“VEGETACIÓN ENGAÑOSA”. Por Rafael Moñino Pérez
TEXTO Y FOTOS Rafael Moñino Pérez
Agente de Extensión Agraria
VIERNES 05-02-2016
El refrán que dice “ojo, que la vista engaña”, es bastante exacto en esta curiosidad botánica que les ofrezco del rincón ajardinado de una residencia de ancianos. A simple vista al ver la foto, alguien diría: “Veo dos cactus gigantes y dos palmeras; de ellas, una pequeña y otra algo mayor de varios troncos”. Bueno, eso es lo que parece, pero en realidad cactus no hay ninguno, y palmeras solo hay una, la de varios troncos al fondo de la imagen.
Lo que parecen cactus gigantes son dos ejemplares de Euphorbia
ingens,de la misma familia, las euforbiáceas, a la que pertenecen plantas tan conocidas como la llamada poinsetia o flor de pascua (Euphorbia pulcherrima) y las vulgares lechetreznas que vemos como malas hierbas en la huerta. Lo que se ve en el centro, en primer término, es un ejemplar macho de Cycas revoluta (hay un ejemplar hembra que no sale en la foto, pero se incluye aparte). Estas falsas palmeras, de la familia cicadáceas, están más emparentadas con los pinos y resto de coníferas que con las palmeras. También son de las primeras plantas que produjeron semillas, auténticos fósiles vivientes de hace ochenta o cien millones de años que han llegado hasta nosotros sin evolucionar, sobreviviendo a los dinosaurios, y a los que seguramente dieron sombra y comida. Su parecido con las palmeras, además de su aspecto exterior, incluye el que como ellas también son plantas dioicas, o sea, ejemplares machos y hembras por separado. En cambio, sus primos del grupo de las coníferas evolucionaron a hermafroditas, en las que los órganos sexuales masculino y femenino se hallan en el mismo ejemplar.
Por último, la verdadera palmera del fondo, habrán reconocido en ella a nuestro vulgar palmito (Chamaerops humilis), única palmera autóctona de la península ibérica, que crece silvestre en nuestros montes cercanos y como ornamental en calles y jardines.