LA AZUCENA DE MAR: ¿POLINIZACIÓN DIRECTA, O CRUZADA?. Rafael Moñino Pérez
LA AZUCENA DE MAR: ¿POLINIZACIÓN DIRECTA, O CRUZADA?
TEXTO Y FOTOS. RAFAEL MOÑINO PÉREZ
Por este nombre, azucena de mar, es la más conocida, entre otros comunes, la planta Pancratium maritimum, cuyas flores exhalan un perfume especialmente agradable, la cual florece, en verano, en las costas y dunas de toda el área mediterránea y también en las atlánticas de la península ibérica. Botánicamente pertenece a la familia de las amarilidáceas, la misma que acoge a nuestros populares ajos y cebollas. Sus semillas tienen la misma forma y color que las de la cebolla, pero con un volumen cuatro o cinco veces mayor, y, como ella, se reproduce tanto por semilla como por bulbos. Tienen las semillas de azucena la particularidad de flotar en el agua, por lo que las corrientes y vientos marinos pueden transportarlas a largas distancias, lo que explica en cierto modo su dispersión y presencia en la mayoría de playas y dunas. Es fácil de cultivar en jardines y macetas con cualquier tipo de suelos, siendo preferentes los arenosos y franco-arenosos; poco exigente en agua, aguanta bien la sequía, pero el exceso de riegos puede pudrir los bulbos y dejar la tierra contaminada por los microorganismos causantes de la pudrición, lo que obliga, si queremos seguir cultivándola en el mismo lugar, a cambiar la tierra contaminada por otra nueva, o a desinfectarla adecuadamente.
El porqué de estas líneas e ilustraciones anejas es dar a conocer los resultados de la modesta investigación propia llevada a cabo, motivada primero por un hecho fortuito, y después por lo leído sobre diversas opiniones relativas a la polinización de esta planta. En WIKIPEDIA y en NATUSFERA (la una ha copiado literalmente a la otra) se afirma rotundamente: “Esta flor solo puede ser fértil con polinización cruzada”. Igualmente, en el texto de ESPORES.ORG, bajo el título Paseando por las dunas de El Saler (Valencia), se dice que “la polinización ha de ser necesariamente cruzada porque el polen de una flor no puede fecundar los óvulos de la misma flor”, y también añade que esta función depende de la polilla Agrius convolvuli. Las tres fuentes informativas (que en realidad son sólo dos porque NATUSFERA y WIKIPEDIA son textualmente lo mismo) coinciden en afirmar que la planta es exógama, si bien, lo dicho por ESPORES.ORG aseverando cuál ha de ser el sistema de polinización de esta planta como resultado de ir paseando por su hábitat, resulta bastante superficial.
Existe además una tesis doctoral sobre el tema a cargo de la científica Mónica Medrano Martínez, fechada en 1999 en la Universidad de Santiago de Compostela y llevada a cabo en el Parque Natural del complejo dunar de Corrubedo, y también un trabajo de la misma Medrano y otros publicado en FLORA (volumen 194, pags. 13-19. 1999), que son complementarios, y, a mi juicio, más ilustrativos, pues en el resumen de la tesis se dice que en el Pancratium maritimum “parece haberse producido un cambio en el sistema de reproducción sexual en las poblaciones periféricas de su rango de distribución, ya que la autora encuentra que predominantemente es autógama, a diferencia de las poblaciones mediterráneas, que ocupan el centro de su área de distribución, donde al parecer es xenógama. O sea que, en Galicia es predominantemente autógama (polinización directa), y en el Mediterráneo, al parecer, xenógama (polinización cruzada), como afirman las otras fuentes citadas.
En lo publicado en FLORA se amplía lo citado en el párrafo anterior sobre el cambio en el sistema de reproducción sexual en las poblaciones periféricas, pues se citan específicamente lugares confinados como Malta, Creta, Lampedusa, Córcega y Lavonara, apuntando que en sitios así, donde la población de plantas es pequeña por la segregación geográfica y la fragmentación del hábitat, predomina la autogamia como principal sistema de reproducción (esta sería -pienso yo- una respuesta de la planta a estudiar bajo puntos de vista epigenéticos). También se habla de diversidad genética en Túnez; y de un estudio en Israel, donde se encontró que las plantas eran autoincompatibles.
Resumidamente, de la precedente información consultada se desprende que los sistemas reproductivos de las poblaciones de azucena de mar evolucionan rápidamente, y eso explicaría el motivo de su diversidad. Y también -y en esto coinciden todas las fuentes-, que las que pueblan las playas y dunas mediterráneas, entre ellas las españolas, deben ser tan autoincompatibles como las israelitas, y necesitan, por ello, de la polinización cruzada para reproducirse sexualmente.
Pero en esto último, que es también el principal motivo de dar a conocer el presente trabajo, no estoy de acuerdo porque mi experiencia personal dice lo contrario; y es, además, demostrable, como se verá a continuación.
LA EXPERIENCIA PERSONAL
He cultivado esta planta durante casi 40 años en el balcón de mi domicilio en Villena, primero en una maceta de mediano tamaño colocada sobre la tierra de un amplio macetero de obra, al que acabó colonizando con el tiempo. Su origen fue un bulbo de regular tamaño que me regaló mi amigo David Espinosa Domenech, gran aficionado a la Botánica, ya fallecido. Este bulbo, según dijo, lo arrancó precisamente de las dunas de El Saler después de cavar bastante por lo profundo que estaba. Floreció abundantemente cada año, y se reprodujo deprisa mediante bulbos y semillas, aunque éstas no fueron tan importantes para su expansión como los bulbos. No me preocupó su sistema de reproducción sexual; me era indiferente; olían bien sus flores, y eso bastaba. Observé algunas veces, por casualidad, la clase de insectos que las visitaban, que no fueron muchos: pocas abejas, algún abejorro común (Bombus terrestris), avispas, rara vez algún sírfido, y tan sólo en una ocasión vi revolotear sobre ellas un ejemplar de esfíngido de la vid (Celerio lineata), viejo conocido mío de tiempos atrás en los viñedos villenenses, pues hubo un año -creo recordar que mediaba la década de los 70- que proliferó tanto que se constituyó en plaga y hubo que combatir sus orugas con insecticidas en algunas viñas.
Pero un hecho circunstancial ocurrido en Callosa de Segura, donde he vivido los últimos años, me movió a tomar la decisión de averiguar el sistema reproductivo de la azucena de mar. Tenía en el balcón, a mediados de Julio de 2023, dos ejemplares de esta planta, uno en cada maceta de pequeño tamaño, procedentes ambos de semillas obtenidas de la de Villena, en una de las cuales, la única de las dos en florecer ese año, ya apuntaba el tallo floral. Como pensaba pasar el verano en Villena, trasladé las macetas al interior de una habitación acristalada y las regué en abundancia para que aguantaran hasta que volviera a verlas unas tres semanas después, como así ocurrió, viendo entonces que la maceta floreciente había rebasado la fase de floración y estaba engrosando los ovarios. Volví a regarlas, y en una de las siguientes visitas recogí las semillas producidas, de las cuales sembré unas pocas en dos pequeñas macetas, donde nacieron en dos semanas, y cuyo desarrollo es normal hasta hoy.
El caso estaba claro, pero no del todo. Si floreciendo una sola planta en el interior se obtuvieron semillas, la fecundación tuvo que ser forzosamente autógama; pero existía la duda de que esto fuera realmente así, dado que tanto el cierre de la puerta del piso y la de acceso a la terraza interior, e igualmente el ajuste de las cristaleras de la habitación y resto de la casa no son totalmente herméticos, tal vez pudo haber rendijas y pequeños espacios por donde colarse algún insecto transportando polen ajeno, suponiendo, claro, que en la misma Callosa o en el cercano Cox hubiese algún balcón o jardín particular con esta clase de azucenas en floración para recogerlo, algo muy difícil, pero posible. Ante la duda, me planteé seriamente el reto de averiguar la verdad, aunque el proceso sería algo lento, pues me costaría esperar hasta el verano siguiente, pero daba igual, un año no es mucho: lo haría.
Así pues, a principios del pasado verano preparé dos redecillas de espesa malla para cubrir cada una de las macetas durante la floración (foto 1) y hacerlas inaccesibles a cualquier polinizador. Esta vez florecieron ambas plantas, pero la que lo hizo en 2023, algo más débil, solo dio una flor en 2024 (foto 2), de cuyo fruto abortó además uno de los tres lóculos, pero los dos restantes dieron semillas normalmente. La otra planta, más vigorosa, desarrolló tres flores, que cuajaron frutos y produjeron abundantes semillas (foto 3, donde se van ambas plantas).
Pero hay que señalar un detalle importante: Aunque en el tallo floral de las azucenas pueden formarse varias flores, como estas maduran escalonadamente, nunca coexisten en él dos flores abiertas con sus estigmas receptivos al polen, lo que obliga a que cuando una planta está totalmente aislada, cada flor depende sólo del polen de sus propias anteras para fecundarse, como ha sucedido en este caso (foto 4). Y pecando de insistencia, si para alguien quedara alguna duda sobre la autopolinización, véase que la planta de la foto 2, como se ha dicho antes, solo dio una flor y produjo semillas pese a fallar un tercio del fruto, que pudo ser por aborto o por no recibir polen en su estigma.
Resumiendo: No sé si el resto de plantas de azucena de mar de las costas mediterráneas, incluidas las nuestras desde Gerona a Cádiz, son exógamas como dicen las fuentes citadas más arriba, pero puedo afirmar que las que yo tengo procedentes de nuestra costa valenciana de El Saler son autógamas. Y si alguien quiere comprobarlo por su cuenta, puedo regalarle material vegetal para que se entretenga
Termino añadiendo unos datos prácticos que puede ser útiles a quien quiera reproducir esta planta por semillas en macetas: De las plantas nacidas, para asegurarse por si falla alguna, hay que dejar dos o tres por maceta y eliminar el resto, así como también los brotes de los bulbillos que vayan produciendo, que serán bastantes; y cuando los tallos de las plantas seleccionadas alcancen el grosor de un lápiz, déjese sólo un ejemplar en cada maceta y síganse eliminando los bulbillos que produzcan. De esta forma, las plantas solitarias se desarrollarán lo suficiente para reproducirse en un par de años. Por el contrario, si se las deja a su albedrío, y si además las macetas son pequeñas, se llenarán de plantas endebles y se puede perder la paciencia mientras pasan los años sin verlas florecer.
Para eliminar los bulbillos no es necesario remover la tierra; basta con tirar de las hojas que aparezcan, la cuales se romperán por su parte más débil, situada un par de centímetros bajo la superficie.