Entre tanta mediocridad cultural de pandereta y sectaria pervive un reducto aislado. Olvidado o casi olvidado por los dioses celestiales y terrenales.Artesanos y artistas de distintas disciplinas, músicos y otros seres mantienen un enclave etnográfico casi único en toda la geografía nacional y agrandado por su persistencia e imaginación. En el barrio trogololítico de las cuevas del Rodeo se respira un aire puro alejado de la vulgaridad tan común. Los miembros de la asociación de artesanos ocupan buena parte de este patrimonio subterráneo. Con la asociación cultural Kaleidoscopio mantienen una programación permanente con diversidad de actos, muy aplaudida sobre todo por extranjeros de diversas nacionales y de otras gentes de fuera de Rojales. Algunas de Rojales también. Exposiciones mensuales de alto valor artístico en la sala Mengolero (una laberíntica cueva preparada para estos fines), ciclo de cine y filosofia, talleres o conciertos son algunos de las ofertas trogolíticas.
Este mes de agosto termina tras una continua programación de actos y actividades, organizadas, todas o casi todas, por una serie de personas que creen en este paisaje cultural y etnográfico de las cuevas. Anoche, el concierto ofrecido en las cuevas por Juan Blas Becerra a la armónica y Jools Cooper, voz y guitarra eléctrica, fue un ejemplo de la buena salud, pese a todo, de la vida cultural que emana del Rodeo. La luna llena agrandó la actuación de estos reconocidos músicos a nivel internacional. El primero cuenta con una larga lista de colaboraciones con Seguridad Social, Los Rebeldes, Nacha Pop, The Yardbids, Dr. Feelgoog, Sting, Paul Mccartney o Eric Clapton. El segundo, acompañante en conciertos de David Gilmour (Pink Floyd) o Paul Young además de formar la banda de rock, The Rockets. Muchos deberían tomar nota de la potencialidad singular de las cuevas, de sus posibilidades y sobre todo, tener en cuenta a los seres que dan vida al paisaje de las cuevas.