Plan Hidrológico de la Cuenca del Segura: Lo que le falta y lo que le sobra por Francisco Turrión
NUEVO PLAN DEL SEGURA: LO QUE LE FALTA Y LO QUE LE SOBRA
Lo que le falta al Plan del Segura:
Sumar 400 hm3 más al año de recursos propios de la cuenca.
En efecto, el nuevo Plan Hidrológico del Segura, al igual que el anterior, mutila el ciclo hídrico y esconde en sus cálculos más de 400 hm3/año de aguas subterráneas que no contabiliza. Son las aguas subterráneas que no manan al río Segura y a sus afluentes y que se van directamente al mar o se transfieren lateralmente a otras cuencas vecinas. Es la parte de la lluvia anual que no se evapora y que no fluye superficialmente por esos cauces.
Se trata de un olvido trascendental, pues a este Plan 2009-2015, que se acaba de aprobar por el Consejo Nacional del Agua y que espera salir en breve del Consejo de Ministros bajo la forma de Real Decreto, se le ha olvidado multiplicar el valor de la recarga de acuíferos “no drenantes al río Segura”, que el propio documento calcula en 25,93 mm, por la superficie de la cuenca (19.025 km2). Eso da como resultado 493 hm3/año, y no 93 como dice el Plan.
Es decir, un error que borra de un plumazo exactamente 400 hm3 anuales de agua propia y genuina de la cuenca del Segura y con la que se podría crear nuevos puestos de trabajo, producir nuevos cultivos e impulsar la industria antes de que se pierdan en el mar todos los años.
Además, esos 400 hm3/año “traspapelados” (493-93) proceden del cálculo sobre la serie histórica de lluvias denominada corta (de 1980-2005), que si se considera la serie temporal larga (1940-2009) este error es aún mayor, de 584 hm3/año y no de 93 como dice el Plan también para esta serie
¿Esto qué quiere decir? Pues que en la cuenca del Segura no hay déficit y que el denominado “défict estructural” es un mito.
Pues incluyendo estos volúmenes de agua omitidos y dando por buenos los demás datos del Plan, incluida el del agua desalada, los recursos totales propios de la cuenca del Segura pasan de 1.189 hm3/año, a 1.589 hm3/año (serie corta o de 1.333 hm3/año a 1.824 hm3/año en la serie larga).
A los que hay que sumar los 337 hm3/año de media externos, procedentes del trasvase del Tajo y del Negratín (320+17). Lo que hace un total de 1.926 hm3/año (serie corta y 2.161 hm3/año para la serie larga).
Como, y según el propio Plan, las demandas totales son de 1.744 hm3/año (para el horizonte final del mismo que es el año 2.015) se demuestra que no hay déficit, y si un superávit de entre 182 y 417 hm3/año.
Por tanto, podemos decir que a este nuevo Plan del Segura también le sobra el déficit y le falta hacer bien las cuentas del agua que tenemos.
Otro dato que le falta al Plan: contabilizar los no menos de 50.000 hm3 de agua almacenada en los embalses subterráneos.
Este esfuerzo contable de saber el agua que tenemos embalsada en nuestros acuíferos confinados ya fue hecho en los años 70 del siglo pasado en numerosos estudios hidrogeológicos, y ahora olvidados, del IRYDA, del Instituto Nacional de Colonización y del IGME y estimado, para el conjunto de la cuenca, en mucho más de esos 50.000 hm3.
Una fracción de éstos, bien pudiera ser aprovechada de forma sostenible y compatible con el medio ambiente para generar nuevos regadíos y dotar de agua barata a nuevas industrias; y todo ello para favorecer el progreso social y económico, el crecimiento de la renta y su más justa distribución. Es decir, para lo que en realidad debe servir un Plan Hidrológico a la luz de los artículos 40 y 131 de la Constitución Española.
También a este nuevo Plan le falta, por ejemplo, utilizar los modelos climáticos de la AEMET en sus cálculos de lo que llueve y de lo que se evapotranspira, como dice la Instrucción de Planificación; y estimar mejor la lluvia en las zonas de montaña, que es mayor de la que se dice, por la reconocida carencia de pluviómetros en esas cotas más altas, que es justo donde más llueve, donde nieva y donde más se recargan los acuíferos calizos.
Además, le falta definir y diferenciar en la misma vertical los acuíferos superiores de los inferiores, como se ha hecho en otros planes aprobados ya como el del Duero y como se viene haciendo en el resto del mundo civilizado; ymedir la evolución de éstos en “puntos representativos”, no en focos de bombeo de pozos que distorsionan la medida, dando apariencia de sobreexplotación a lo que es en realidad una mera perturbación local de la superficie piezométrica.
Y le sobra, en mi opinión, “leyes de punto final” ancladas en el siglo pasado, que dificultan la necesaria seguridad jurídica; como la de declarar legales los regadíos sólo anteriores a 1998, fecha de aprobación del actual Plan. Y los regadíos posteriores, ¿Qué hacemos con ellos?
Y sobre todo, a este Plan 2009-2015 le sobra insólitas prohibiciones, como la de no poder regar nuevos cultivos con pozos de menos de 7.000 m3/año, algo que si permite la Ley de Aguas, de mayor rango legal; o como la de prohibir pozos de este tipo cuando la finca ya disponga de agua potable de la red municipal, limitación ésta que el propio TSJ de Murcia ya ha calificado en varias sentencias de “despilfarro” contrario a dicha Ley, pues se fuerza a los ciudadanos a que tengan, por ejemplo: que llenar la piscina de un chalet o regar sus jardines con agua potable urbana, porque no se les autorice ejecutar un pozo común para estos usos, o a dar de beber al ganado estabulado agua municipal cara, cuando se puede obtener de pozo 20 veces más barata.
También la prohibición de nuevas concesiones en acuíferos confinados inferiores o “no drenantes al río Segura”, donde se embalsas esos más de 50.000 hm3 y por los que discurren los más de 400 hm3/año “ocultos” que se pierden en el mar y de los que hablábamos antes.
Resumiendo, al Plan le sobra el déficit y le falta agua; le falta ciencia y le sobran prohibiciones en materia de aguas subterráneas. En definitiva, ignora estas otras aguas que son vitales para que un Plan Hidrológico sea útil a la luz de los artículos 40 y 131 de la Constitución Española; y cuyo fin es, como decíamos más arriba, el de favorecer el progreso social y económico, armonizando el desarrollo regional y sectorial, el crecimiento de la renta y su más justa distribución y el pleno empleo. Menos mal que en 2015 este “Plan ilógico” muere y nace otro nuevo ya en fase de alegaciones iniciales ¡A ver si tenemos más suerte con el próximo!