LA EMISIÓN DE PAPEL MONEDA POR EL CONSEJO MUNICIPAL DE SAN MIGUEL DE SALINAS. AÑO 1937
TEXTO Tomás Vte. Martínez Campillo

2 pesetas

Son las nueve de la noche del miércoles 3 de noviembre de 1937. Los consejeros Wenceslao Vicente García, Cayetano Fructuoso Martínez, Joaquín Fresneda Galant, Juan Antonio Hernández Andrés, Victoriano Martínez Cuenca y Francisco Lorente Valero, han ocupado con puntualidad sus asientos en la sala de juntas del ayuntamiento. El Consejo Municipal tendrá que tomar una importante decisión, aunque no es la primera vez.
Los comentarios intrascendentes e incluso jocosos que han intercambiado mientras subían las escaleras no ocultan la preocupación que sienten los máximos representantes de los vecinos de San Miguel. La guerra no marcha bien para la República, y aunque el frente se encuentra lejos las malas noticias sí golpean en la retaguardia el ánimo de los republicanos. El gobierno ya se ha trasladado a Barcelona. Hace dos semanas ha caído Gijón, y con esa ciudad todo el Frente Norte. La ofensiva contra Zaragoza no pinta bien.
El alcalde, José Barcelona Clemente, declara abierta y pública la sesión, y el secretario, Rafael Mellado, da lectura al borrador del acta de la sesión anterior que es aprobada por unanimidad. Los puntos del orden del día son rutinarios, a excepción del que hace que esta sesión sea especial: la emisión de papel moneda fraccionario local por parte del Consejo Municipal. Es la segunda vez que el ayuntamiento tiene que hacer frente a esta situación. San Miguel, al igual que muchos de los pueblos ubicados en zona republicana, se enfrenta a la escasez de «calderilla» con la que los vecinos realizan sus compras. Los consejeros saben perfectamente que la escasez de moneda fraccionaria, que ya se dejó sentir a finales del año anterior, está motivada por el acaparamiento de la gente, porque el valor de la plata con que están hechas las monedas (valor intrínseco) puede ser mayor que el que representa acuñado en ella (valor facial). Incluso el mismo Gobierno de la República también ha acaparado moneda, por el valor de la plata, provocando escasez en su circulación.

50 centimos

Los miembros del Consejo conocen que por ese afán de acaparamiento, el Ministerio de Hacienda ya había tomado en octubre de 1936 la medida de emitir certificados de plata de 5 y 10 pesetas para conseguir que los particulares entregaran al estado su acopio de plata, y que en enero de este 1937 había dictado la prohibición de las emisiones locales de papel moneda: vales, pagarés, talones o cualquier otro medio.
Saben también que en el mes de marzo el estado ha emitido monedas de bronce de 1 y 2 pesetas, pero todavía no han llegado al público. Y saben que deben volver a hacer lo que ya puso en práctica el ayuntamiento en el pasado mes de febrero porque los billetes emitidos entonces ya están muy deteriorados y urge su recambio. Así, “a propuesta de la presidencia y ante las dificultades que se encuentran en los distintos comercios y demás establecimientos públicos de esta población, para el cambio de papel de billetes del Banco de España, se acuerda por unanimidad que por este Consejo Municipal se haga una emisión de papel moneda fraccionario en cantidad de 48.375 Ptas en Vales o Billetes estampillados, distribuyéndose esta expresada cantidad en la forma siguiente: 2.500 billetes de 0,10 ptas; 2.500 id de a 0,25 ptas; 5.000 id de a 0,50 ptas; 15.000 id de 1’00 ptas y 15.000 id de a 2’00 ptas y cuyos Billetes llevarán también estampilladas las firmas de Alcaldía-Presidencia, Depositario Municipal y Secretario de este referido Consejo Municipal”. La emisión del mes de febrero había sido sustancialmente menor: 7.000 pesetas en papel moneda con valores de 1 peseta, 50 y 25 céntimos.
En unos días volverá a circular la «calderilla» de papel, con más fracciones de moneda y en billetes relucientes. Son las once menos veinte de la noche cuando el Presidente del Consejo Municipal da por terminado el acto. Los consejeros van abandonando la sala con la esperanza puesta en que la suerte cambie para la República.