Un provocativo eslogan muy coreado por algunas feministas viene a decir algo así como esto: “No metáis vuestras sotanas en nuestras vaginas”. Esta es, probablemente, el centro de gravedad y la consecuencia más probable de la segunda intentona del PP para reformar la actual y mal llamada Ley del Aborto en la actual legislatura. No solo quieren volver a meter las sotanas en las vaginas de las mujeres, ahora, además, les han puesto precio: quieren comerciar electoralmente con ellas, con las mujeres, especialmente con las más vulnerables.
Y es que los datos por mucho que se retuerzan son los que son. Del total de abortos practicados a mujeres menores en este país, niñas entre 16 y 17 años mayormente, el 85% de ellas lo hacen según diversos organismos ya de la mano de sus padres, madres y/o tutores, etc., y el resto, según estas mismas organizaciones, apenas suponen un centenar de casos.
Es contra ellas, contra ese centenar escaso de niñas es contra quienes pretende el PP hacer esta ley exprés, unas niñas que en su gran mayoría es muy probable que se vean forzadas a actuar así precisamente por los graves problemas en su entorno familiar, la violencia intrahogar, la desestructuración familiar, o, sencillamente, por razones de integrismo religioso, católico y/o islamista. Testimonios de menores de edad violadas y obligadas por sus progenitores a llevar a término el embarazo por razones de moral religiosa no son hoy y aquí historias de ciencia ficción, según vamos conociendo estos días.
Si Rajoy no tuvo empacho en acabar con la carrera de su ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallarón, por un mero cálculo electoral (losarriolas de turno así se lo aconsejaron), esta misma razón, la del cálculo electoral y la movilización del voto más integrista y conservador del país, es la que parece animar y justificar esta nueva contrarreforma en un año con numerosas paradas en las urnas.
El momento elegido y la debilidad electoral del propio PP en su flanco derecho en las encuestas así lo dejan ver. ¿Dónde quedan, entonces, los derechos de esas niñas en casos de aborto tras la reforma?, nos podemos preguntar. Dicen que en manos de un juez y un fiscal, lo cual no es sino, si cabe, otro contrasentido mayor, porque si para algo no se está en momentos como esos es precisamente para ir a ver lo que opina un juez o fiscal.
La consecuencia va a ser, y tampoco es necesario pensar mucho en ello, que estas mujeres/niñas van a acabar siendo doblemente víctimas. Primero, de un entorno familiar hostil en el que ya viven y, segundo, de unas instituciones que más que protegerlas, las culpabilizan y les cierran toda vía de salida a situaciones límite que muy posiblemente resolvía de forma equilibrada la actual legislación.
Decir como conclusión de todo lo anterior que quienes esto hacen y promueven, el Partido Popular y el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no solo pretenden, metafóricamente hablando, “volver a meter las sotanas en las vaginas de las mujeres”, sino que ahora además han incorporado al pack una grosera maquinita de contar votos. Es esta casi la única realidad que lo explica. Que sea a costa de este centenar escaso de víctimas sin rostro, mujeres menores de edad todas ellas y muy vulnerables, les debe parecer poca cosa a quienes tanto dolor han causado en los últimos años. En twitter@plopez58