El fenómeno astronómico del solsticio de verano conecta tres yacimientos ibéricos de Guardamar y Rojales según una investigación del CSIC
TEXTO E. DE GEA
DOMINGO 21-06-2015
18horas y 38 minutos de hoy. Comienza el verano. 93 días y 15 horas, hasta que llegue a su fin el 23 de septiembre con la llegada del otoño. Uno de los momentos del año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es máxima o como se denomina solsticios, una palabra que significa “Sol inmóvil” porque da la impresión de que el Sol apenas mueve su declinación de un día a otro. Se está pues ante el día con más luz del año y justo cuando comienza a declinar. En la actualidad este fenómeno astronómico no tiene la misma importancia para los humanos que hace miles de años.
Para la cultura ibérica sí se trataba de un día especial que se tenía en cuenta en sus creencias y formas de vida. Especialmente, si nos centramos en el eje imaginario que conforman los yacimientos arqueológicos del cerro del castillo de Guardamar, del Cabezo del Lucero en el mismo municipio y el Cabezo Soler, situado en el término municipal de Rojales. Tanto es así que un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuyo autor es César Esteban, del Instituto de Astrofísica de Canarias que “existe una posible relación entre hechos astronómicos, elementos del paisaje y orientación de tumbas”. Un entramado, asegura, que de repetirse en otros lugares podría proporcionar nuevas claves para entender la organización del espacio ritual ibérico y quizás, aspectos de su cosmovisión (manera de ver e interpretar el mundo).
El científico explica en su estudio “Elementos astronómicos en el mundo religioso y funerario ibérico” que la necrópolis o cementerio ibérico del Cabezo del Lucero (siglos V al IV antes de Cristo) tiene un horizonte visible muy amplio, siendo el elemento más llamativo el cercano Cabezo Soler, que se encuentra situado al oeste, a una distancia de 1,5 kilómetros. Las mediciones realizadas por el investigador indican que el ocaso del sol en el equinocidio de verano se produce cerca de la cumbre de dicho cerro. Por otra parte, añade, su orto (cuando el sol atraviesa el plano del horizonte y pasa al hemisferio visible) se produce en el cerro del castillo de Guardamar donde se han encontrado evidencias de una santuario ibérico. Por ello califica de “especialmente llamativo que las tumbas del Cabezo del Lucero (ubicadas entre los dos puntos citados) se encuentren alineadas con el eje imaginario Cabezo Soler-Castillo de Guardamar que corresponde además con el orto-ocaso equinoccial.
El autor del estudio realizado en 16 yacimientos ibéricos de España explica que para el ser humano desde la más remota antigüedad
el ciclo solar anual regula el ciclo vegetativo de la naturaleza, por lo que la ordenación y previsión de las tareas agrícolas y ganaderas pasa necesariamente, por la familiarización con los movimientos periódicos del Sol sobre la bóveda celeste. Por ello considera tras su investigación que, la necesidad de un calendario “no obedece sólo a razones fundamentales para la supervivencia de una sociedad sino también a razones religiosas y rituales y como herramienta de demostración de poder y de control de la naturaleza por parte de las jerarquías políticas y religiosas. Y concluye por ello que es probable que si los aspectos astrales formaron parte del mundo religioso y ritual ibérico, “estos se incluyen de alguna forma en el diseño de sus construcciones religiosas y funerarias” como el caso del cerro del castillo de Guardamar, el Cabezo del Lucero y el Cabezo Soler.