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El Estrecho de la Arboleja (o de la Agualeja) es de tal belleza, que sólo le falta tener un hemispeo con el que sorprendernos en una curva del camino (una construcción funeraria excavada en sus paredes) como los famosos de Petra en Jordania. Recomiendo pasear por el silencioso fondo de este profundo tajo en la tierra y sentir el hollar de nuestros pasos en su lecho rojizo. Escuchar el silencio de las gotas de agua deslizarse por sus suaves paredes hasta caer desplomadas y estallar en los guijarros del suelo.  Este angosto cañón, horadado por la fuerza del agua subterránea, puede ser una de las siete maravillas pétreas de la región de Murcia y está catalogado como LIG, lugar de interés geológico. 

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Vemos una grieta de hasta unos 20 metros de profundidad y de casi un kilómetro de longitud, por cuyo fondo alabeado se encajó, con el discurrir del tiempo, la Rambla de Lébor en Aledo

El fluir del agua durante miles de años por conductos kársticos subterráneos, desarrollados en unas calcarenitas Miocenas, llegó a producir el colapso del techo de areniscas y conglomerados rojizos y que se “hiciera la luz” para siempre en lo que, hasta ese momento, era un río subterráneo. El camino se encuentra seco en la mayor parte del recorrido. Un hilillo de agua aparece y desaparece en él en función de la permeabilidad del lecho.
Por las paredes húmedas las gotas de agua van deslizándose liberando el carbonato cálcico y magnésico y dejando preciosas estructuras estalactíticas, como vemos en la foto siguiente.
Al salir del cañón y siguiendo el curso del agua, nos encontramos con un enorme algarrobo junto a una balsa de riego tallada en la roca. Una galería, que fue excavada en perfecto túnel, no se muy bien cuándo, conducía el agua de una acequia a través del interior de la ladera sur del barranco.La acequia cruza al otro lado de la rambla por un precioso puente de piedra de un solo arco, que se conserva inmutable al paso de los siglos. 

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Al cruzar el puente y en el escarpe que vemos al otro lado, nos sorprende una antigua casa cueva empotrada en las margas amarillas. Como 
hemispeo nabateo, mimetizado con el entorno pétreo, nos evoca otro tiempo y otra cultura ya perdida, donde el paisaje era tratado con respeto, incluso mejorado por la mano del hombre. Donde lugares como éste eran considerados “santuarios de la naturaleza”, que nos daban lo necesario y nada nos quitaban.No dejes para muy tarde un paseo por el LIG de la Arboleja y siente la historia de nuestros antepasados en los sillares de la antigua acequia y de su puente, y la vida día a día en una humilde casa cueva, hoy abandonada.

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