Regreso a los orígenes del aceite en Crevillent
TEXTO Y FOTOS E. DE GEA
CREVILLENT 09-01-2017
Invierno. Hace unos días. En una vivienda situada en las laderas de la sierra de Crevillent un grupo de amigos se reúnen para continuar llevando a la práctica unas técnicas ya desaparecidas a nivel doméstico, de trasfondo etnográfico, y propios de la cultura popular: la elaboración de aceite virgen extra aprovechando los recursos naturales del lugar y el ingenio de otras épocas.
Los investigadores Antonio Candela, Salvador Fernández y José Luis Alfaro se ponen manos a la obra o más bien en transformar las aceitunas en aceite. Los tres forman parte de un grupo de amigos de recuperación de los oficios y traiciones populares del sur de la provincia de Alicante.
La oliva recolectada hace unos días comienza a ser machacada en un pequeño molino artesanal. La piedra compacta, tallada a mano y de granito gira y gira. El fruto se transforma en una masa viscosa de color rojizo (debido al tipo de oliva) que es llevada a continuación hasta la prensa con espartines de esparto. La masa, producto del chafado, se va colocando cuidadosamente en el primer espartín y así continuamente uno encima de otro. La presión de la prensa comienza su cometido y un líquido comienza a fluir por su parte inferior. Todavía conserva este un color rojizo que perderá horas después tras dejarlo a reposar. El prensado se hace en frío. Así el aceite no pierde sus propiedades aunque su cantidad disminuye. El prensado en caliente da lugar a un aceite de menos calidad.
Cada año y gracias a esta labor Salvador Fernández evita comprar aceite envasado y además el que consume es virgen extra. Se ahorra unos 2.500 euros al año. “Nuestro trabajo etnográfico contribuye a nuestra economía doméstica, y comemos más sano. Pero lo importante radica en la satisfacción de hacer las cosas nosotros mismos, como hace décadas” explican.
Este colectivo de vecinos de Crevillent y de otros municipios de la Vega Baja ponen en valor el pasado reciente, la vida tradicional que pervivió hasta hace unas pocas décadas ligada a la tierra para poder subsistir, con técnicas milenarias que desaparecieron de un plumazo a partir de los años 50 y 60. Una época donde todo se aprovechaba. Incluso el residuo dejado por el prensado de la oliva lo utilizan como alimentos de las gallinas.
La fuente principal del saber de estos investigadores parte de la tradición oral recopilada durante décadas conversando con los más mayores. También de lo que vieron cuando algunos de ellos eran niños. Llevarlos a la práctica es cosa de ellos aplicando un gran ingenio.
Licores, conservas, dulces, jabón o pan entre otros, son algunas de las actividades tradicionales que realizan. Algunos de ellos van más allá en el tiempo, y como hace miles de años hacía el ser humano, tallan en silex diferentes objetos y herramientas de la prehistoria, trabajan el cristal de Murano transformándolo en replicas de joyas púnicas. También hacen telares tradicionales aprovechando sus conocimientos en el sector del textil.
Ello sin olvidar los importantes datos que tienen acerca de los usos antiguos de la medicina tradicional cuya base principal se basaba en la utilización de plantas y animales. “No estamos hablando de cosas o de una forma de vida de hace miles de años. Se practicaban hasta bien entrados los años 50. A partir de ese momento todo cambió” explican los investigadores.