Orihuela, “su Gran Ciudad”. Por ANTONIO ZAPATA, Alcalde accidental de Orihuela
ORIHUELA 17-11-2014
Cuando algún responsable político se enfrenta a un folio en blanco y comienza a escribir un artículo diciendo lo que le cuesta escribir esas líneas, en realidad está explicitando que le cuesta explicar las líneas maestras que dejó de escribir como concejal, para el caso que nos ocupa. O las actuaciones que no realizó, aunque la intención final es desviar la atención con insultos, en vez de dar cuenta de su gestión, de su no gestión o de su rápida gestión, dependiendo de qué o de quién hablemos.
En más de una ocasión he tenido que recordarle al señor David Costa que hace algo más tres años estaba gobernando con delegaciones y de aquellos polvos ahora tenemos estos lodos. El Centro Virtual Cervantes confirma que tal expresión significa que “la mayor parte de los males que se padecen son la consecuencia de descuidos, errores o desórdenes previos, e incluso de hechos aparentemente poco importantes.”
No hace falta que les recuerde los resultados del mandato de la Sra. Lorente y su equipo, empezando por la deuda económica y financiera que nos dejaron como herencia (más de 64 millones de euros), no hablemos tampoco de la adjudicación de la basuras que dio origen al famoso caso Brugal que tiene procesada a Mónica Lorente y en el que el Sr. Costa ha sido desimputado provisionalmente, una cuestión insólita tratándose nada más y nada menos que del Concejal de Contratación y del presidente de la mesa que decidió adjudicar el contrato a la UTE que supuestamente encabezaba Ángel Fenoll.
Eso por no hablar de que declarar desierto el concurso de Urbaser nos puede costar cerca de siete millones de euros del intento de modernización de la administración del Sr. Costa que nos costó unas cuantas decenas de miles de euros para no continuarlo. Y todo aliñado con la declaración de “Gran Ciudad” impresa en los camiones de la basura del adjudicatario: Orihuela Gran Ciudad, su gran ciudad, la de ellos, la de su padrino, la de quienes los financiaban, la de la corrupción. Esa es la representación del Sr. Costa y sus agregados, el Sr. Mancebo y el Sr. López Bas.
Me resulta también curioso que la Sra. Ferrando se atreva a descalificarme como abogado; ella, que precisamente se autocatalogó como la peor concejala de Turismo y Cultura cuando afirmó que Orihuela no le debía nada a Miguel Hernández. Ella, responsable de una gestión que ahora es objeto de una investigación judicial por su gestión del pabellón de la ciudad en Fitur.
Respecto a las manifestaciones sobre la adjudicación que hizo el PP de los chiringuitos en 2006, al Sr. Costa se le olvidó contestrar a lo que simplemente formulé como una pregunta: ¿Qué pacto tácito tenía el PP con el adjudicatario para haberle condonado un año tras otro el canon de Costas hasta el punto de que, según informes de intervención y Tesorería dos de esos años ya no se pueden cobrar porque han prescrito?
No soy yo quien manifiesta que se llegó a un acuerdo tácito o verbal con el Ayuntamiento de Orihuela para no cobrar el cano, fue la propia adjudicataria. No era yo el concejal de Contratación entre 2007 al 2011, era el Sr. Costa, y eso implicaba la vigilancia de los contratos y las concesiones. ¿O acaso está reconociendo que no estaba donde debía estar, o que estaba en otros polvos que le han traído muchos y muy diversos lodos?
Debería el PP dejar de lanzar preguntas al aire para intentar sembrar sospechas infundadas o culpabilizar a otros. Más bien debería rendir cuentas sobre esos casi 40 millones de pesetas (más de 230.000 euros) que se han perdido de los cánones de 2006 y 2007 que se debieron reclamar antes de pasar cuatro años desde que el Ayuntamiento se los pagó a Costas, pero no se hizo nunca por un supuesto acuerdo verbal con el PP hasta finalmente echamos del gobierno al CLR. ¿Lo tendrían también ellos?, me pregunto.
Ahora que piso los polvorientos suelos de la casa consistorial y del Ayuntamiento que dejaron en franca ruina, quiero evitar los lodos que generarían no poner en conocimiento de la fiscalía esos hechos, y, sobre todo, que Orihuela no se vea quebrantada otra vez más por la ineptitud de esta gente, y si beneficiada económica y moralmente como ciudad, para que Orihuela no siga siendo “su Gran Ciudad”, sino la de todos.