La artificial “guerra del agua” sigue sin poner sobre las mesa las “100.000 hectáreas” de riego ilegales en la cuenca del Segura o lo que es lo mismo, cuatro veces la superficie de la huerta de la Vega Baja
“Ni enchufándoles de forma directa el Ebro, tienen agua suficiente” dicen muchos
agricultores de la huerta tradicional refiriéndose a determinados sectores de regantes del Acueducto Tajo-Segura. Las relaciones entre el nuevo regadío del trasvase y la huerta tradicional son cordiales pero enfrentadas desde el mismo momento que comenzó a funcionar el Tajo-Segura. Se trata de una guerra perenne entre dos formas de administrar y entender la agricultura. Desde el minuto 1 de la entrada en funcionamiento del trasvase, el regadío tradicional comenzó a tener problemas con el agua, al recibir cada vez menos.
El último episodio de este enfrentamiento secular se produjo hace unos meses cuando los nuevos regadíos intentaron comprar el agua del tradicional apoyándose en el decreto de Sequía de Gobierno Central. Esta situación sí es una guerra del agua, ignorada por muchos porque no interesa. En el azud de Ojos se mezcla toda el agua circulante por el río Segura y desaparece o mejor dicho se desvía hacia los nuevos regadíos. Aquí acaba el río, dicen muchos.
Dentro de este guerra existe otra, la que ocupa páginas y páginas de periódicos y reportajes de televisión y radio. Es la que actualmente está en el candelero al pedir el Gobierno de Castilla-La Mancha, al Ministerio de Agricultura que cesen de manera inmediata los trasvases desde la cabecera del Tajo al Levante. La polémica este servida de nuevo porque a muchos le interesa.
Pero si el caso del enfrentamiento público de nuevos regadíos-huerta tradicional es ignorado y no ocupa el tiempo ni el espacio de los medios de comunicación, todavía menos interesa hablar del robo del agua del río Segura, ni de sus efectos ambientales. Menos aún de las miles de hectáreas roturadas en terrenos del trasvase, extremo negado continuamente por determinadas administraciones.
Nadie pone en cuestión los beneficios económicos que aportan los terrenos del trasvase-Tajo Segura ni lo miles de puestos de trabajo que crean. La huerta tradicional también. Pero no se trata de eso. Se trata de otras cuestiones que determinados sectores económicos y políticos pretenden ignorar y evitar su debate público como es la inmensidad de terrenos que han sido puestos en regadío sin tener dotaciones de agua y que sin embargo riegan.
Un informe de Greenpeace titulado “El negocio del agua en el Segura” califica la cuenca del Segura como “paradigma de la mala gestión del agua (robo de agua, sobreexplotación, …).
Sobre el trasvase Tajo-Segura indica que generó tales expectativas que se crearon casi el doble de regadíos de los que el trasvase podía soportar. “Cuando el agua comenzó a llegar del Tajo, las necesidades de agua de la cuenca se habían multiplicado exponencialmente y la necesidad de agua era mucho mayor que antes del trasvase”. Por ello añade el documento que la demanda de agua eran tan grande frente a los recursos disponibles que se comenzó a decir que la cuenca del Segura tenía un “déficit estructural”, un término propagandístico que confunde a la opinión pública.
ADENA /WWF habla en otro informe de “descontrol en la cuenca del Segura”. Y aporta un dato muy significativo: “Desde el 31 de diciembre de 1986, la Confederación Hidrográfica del Segura no puede otorgar nuevas concesiones de agua”. A pesar de esta prohibición, se estima que en los últimos 20 años se han puesto en regadío cerca de 100.000 nuevas hectáreas o lo que es lo mismo, cuatro veces la superficie de la huerta tradicional de la Vega Baja.
Esta superficie supone un consumo de agua de unos 400 hm3 anuales, que se suman al déficit estructural que sufre la cuenca. El regadío ilegal en algunos casos se asienta sobre espacios protegidos – incluido sobre zonas declaradas como Lugares de Importancia Comunitaria y Zonas de Especial Protección para las Aves – cuyas roturaciones ilegales han sido denunciadas repetidamente por la Guardia Civil, los Agentes Forestales, plataformas ciudadanas y grupos ecologistas.
Ecologistas en Acción de Murcia señala en un documento que el verdadero problema de la Región de Murcia y la cuenca del Segura no es la sequía climática sino crecimiento insostenible del regadío ya que al margen de la mayor o menor abundancia de lluvias, la demanda de agua para riego asciende a más del doble de todos los recursos hídricos disponibles. Esta demanda tan desorbitada, se añade, se debe al continuo incremento de nuevos regadíos ilegales, los cuales se han creado incluso durante los peores años del pasado periodo de sequía.
Explica el colectivo que la superficie ilegal se ha creado y se continúan creando al margen de toda la legislación vigente en materia de aguas y de medio ambiente. De hecho, distintas leyes y decretos estatales desde 1985 hasta ahora han dejando cada vez más claro la imposibilidad de ampliar legalmente el regadío en la Cuenca del Segura, y definitivamente el Plan Hidrológico de la cuenca, aprobado 1998 prohíbe de forma taxativa cualquier creación de nuevos regadíos. A pesar de todo ello, los regadíos ilegales siguen apareciendo por toda la Región de Murcia al mismo ritmo que antes de la aprobación del Plan Hidrológico de cuenca.
El documento va más allá y apunta a que la inmensa mayoría de estos nuevos regadíos ilegales los han realizado y continúan realizando grandes empresas y capitales ligados al agronegocio y a otras grandes operaciones comerciales, inmobiliarias o especulativas ajenas al mundo de la agricultura familiar o al tejido agrario con mayor interés social.
De hecho, buena parte de los propietarios de estos nuevos regadíos tienen intereses inmobiliarios en la costa o se dedican a actividades que nada tienen que ver con la agricultura. Claramente, las nuevas roturaciones y regadíos ilegales constituyen también una lucrativa operación para el lavado de dinero negro ante la llegada del euro. Es imprescindible diferenciar estas actividades especulativas, de alto impacto ambiental y social, realizadas al margen de la legislación vigente y que benefician a grandes capitales de la realidad del sector agrario de interés más social o vinculado a la agricultura familiar, sector que en nada es beneficiado por estos grandes regadíos ilegales y operaciones especulativas según los ecologistas que calculan la superficie de nuevos regadíos ilegales en unas 75.000 hectáreas.
Y denuncia en este sentido un hecho muy preocupante: “ A pesar de la clara ilegalidad de estos regadíos, y de los incumplimientos de la normativa vigente, ni la Confederación Hidrográfica del Segura ni el gobierno regional de Murcia han hecho nada para impedirlos, incluso en los casos en los que nos consta la existencia de denuncias interpuestas por el Servicio de Protección de la Naturaleza o por Ecologistas en Acción”.
Mientras no se tomen medidas hacia los regadíos ilegales “la guerra política del agua del agua” e interesada continuará entre comunidades autónomas. Muchos esgrimen la palabra solidaridad para pedir agua y más agua. Pero, ¿ se puede tener solidaridad hacia lo ilegal”