Primero fue, desde hace décadas y con la construcción de la presa de Ojos, el robo de caudales de los recursos propios de la cuenca del Segura a sus propietarios legítimos, los agricultores de regadíos tradicionales, según vienen denunciando colectivos conservacionistas, sociales y sindicatos agrios, y negado continuamente por las distintas administraciones.
Después la venta por parte de la Junta de Hacendados de la Vega Media del Segura, autorizada por la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS), de parte de sus aguas (a principios de año) . Ahora se están dando los primeros pasos para que las aguas embalsadas en los pantanos de la cuenca del Segura puedan venderse a los nuevos regadíos. Los usuarios del Sindicato Central de Regantes del acueducto Tajo-Segura (Scrats) que agrupa a un total de 80 comunidades de regantes de Alicante, Murcia y Almería con 200.000 hectáreas de cultivo han abietrto la veda para disponer de las aguas propias del Segura en situaciones excepcionales, (reducción de la llegada de cuadales del Tajo) pagando un precio por ello, como si se tratara un banco de agua.
Su presidente José Manuel Claver explica que se pretende disponer de aguas del segura en casos de emergencia, no de grandes volúmenes pero si para completar las dotaciones en escenarios de emergencia.
Esta petición va unida a críticas hacia al PP por renuncia al Plan Hidrológico Nacional, posiblemente debido a la cercanía de las elecciones locales, autonómicas y generales nacionales.
Por ello además reclaman que se disminuya el precio del agua desalinizada, seis veces más cara que la del trasvase del Tajo y claro, que el ministerio de Medio Ambiente elimine las trabas de los bancos de agua.
La propuesta del Scrats, en caso de aprobarse, llevaría seguramente a la desaparición de las huertas tradicionales, entre ellas la de la Vega Baja. Sobre todo por el precio que se oferta por el agua. Un ejemplo de ello es el caso de la operación de la Junta de Hacendados de Murcia que han recadado entre uno y dos millones de agua por ceder varios hectómetros cubicos . Es decir que se ganaría más dinero vendiendo el agua que por concesión les pertenece a los regadíos tradicionales que utilizándola para cultivar.
Este declive de la agricultora tradicional afectaría a miles de familias y puestos de trabajo. Recordar que por ejemplo la huerta del Bajo segura es el sector la que más puestos de trabajo esta creando desde la crisis. Además afectaría, al no ser utilizada, a un espacio agrícola como es la huerta que ha demostrado sus sostenibilidad durante más de 1.000 años. También a su paisaje histórico-cultural- agrario.