LOS CALORES DE MAYO.

El Cojense

 JUEVES 14-05-2015

            Los calores de Mayo son de notar este 2015. Nadie dirá lo contrario. Y si los funcionarios de los juzgados de Orihuela protestan por las consecuencias de las inveteradas averías de los sistemas de refrigeración, tampoco les voy a contradecir, que sus razones tendrán. Pero también hay que decir, y lo diré pese a que a muchos les importe una higa, que estos calores mayenses ni son nuevos ni los artilugios del aire acondicionado tan antiguos, por que tirando la vista atrás hasta donde nos llega la luz de la memoria, por estas fechas isidriles del santo patrón de los agricultores, en muchos pueblos de la Vega Baja ya teníamos la trilla de la cebada hecha y la paja en el pajar, que buena falta hacía también para el ganado. Y para eso era preciso el calor de Mayo, pues sin calor ni se agosta la mies para la siega, ni se trilla la parva, ni se aventa el grano con el viento que suele soplar en las tardes de los días soleados. Y como esto que digo viene sucediendo desde que Noé plantó la viña, bebió su mosto y se embriagó -¡qué bien lo resume la Biblia en pocas palabras!-, no sé a qué viene tanto aspaviento ni tanto locutor de radio y televisión explicando viejas obviedades.

            Todavía añado a lo dicho, aun a riesgo de hacerme pesado, que bastantes segadores preferíamos trabajar cuando el sol calentaba lomos, pues la mies se dejaba cortar por la hoz con menor esfuerzo que en los días nublados o con humedad relativa alta, como sucede a primera hora del amanecer. El calor era molesto, pero cundía la faena, y si la siega era a destajo se acababan antes la tarea y la jornada de trabajo para volver al pueblo.

            Para combatir el calor, fuera en Mayo o después, ya se pueden imaginar el remedio: agua de botijo y sombra de morera, que abundaban entonces en la huerta, aunque cualquier segador hubiera dado un riñón por un puesto de trabajo sentado y a la sombra, cambiar la hoz por un lápiz, y el jornal eventual por un sueldo fijo que diera confianza en el futuro.

            Y si además del aire en condiciones naturales de siempre (no acondicionado), contara con el lujo de un ventilador aunque volaran los papeles de la mesa, miel sobre hojuelas y felicidad completa. Pero ahora parece que nos hemos vuelto más blandos, o más exigentes, no se.