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Habría muchas razones para considerar que José Cholbi (PP) y Ángel Luna (PSOE) no eran, no son, las personas adecuadas justo en este preciso momento para ocupar el número 1 y 2 de la Sindicatura de Agravios de la Comunidad Valenciana. Había, a juicio de este periodista, muchas. Aquí van algunas.

JOSÉ CHOLBI (PP) SEGUIRÁ DE SINDIC DE GREUGES DE LA COMUNIDAD VALENCIANA OTROS 5 AÑOS

José Cholbi, 76 años, falangista con Franco y el hombre de la Marina Alta que estuvo en todas las fotos de la derecha y del centro derecha desde que la Transición echó a andar, había cumplido sobradamente su ciclo. No solo por la edad, que puede que también, sino porque quienes saben cómo funcionaban estas cosas en la casa, conocen que su mayor mérito ha sido en su última época que “dejaba hacer”. Pero el momento y la situación actual de la Comunidad Valenciana, batiendo récord de miseria moral, social y económica, necesitaba posiblemente no solo de gente que “dejara hacer” sino de gente que estuviese en disposición de querer hacer. Y ahí hay dudas.

Su continuidad, la de Cholbi, asegura al PP un cierto control de una de las pocas instituciones que puede, de cumplirse las encuestas electorales, seguir gobernando tras las próximas autonómicas, al tiempo que un previsible languidecimiento de una de las pocas instituciones capaces de algo tan necesario y saludable como sacarlos colores al Poder, así escrito de alta.

Ángel Luna, mucho más joven, 62 años, pero con una larguísima y polémica trayectoria en el desempeño de cargos públicos, salvo el periodo en el que trabajó como abogado para el empresarioalicantino Enrique Ortiz tras abandonar el Ayuntamiento, no parece ser, posiblemente, y bien que por razones distintas, tampoco el perfil adecuado para el cargo. Al menos si se quería dotar al mismo no solo de la legitimidad de derecho, que la tiene por los votos hoy de los diputados del PP y PSPV en las Cortes Valencianas, sino también de la legitimidad de hecho, la que da una trayectoria y un curriculum.

El desempeño de Ángel Luna de altas responsabilidades políticas como alcalde de Alicante, su duro y significado papel en ladenuncia de la corrupción como Sindic del grupo socialista en la pasada legislatura frente al Gobierno de Francisco Camps, pero, sobre todo, las sospechas que existen sobre su gestión privada junto a Ortiz, no hacen de él a juicio de muchos precisamente el tipo de perfil que este cargo requiere. Las sospechas de parte van a estar siempre ahí. Y eso, seguramente, no ayudará.

Si a estos razonamientos unimos que el acuerdo alcanzado entre PP y PSOE (el resto de grupos, IU y Compromís, se han limitado a recoger los restos del botín) ha llegado tras meses de empozoñamiento político; que el puesto fue ofrecido como regalo de consolación a un Luna que debería haber ido y no fue en las listas a las europeas; que el tercer escalón es para otro hombre, el marido de una exconsellera del PP; y que, como carambola de todo lo anterior, hará que la única mujer que había en la Sindicatura –Emilia Caballero- tenga que dejar de serlo y este órgano, la Sindicatura, se convierta así en una  institución con una cara marcadamente masculina, pues son razones que parece que tampoco ayuda.

Ambos partidos firmantes, PP-PSOE o PSOE-PP, que aquí sí parece valer el dicho de “tanto monta, monta tanto”, pueden tener sobradas razones para sentirse satisfechos y ganadores en la pelea. A buen seguro que es así. Su miopía política y su ombliguismo electoral les impide ver que, muy probablemente, lo que acaban de firmar es, sobre todo, “un pan como unas hostias”. Y cuyo benévolo significado viene a ser algo así como: “Hacer algo mal, equivocadamente, futil, sin tino”.

Más o menos como elegir al tándem Cholbi-Luna para dirigir la Sindicatura de Agravios, nuestro Defensor del Pueblo, en unos tiempos en los que los ciudadanos necesitan realmente ser defendidos. También de ellos. En twitter @plopez58