- Está visto que en esta ciudad, Alicante, no hay manera de encontrar un minuto de tranquilidad y sosiego. Y es que dice el nuevo primer edil, Miguel Valor, que le gusta trabajar rápido y que eso, reconoce el hombre, le lleva a cometer muchos errores. Bueno es reconocerlo, malo que sus traspiés acaben pagándolos la ciudad y sus gentes. El macrocentro comercial de Ikea no puede, no debería, ser fruto de un arrebato. Ni siquiera de un alcalde con prisas, aunque este se llame Miguel Valor.
Aquí algunas razones:
Tramitación express. Lleva un tiempo el Consell con la cantinela de que está obligado a tramitar la ATE (Actuación Territorial Integrada) de Enrique Ortiz and cía una vez presentada. Vale. Aceptemos el órdago, pero una cosa es tramitarla y otra muy distinta darle vía libre. ¿Tienen ellos opinión al respecto? Se supone que ellos, el Consell, no son miembros del consejo de administración del duopolio Ortiz-Ikea y de los bancos que acompañan el proyecto y que están -el Consell- donde están para defender el interés general. Bueno, quizás es mucho suponer, pero al menos había que decirlo.
Extrañas prisas. Y, también se supone, que en la toma de esa decisión, nada ni nadie puede obligar a la conselleria a pronunciarse a favor -o en contra- de un proyecto que en la ciudad despierta, como mínimo, una gran controversia, incluido como vemos estos días el propio Partido Popular. De modo que, tramitarla no significa necesariamente resolver el expediente antes de mayo y, menos aún, en sentido favorable a los promotores. Hay, seguro y si se quiere, recursos legales y admistrativos para, sin infringir leyes, salvaguardar este interés general. Pero nada de esto hemos oído hasta ahora. Solo evasivas que a nada ni a nadie comprometen. Mal asunto.
Reunión sospechosa. Dice también Miguel Valor que está que no duerme porque llevan días gestionando a toda prisa una reunión con responsables de Ikea y que esta se retrasa porque los dirigentes “vienen de Suecia”. ¿Con Ikea? Ikea, hasta donde sabemos, tiene firmado un contrato con Ortiz al que le habría adelantado una parte del dinero -ochenta y tantos millones- porque pensaban que el tema iría rodado gracias a la amistades peligrosas de Castedo y Ortiz. Salvo que el Ayuntamiento pretenda ahora puentear a Ortiz y llevar el tema a la casilla de salida, no sabe uno muy bien a cuento de qué y para qué es esta urgente reunión. ¿Le paga Ortiz dinero a Valor por intermediar con la multinacional sueca como al parecer hizo con los anteriores alcaldes y tratar de convencerles de que si acepta quitar unos cuantos metros de techo comercial todo irá rodado? ¿No es más bien esta una responsabilidad de quienes patrocinan la ATE? ¿Es el Ayuntamiento el que tiene que adaptarse a las exigencias de Ikea o Ikea a la planificación municipal? ¿Se ha reunido ya Valor con Ortiz para conocer del empresario cuál es la raya roja de su renuncia? ¿Se trata de esto? Suponíamos que Valor, que el alcalde, venía no solo a cambiar las formas si no también el fondo. No se trataba de pasar de meter Ikea en Rabasa con forceps y exabruptos a colocarla ahí con algo de vaselina, unas pocas buenas palabras y demasiadas prisas.
Momento complicado. Con todo lo dicho hasta aquí no parece, pues, que sea este momento, en plena precampaña electoral y con el PGOU metido en al cajón del olvido, para una tramitación express del citado proyecto y de cuyo resultado a buen seguro dependen en parte el futuro modelo de ciudad y miles de puestos de trabajo, no los que ellos dicen creará el complejo, sino los que a buen seguro pueden acabar destruyendo por el cierre del comercio tradicional y sus efectos colaterales en las seis grandes superficies comerciales existentes hoy día en la ciudad.
Pólvora electoral. Puede, al fin, que todo esto no sea más que propaganda electoral, fuegos de artificio para intentar recoger el voto “suelto” del 24M, y que el Partido Popular y Miguel Valor sepan de sobra que no hay tiempo material para estos trámites, pero que quieran convertir Ikea en el banderín de enganche de la campaña electoral del PP en la ciudad, sabedores como son que una gran parte de la ciudadanía va a encontrar dificultades para distinguir entre “uno” y “otro” Ikea. Entre la amenaza del macrocentro y el gran pelotazo y el Ikea que pocos cuestionan.
La ciudad de la sombras. Y ya para terminar, baste recordar lo que sucedió otra vez cuando un exalcalde, Luis Díaz Alperi, al que tampoco le acababan de salir los números electorales, se sacó de la manga, más o menos como ahora, un proyecto que ni él supo explicar en su presentación muy bien de qué iba aquello. Aquel monstruo acabó pariendo Ciudad de la Luz y hoy bien sabemos los cientos de millones de dinero tirados a la basura que aquellas prisas trajeron, los sueños rotos de muchas familias que supuso aquella improvisación. ¿Es esto lo que Valor quiere otra vez para Alicante? Convertir su paso por la Alcaldía que le ha tocado en suerte en sombras imborrables para el futuro de la ciudad.
De modo que si alguien pregunta estos días por Ikea, la respuesta más razonable, más sensata, podría ser algo así tan simple como: ¿Ikea? Sin prisas, por favor. En twitter @plopez58