuro. Por ello,una de mis apuestas en la tertulia fue introducir una interpretación más crítica respecto al proyecto del AVE para , así, impugnar y no repetir las políticas que lo promovieron.
Básicamente reseñé (igual que hizo Miguel Ángel Robles), que España tiene una cantidad desproporcionada de alta velocidad (sólo China tiene más km); sin embargo, somos el último país del mundo en número de pasajeros por kilómetro de AVE (10.000 frente a los 60.000 de Francia o 100.000 de Japón). También recordé que ninguna línea de Alta Velocidad es ni será rentable según las investigaciones realizadas, habiendo costado más de 40.000 millones de euros públicos (más unos 100 millones de mantenimiento anual). ¿Qué sentido tiene tamaño desastre? ¿Acaso son estúpidos nuestros dirigentes?
Nada de eso, pues numerosos magnates vinculados al Ibex-35 y la élite económica se han benefciado de este proyecto mediante las subcontrataciones pertinentes. Otra evidencia que dio el propio Robles es que el uso del AVE recae, principalmente, en los más opulentos de la población.
Mi intención era contribuir a romper la falacia que algunos alimentan desde un discurso falsamente progresista alegando que el AVE es un buen proyecto que ha sido mal gestionado. No, el AVE es lo que es, un proceso que ha puesto ingentes recursos
públicos al servicio del lucro privado. Infraestructuras pensadas en benefcio de la élite que las construye y no del pueblo que las sufre. Además, esta posición crítica también tiene utilidad política. Partiendo de esas premisas, nuestro ayuntamiento podría declarar a Orihuela ciudad perjudicada por las obras del AVE e iniciar un proceso de negociación con ADIF y el ministerio de fomento, basado en la lucha por los intereses y necesidades de nuestra ciudad, exigiendo indemnizaciones y desagravios.
El AVE ha sido una herida en nuestro territorio, seamos, al menos, dueños de su cicatrización para que no se repita. Quizá no se trata de luchar por una parada de AVE que cogerá un mal puñado de turistas y ejecutivos (sólo excepcionalmente la gente
corriente), sino de luchar por cosas mucho más sencillas que diversos gobiernos nos han negado. Cercanías dignos y modernos para estudiantes y gente trabajadora, para que la gente pueda disfrutar un territorio conectado por un transporte público sostenible, ecológico, y accesible.
Sin embargo, no debió gustar mi intervención al ínclito Andrés Ballester. El exdiputado del PP solicitó el micrófono para mandarme, literalmente, “a Cuba o Venezuela”.  Sinceramente, creo que quienes han gestionado activamente un modelo político fracasado, corrupto y basado en los recortes sociales tienen poco que enseñarnos.
Como Andrés Ballester desde el parlamento autonómico, cuyo broche como parlamentario consistió en defender el indulto para el corrupto exalcalde de Torrevieja, o el propio Alcalde, desde su papel como alto cargo de la sanidad valenciana.
Hay, sin embargo, un aforismo atribuido a Galileo que reza que “ninguna persona es tan ignorante como para no aprender algo de ella”. Traducido a la política, podría afrmarse que “ninguna persona es tan distante ideológicamente como para no aprender algo de ella”. A menudo trato de escuchar, disfruto y aprendo con gente muy distante de mis posiciones. El problema es que argumentaciones pueriles como las del señor Ballester difcultan mucho la confrontación de ideas en condiciones de respeto. En cualquier caso, para rebajar tensión, pensé en ofrecerle un pacto: “yo a Cuba y tú a Suiza”. Al fn y al cabo seguro que él goza de numerosas amistades de partido en el país alpino, y si, según Ballester, mis opiniones no caben en España, quizá su intolerancia tampoco. Pero algunos estamos hartos de las huidas. Somos muchas las personas que hemos decidido no huir de nuestros países ni ciudades mientras podamos evitarlo. Queremos transformar un país injusto y un modelo urbano insostenible. Porque ya está bien de que los mismos que han creado y desarrollado un modelo social condenado al fracaso e incompatible con la democracia, vayan dando lecciones de gestión política. Ya está bien de que el
mismo nido de prepotentes que ha provocado el hundimiento de nuestra sociedad, se dedique a mandarnos a Latinoamérica precisamente porque no pueden justifcar las barbaridades que han provocado en Europa. Éste es el territorio donde el azar nos ha hecho vivir, y trabajaremos por cambiarlo profundamente, por mucho que le pese a
ciertos señoritos.
Así que, puestos a echar gente del país, como propuso el señor Ballester conmigo, sugiero un programa de intercambio: exdiputados recortadores a cambio de españoles exiliados. Yo propongo mandar a Ballester a Suiza con sus colegas de partido a cambio de que vuelvan jóvenes precarios de Inglaterra y Alemania. Es más, le pago el billete. Pero sólo de ida.