UNA CULTURA DE TODAS Y TODOS. Por Álvaro Belmonte de Egea,
Graduado en Bellas Artes e integrante de Cambiemos Orihuela
ORIHUELA 16-03-2015
Cuando hablamos de cultura en un municipio, y más en Orihuela, con sus luces y sus sombras, solemos pensarla como una suerte de actos ajenos que poco tienen que ver con nuestra vida diaria. Algo ajeno que se reparte a lo largo del año. En estos últimos años hemos podido ver que es posible tener una política cultural. Pero antes de entrar en las políticas:¿Nos hemos parado a preguntar a cerca de qué es la cultura?
Al pensar la cultura, de manera integral, entendemos que no se puede separar, esta,
de la sociedad. La cultura son nuestras acciones, nuestra manera de comportarnos,
relacionarnos entre nosotros y nuestro entorno. La cultura es cómo se vive en nuestros
barrios y cómo vivimos en comunidad. En definitiva, la cultura somos todas y somos todos.
Esta manera de entender las sociedades es lo que permite, a la cultura, tener ese carácter
integrador y de identidad con el que ofrecer a los de abajo la inclusión en el mundo de los
de arriba formando parte de un mismo todo. Pues cuando un pueblo pierde su identidad,
pierde su memoria.
Entonces, ¿qué es la cultura? Es lo que nos define, un elemento de todas y todos.
Decía Teddy Bautista, el que fuera presidente de la SGAE, hablando acerca del canon
digital, que “la cultura libre es comunismo”. No sé si el comunismo tiene algo que ver con la
cultura libre. Lo que sí se es que, con la excusa de la crisis, la mafia del Partido Popular ha
privatizado la cultura construyéndola al margen de la gente.
Molesta una cultura crítica que propicie un cambio de pensamiento contra la lógica actual.
Una lógica que convierte la educación y sanidad públicas en una mercancía en vez de en un
derecho, convirtiéndolas en privilegios. Y los privilegios, si no son para todos, se convierten
en injusticias. La calle está llena de maestros que quieren enseñar, y las aulas públicas llenas
de alumnos que necesitan más maestros.
Repensar nuestra cultura y hacer que las instituciones estén al servicio de esta es, sin
duda, una de las batallas que nos corresponde librar en este momento. Decía Walter
Benjamin, que “las revoluciones solo construyen el futuro cuando son capaces de recrear el
pasado y liberarlo de algún maleficio histórico”. Y en eso estamos, somos hijas e hijos de
una cultura que empieza a crecer en las calles y plazas, que ofrece soluciones y que está
dispuesta a convertir a Orihuela en un referente de cultura en vez de en un referente de
corrupción. Para cambiar Orihuela no basta sólo con un cambio en las políticas, sino también
en la forma en la que nos relacionamos y vivimos en sociedad.
Este Marzo Hernandiano es un buen marco para reflexionar y preguntarnos qué
cultura queremos, qué cultura nos merecemos y, sobre todo, qué cultura vamos a const ruir.