El próximo jueves, a las 20 h en San Juan de Dios, se inaugura la exposición “Símbolos, mitos y juegos”, con la que José Ignacio Nato Muzas celebra 50 años dedicados a la creación artística con un recorrido antológico que incluye obras fechadas entre 1965 y 2015.
Si tuviera que elegir tres términos que definiesen el quehacer artístico de este autor serían, sin duda: belleza, compromiso y cultura. No seré yo la que se atreva a definir qué es el arte, pero sí quiero reivindicar ese sentido primigenio que revela la etimología. Y es que estética deriva del griego “aisthetiké” y tiene que ver con la sensibilidad, con la exaltación del espíritu que nos provoca la belleza y esa es la experiencia inmediata que a mí me despiertan las obras de Nato Muzas en las que la armonía de las formas y el virtuosismo cromático garantizan esa conmoción mental a la que arte siempre debería aspirar.
Si he señalado en segundo lugar el término compromiso es porque Nato Muzas siempre ha considerado que el arte es, como diría Gabriel Celaya, “un arma cargada de futuro”. Y lo ha demostrado los últimos 30 años enfocando su carrera profesional en el área del Arte y la Creatividad de las personas con minusvalía, realizando multitud de programas, fundando talleres en Alcorcón, Tenerife, Leiria (Portugal), Mostar (Bosnia) o Aljarvir, organizando Centros, exposiciones, cursos de formación de formadores o alentando publicaciones. Cultura es el tercer rasgo sobresaliente en las obras de José Ignacio Nato Muzas que son, en muchos casos, interpretaciones de textos clásicos, desde el Apocalipsis de San Juan (en “El árbol de las 12 cosechas”) a la “Metamorfosis” de Ovidio (en “Dafne). En cualquier caso, el protagonismo indiscutible de esta muestra recae en el árbol y así lo revela el propio título de muchas de las obras: “Árbol de Colidrí”, “Árbol de Asur”, “Árbol del amor en la isla de Cítera”, “Árbol invertido”. Y es que el árbol tiene asociado un rico simbolismo en las distintas culturas como esencia del mundo, origen de la vida, origen del conocimiento, continua renovación de los ciclos o vínculo entre la tierra y el cielo.
Por lo demás, ésta es una exposición muy apropiada para hacer pedagogía del arte porque nos ofrece un impresionante ejercicio de maestría técnica puesto al servicio de una idea: el afán de trascendencia, de vuelo, de elevación sobre lo mundano para alcanzar lo inefable.