A algunos líderes del PP (también a algunos del PSOE) les ha faltado tiempo para trazar una línea recta entre Donald Trump y Podemos. Sin embargo, un análisis y una observación serena de la realidad de los hechos nos descubre en un simple juego de espejos que las semejanzas son, efectivamente, muy notorias… Sí, pero entre el Partido Popular y el programa del republicano Donald Trump. Si no tanto en las palabras y en los gestos, que a veces también, sí en las políticas, las que verdaderamente sirven para cambiar la vida de la gente. Aquí cuatro de estas semejanzas y similitudes que hacen de Mariano Rajoy un alumno aventajado de las políticas que anuncia el nuevo presidente de los EEUU. Veamos:
Sanidad. Una de las banderas de Donald Trump durante su larga travesía hasta la Casa Blanca ha sido y sigue siendo –aquí no ha habido desmarque entre el antes y el después- cargar contra el llamado ObamaCare, la reforma que ha permitido el acceso de unos 20 millones de ciudadanos al sistema sanitario de EEUU. La idea de Trump, remarcada en las horas siguientes a su victoria electoral como una de sus primeras medidas, es volver justo a la situación anterior y dejar en la práctica a esos 20 millones de personas sin cobertura sanitaria y en un limbo legal. ¿Tiene esto algo que ver con el PP?, nos podríamos preguntar. Sí. Y más bien bastante. En este punto, las similitudes no son solo con los programas sino con los hechos. Una de las primeras decisiones del Partido Popular de Mariano Rajoy nada más ganar las elecciones generales de diciembre de 2011 fue precisamente dejar a cerca de un millón de personas inmigrantes sin cobertura sanitaria. La excusa de entonces fue la crisis y la de un supuesto ahorro de poco más de 100 millones de euros, razones ambas que el tiempo y la realidad han demostrado ser falsas y que tenian más que ver con lo ideológico que con lo económico. Pero el daño ya está hecho. Tanto, que a día de hoy y pese a los reiterados anuncios de dar marcha atrás en aquella decisión con consecuencias de muertes por parte del anterior ministro de Sanidad,Alfonso Alonso, lo cierto es que el gobierno de Rajoy lo único que ha realmente llevado a cabo ha sido torpedear todo tipo de medidas y parches impulsados por las comunidades autónomas que han intentado buscar fórmulas que permitieran paliar esta desatención sanitaria a esta parte de la población residente en España que venía recibiendo hasta esas fecha su atención sanitaria con normalidad. Para lograr ahondar en esta “exclusión sanitaria” el PP ha utilizado todos los medios a su alcance, al punto que son, como es conocido, varios los recursos que han sido planteados –y ganados- en el Tribunal Constitucional contra estas decisiones de las comunidades autónomas que solo pretendian, ahora sí, volver en parte a la situación anterior.
Inmigración. Donald Trump quiere construir un muro en toda la frontera con México, muro que en el colmo del cinismo y la desfachatez pretende incluso que paguen los mejicanos, y cuyo objetivo aparente es dificultar la inmigración ilegal. También quiere Trump la deportación de unos 11 millones de residentes sin papeles, mayormente hispanos, que residen en EEUU y que desde el pasado día 8 de noviembre deben estar viendo todo esto como una auténtica pesadilla. Aquí, en este punto y con el PP al frente, la realidad es casi calcada. En primer lugar España no necesita construir un muro, ya tiene dos con las vallas de Ceuta y Melilla y con sus asesinas concertinas. Dos. A esta realidad podríamos unir las ilegales “devoluciones en caliente”, eufemismo de devoluciones ilegales, que casi han dejado de ser noticia de normalizadas que están. Tres. La existencia de los Cies (Centros de Internamiento para Extranjeros), lo más parecido a un cárcel sin control alguno, campan como setas por el territorio nacional y dejan claro que la legislación no se aplica igual a todos los seres humanos. Y, cuarto, España y el PP han hecho todo lo que han podido y más para incumplir su compromiso con la UE para acoger a 18.000 refugiados sirios de los varios millones que han salido huyendo del infierno de la guerra en su país. En abril pasado eran 16 los expedientes tramitados y a finales de septiembre eran ya ¡398! los refugiados que habían podido tramitar su situación en España. Vamos,casi casi como Trump.
Medio Ambiente. Trump es, todos lo sabemos, un confeso negacionista en el terreno medio ambiental. Tanto que se jacta de que el cambio climático no solo no supone amenaza alguna para el futuro del planeta, sino que el mismo seria solo consecuencia de una especie de conspiración china contra EE UU. Bajo esta premisa ha anunciado su desmarque de los Acuerdos del Clima de París y la retirada de las ayudas que su país tiene comprometidas con diferentes organismos internacionales encargados de los programas de estudio para luchar contra el cambio climático, en especial en la ONU. Y ya, en el paroxismo de esta posición negacionista, prevé un paulatino incremento en el uso de los recursos fósiles más contaminantes al tiempo que anuncia que pondrá coto a las ayudas a las energías renovables que han encontrado algún aliento bajo la presidencia de Obama. Aquí, la comparación Trump-Rajoy es también evidente. Tanto que casi no hace falta declararse formalmente negacionista del cambio climático para serlo por la vía de los hechos. Aunque, bien mirado, tampoco hace tanto tiempo que era el propio Rajoy quien mostraba en público su desacuerdo con quienes opinan que el cambio climático si es una de las granes amenazas a las que se enfrenta la humanidad. Rajoy, aquí, casi puede enviarle a Trump su plan de actuación con resultados operarativos. Y es que es cierto que más allá de las declaraciones contemporizadoras sobre el tema que han hecho algunos de nuestros gobernantes en estos cinco últimos años, parece claro que desde el punto de vista gubernamental somos unos campeones en la defensa del negacionismo climático por la vía de los decretos y las leyes impulsadas estos últimos años. El acceso del PP al gobierno supuso la práctica paralización del vasto plan de ayudas y subvenciones a la industria de las renovables que impulsó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero y que había permitido a este país tener una industria puntera en el terreno de las energías de futuro. La consecuencia práctica de estas políticas claramente negacionistas están ahí y se pueden medir. El cuadro resultante es un sector fotovoltaico en quiebra, miles de familias arruinadas, la destrucción de miles de puestos de trabajo en la industria de las renovables y una industria que ha pasado de ser referente en todo el mundo a quedar duramente dañada y con su futuro claramente comprometido pues el hueco que ha ido dejando España lo han ocupado otros países. Pero si las cifras pueden ser cuestionadas, no parece que puedan serlo sus consecuencias. Año tras año España ha aumentado sus emisiones de gases efecto invernadero, incumpliendo una y otra vez sus propios compromisos. Solo en 2015 España aumentó entre un 4 y 5% la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero. Pero si todo ello no fuera ya más que suficiente para certificar que Rajoy y su gobierno son alumnos aventajado de las doctrinas Trump y del negaciocismo del cambio climático, ahí esta como broche final esa legislación aberrante que no entiende nadie, ni aquí ni fuera, que ha impuesto el gobierno de Mariano Rajoy, el denominado “impuesto al sol”, y que está situado justo en las antípodas de las políticas públicas en materia energética que están impulsando dos países tan poco sospechosos como lo son Alemania y Dinamarca.
Sistema impositivo y fiscal. Aquí hay que reconocer que las diferencias entre el programa de Trump (bajada de impuestos, especialmente a los ricos, menor fiscalidad, para el capital, claro, etc) coincide en gran medida con lo que aparece de forma reiterada en los programas electorales del PP, aunque algo menos con lo legislado. Que no lo hayan podido llevar a cabo en el todo y asemejarse mucho más al Trump más neoliberal no ha sido por convencimiento propio y solo es consecuencia de las obligaciones del gobierno con la política económica y fiscal de ajuste y austeridad emanada desde las instituciones europeas, en especial tras el rescate del financiero español con más de cien mil millones. Pero, en todo caso, habría que reconocerle al PP el mérito de haberlo intentado. La amnistía fiscal que ha permitido blanquear grandes fortunas y cantidades de dinero opaco al fisco pagando solo un peaje de un 3% van claramente en la línea Trump. Y, como consecuencia de esta política fiscal favorecedora de las élites y del capital, ahí están las estadísticas. En un reciente estudio de Oxfam Internacional se concluye que España es el segundo país mas injusto tras Letonia de toda la Unión Europea, al tiempo que la brecha salarial no ha hecho más que aumentar. Estos mismos estudios señalan que al tiempo que aumentaban el número total de ricos y su riqueza –desde el comienzo de la crisis un 40% más hasta 2015, según diversos estudios- lo han hecho los pobres y la pobreza, creando una sociedad cada vez más dual. Seguramente este es también el sueño no confeso de Donald Trump, un logro que, según vaticinan ya muchos economistas, es muy posible que logre llevar a cabo si consigue implementar en EEUU su programa económico más extremo. En esto, reconozcámoslo, Rajoy también ha hecho de alumno adelantado.
De modo que sí, que cuando estos días oigamos de boca de voceros del PP (y algun@s del PSOE) que Donald Trump y Podemos son las dos caras de la misma moneda, la del populismo, y que ambos persiguen los mismos objetivos, bastaría con pararse a pensar un poquito entre la realidad y el deseo de estos cuatro grandes apartados: sanidad, inmigración, cambio climático y política fiscal. Quizás así consigamos separar un tanto el trigo dela paja y poder concluir que tampoco es para temer tanto al nuevo presidente de los EEUU Trump y sus políticas “populistas”. Al fin y al cabo aquí ya les llevamos cinco años de adelanto. Y estamos como estamos.