¿HASTA DÓNDE? ¿HASTA CUÁNDO?. Antonio Martínez Charcos
¿HASTA DÓNDE? ¿HASTA CUÁNDO?
Antonio Martínez Charcos
Formentera del Segura 08-09-2015
Cuando observo entristecido a qué niveles
se ha llegado a degradar la raza humana,
que a fanáticos permite, en sus corceles,
gumía al cinto, fusil con su canana,
asesinar sin piedad “a los infieles”,
y a la gente exterminar, por ser cristiana;
me recuerdan a otros tiempos y otras hieles,
y a otra guerra y su matanza draconiana.
Si se extrajeran millones de toneles
de negra sangre, que de la tierra mana,
necesaria para coches y bajeles
de la industria anglosajona-americana;
generales con estrellas y laureles
de lejana tierra, próspera y lejana,
en el carro de la mítica Cibeles,
con el ansia vengativa de Diana,
mandarían arrasar a sus lebreles,
a la chusma “yihadista” musulmana
imponiéndoles eternos aranceles
con su consabida táctica truhana.
En los hombros de los padres, churumbeles
van pasando de aduana en aduana,
sin más ropa, ni cobijo, ni aguamieles,
que la gente dadivosa, más cercana,
que sin ánimo de lucro ni oropeles,
hace entrega en esa ingente caravana.
Este éxodo aún pasa los niveles
de otra marcha, indonésica y birmana,
que al capricho de unos sádicos proeles
fueron pasto del marrajo y pasticana.
O de aquéllos infernales carruseles
en el África central, subsahariana;
donde millones de seres, sin papeles,
sobreviven de una forma deshumana
bajo plásticos atados con cordeles
y sin el agua vital, ni palangana,
porque gobiernos corruptos y crueles
asolaron el país, a la “troyana”.
Esta imagen que difunden en carteles
y que hoy la prensa da en primera plana,
donde un niñito de angélicos caireles
y una carita de blanca porcelana,
por políticas de mágicos luzbeles
yace muerto en la península otomana,
representa a los “Pepitos” y “Danieles”
de esta vieja Humanidad que se desgrana.
Los Gobiernos, eufemísticos bedeles,
tocan raudos a rebato la campana,
ordenando a sus adustos coroneles
elevar más la alambrada en la mediana.
Se les marcha la bondad por los dinteles
y se cuela la maldad por su ventana;
al tiempo que allá, en el Cielo, los rabeles,
le acompañan a la madre con su nana.