Ballenas, mastodontes y micromamíferos: tafonomía en el Bajo Segura por Joaquín R. Sendra
Curioso título, pero cierto. Cuando un paleontólogo trabaja ha de nutrirse, ante todo, de aquellos otros que le precedieron y que dejaron registro escrito de los hallazgos. Muchos se han interesado por estas cuestiones, y en lo que actualmente se denomina Comarca del Bajo Segura (sur de la provincia de Alicante) hay varios estudiosos que dejaron huella. Uno de los más famosos internacionalmente es Christian Montenat que puso la base estratigráfica del sureste español, allá por los años setenta del pasado siglo XX. Pero anterior y posteriormemente hubo otros muchos (no los citaré a todos) que también investigaron estas cuestiones desde diversas perspectivas. Algunos estudiaron las fallas tectónicas que producen los famosos y temidos terremotos. Otros ampliaron y redefinieron la estratigrafía. Y otros hemos abundado en la diversa paleontología y paleoecología, o en los cambios paleogeográficos. La verdad es que con la especialización de los campos de estudio constreñimos nuestra visión porque es el mal menor de dicha especialización. Mi relación científica y de amistades con el Bajo Segura y sus gentes comenzó a afianzarse firmemente a finales de aquellos años ochenta.
Pues antes de todo esto está la figura de Don Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás, al que reconozco tenerle admiración personal. Aunque por edad nunca le conocí personalmente, si que conozco sus escritos. En 1908 escribe en el tomo VIII del Boletín de la Real Sociedad española de Historia Natural una serie de consideraciones -variadas- de lo que hoy conocemos como Bajo Segura. Entre ellas se encuentra una disertación, breve pero muy acertada, sobre la existencia de cetáceos fósiles entre el área de Rojales – Guardamar del Segura, en lo que entonces se conocía como Saheliense pero hoy definimos como Plioceno.
El hecho que voy a constatar es que dentro de estos sedimentos de mar / marisma cambiante, Jiménez de Cisneros identifica un metatarso de ungulado (figurado en el documento) un diente de posible cocodrilo (dibujado con esquema, y va a ser que si) y caparazones de tortugas del género Trionix.
En los diversos estudios realizados por mi mismo a colación tanto de la Generalitat Valenciana, Diputación de Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil – Albert, I.V.E.I., Universitat de Valencia, Museo de Rojales, Museo de Guardamar del Segura y empresas privadas en diferentes momentos, puedo dar fe de que no solo eso es cierto, sino que además y gracias a muchos colaboradores han aparecido, mastodontes, suidos -jabalies-, bóvidos, sirenios y ballenas o delfines en una ámplia variedad de asociaciones. La última sorpresa fue cuando al levantar con uno de los directores de los museos de la zona un trozo de costilla de unos dos metros, en el sedimento subyacente se encontraban restos fósiles de micromamíferos continentales. Tal cual es la rica complejidad de esta zona. Este detalle me hizo sospechar que este conjunto inusual de fósiles que se habían enterrado juntos hace entre dos y tres millones de años, debían estar muy cerca de la playa y observando con detalle los estratos de los alrededores descubrimos el fondo de una playa somera con un paleosuelo (un fondo de mar fosilizado) con fósiles insertados sobre esta superficie dura típicos de la zona intermareal o de salpicaduras que existe hoy en día en algunas playas actuales. Era una playa fósil, lo cual explicaba coherentemente la existencia de restos marinos arrastrados de la mar por el oleaje (ballenas) y restos continentales (ratoncitos, ardillas, micromamíferos en general) transportados por la corriente del cauce antiguo del Río Segura.
Y ahí entra la Tafonomía. Es una parte de la paleontología que a través del conjunto -y no solo del fósil- extrae conclusiones, como si fuéramos un CSI. De hecho es exactamente así: se observan unas evidencias sobre o alrededor del fósil que pueden ser medidas y catalogadas y el entorno geológico nos sigue hablando de cómo, cuando y en que circunstancias se produjo el enterramiento definitivo de los fósiles que hemos rescatado y ofrece datos paleoambientales. Si se sabe escuchar, claro.
Todavía estamos en ello, rescatando y estudiando materiales fósiles con la finalidad que queden a disposición pública en los respectivos museos el material para posteriores estudios. Don Daniel Jiménez de Cisneros y Hervás iba muy bien encaminado en sus primeras descripciones de esta zona alicantina considerada.
Un siglo después, tenemos otras técnicas para efectuar estos análisis. Y la zona de desembocadura del Río Segura es por definición cambiante (hasta que le pusieron el corpiño de hormigón armado). Pero Don Daniel tenía razón, hay mezcla de fósiles de procedencia marina, continental e intermareal. Y esto le confiere a este conjunto de yacimientos un valor añadido extra. Gracias a esta particularidad podemos relacionar los fósiles marinos con otros continentales y de esta comparación conjunta, llegamos a conclusiones más generales que nos hacen entender mejor la complejidad de estos ecosistemas perdidos en el tiempo y conocer mejor una parte importantísima de nuestro patrimonio cultural que forma parte de la historia de la vida, y por lo tanto, de la nuestra propia.
Joaquín R. Sendra Sáez
Unidad de Paleontologia
Instituto Cavanilles de Biodiversidad
y Biología Evolutiva (ICBIBE)
Universitat de Valencia