“TRANSPIRACIÓN Y AUTOCONDENSACIÓN INTERFOLIAR”
Rafael Moñino Pérez

MIÉRCOLES 05-10-2022

El título de lo que sigue puede parecer extraño, pero no se me ocurre otro más adecuado al fenómeno que, por pura casualidad, he observado este verano en un joven cabrahigo. Nació esta higuera en un patio a la sombra de un níspero, la arranqué en Mayo, corté el tallo casi por su base para equilibrar la pérdida de raíces y la trasplanté a una pequeña maceta, hasta que a mediados de Julio hice el trasplante definitivo en el macetero de obra de un balcón (foto 1). Ha crecido bastante, pues, cuando la arranqué, el grosor del tallo apenas medía 3 mm., y el 11 de Septiembre ya tenía 2 cm. de diámetro cerca de la base y 59 cm. de altura.

Pero este verano de 2022, obvio es decirlo, no ha sido fácil. El macetero es de forma rectangular y abierto solo por un lateral, lo que reduce la ventilación, y aunque la orientación Este le evitaba las horas de máxima insolación directa del medio día, a últimos de Julio, entre las 10 y las 11’30, tanto los rayos solares directos como los reflejados por las paredes incidían especialmente sobre la planta, la cual se defendía del calor mustiando las hojas y curvando los pecíolos hacia abajo (foto 2), y ahí fue donde, por pura

FOTO 2

casualidad como dije más arriba, observé el fenómeno que voy a relatar y que nunca hasta ahora había visto ni tenía noticia de que ocurriera alguna vez: Una de las hojas apoyaba parcialmente su envés sobre el haz de la inmediata inferior, y de la zona de contacto de entre ambas manaba un hilillo de agua que discurría hacia abajo por gravedad (foto 3).

FOTO 3

Intrigado por el fenómeno, levanté la hoja superior y pude ver que el haz de la inferior estaba mojado en la zona de contacto (foto 4), mientras el envés de la superior estaba tan seco en esa zona como en el resto. +

FOTO4

Confieso que me sorprendió el fenómeno, pues si observamos el haz y el envés de una hoja de higuera, como ocurre generalmente en las hojas palmeadas, el haz es de superficie prácticamente lisa, y los nervios forman una ligera depresión (foto 5),

FOTO5

pero en el envés lo nervios son prominentes (foto 6) y no permiten el contacto íntimo de las superficies internerviales, donde están los estomas, con cualquier superficie inferior. Siendo esto así, previamente al escurrimiento de agua observado en el haz de la hoja inferior por la superposición del envés de la hoja superior, tienen que haberse producido forzosamente tres hechos consecutivos:1) La natural transpiración de agua en los estomas de la superior. 2) La saturación de vapor de agua en la zona de contacto entre ambas hojas; y 3) La condensación de agua en el haz de la inferior. El líquido sobrante de la condensación, escurriendo por gravedad, fue lo que delató el fenómeno.

FOTO 6

En cuanto a las condiciones ambientales, la temperatura a las horas citadas fue de 32 grados a la sombra en el balcón los dos días de observación, y el viento en calma. La humedad no pude medirla, pero por aproximación, el primer día el aire era “HÚMEDO” y el segundo “BUENO”, según señalaba la varilla del frailecillo en la escala de uno de estos higrómetros en el interior de la casa, lo que sugiere que la humedad ambiental es indiferente en este caso.

En cuanto a la defensa de la planta frente el calor reinante en el macetero, pienso en un recurso accidental añadido al de la curvatura de pecíolos hacia abajo y la mustiedad de sus hojas, y es el de que, al existir una zona saturada de agua sobre el haz de la hoja inferior, parte de esa agua puede ser absorbida a través de la epidermis. No conozco datos experimentales que avalen el hecho en casos como este, pero es lógico pensar que, en la economía del agua, las plantas hayan resuelto este problema, puesto que si en condiciones normales absorben por las hojas los abonos y demás productos disueltos en agua que les damos en pulverización, mayores motivos hay para absorber su propia agua en casos de estrés por déficit hídrico como el que se ve en la foto 2.