La Botánica, a través de su objeto de estudio, las plantas, nos depara a veces sorpresas en forma de curiosidades a poco que nos fijemos en nuestro entorno rural. La idea para escribir lo que sigue surgió de modo bastante vulgar, pues en una conversación intrascendente entre amigos, uno dijo respecto de un asunto: “Me importa un bledo”. Y otro añadió: “Y a mí un pimiento”. Yo no dije nada, pero a punto estuve de rematar la perorata añadiendo una higa a la lista vegetal que solemos oír incluyendo rábanos y pepinos tomados por su poco valor en conversaciones y dichos más o menos sentenciosos.
Doy por sentado que bastantes de los que lean esto y sean de estos contornos saben lo que es una higa, pero a los que no lo sepan empiezo por decirles que no me refiero al gesto de cerrar el puño enseñando el dedo pulgar como conjuro contra el mal de ojo, ni el dedo corazón -la vulgar peineta- en plan ofensivo-despectivo, y que tampoco es un higo hembra, sino que se trata del fruto de la chumbera o palera que no ha logrado diferenciarse totalmente en su forma del cladodio o pala donde nace, tomando así el aspecto de una forma híbrida entre fruto y pala.
Para entender por qué sucede esto hay que decir que la estructura de la pala o tallo de la chumbera es idéntica a la del fruto, y tanto es así que en algunas especies del género Opuntia al que pertenece la chumbera algunos tallos se forman por el nacimiento y la superposición de frutos sobre los del año anterior como los pisos de un edificio (ver foto), frutos que no son otra cosa que bayas con semillas, y que a diferencia de los de la chumbera no son comestibles. En la chumbera, los llamados cladodios planos o palas están perfectamente diferenciados en su origen y forma de los frutos, pero ello no evita que aparezcan, como se dice en el párrafo anterior, algunos individuos que comparten la forma de higo y de pala, por lo que el vulgo acabó bautizándolos como higas (ver foto).
No acaban aquí las curiosidades hablando de la chumbera y los cactus en general. Por su condición de plantas adaptadas a climas de extrema sequedad y grandes oscilaciones térmicas entre la noche y el día son las que mejor economizan el agua, pues constituyen auténticos depósitos de ella. Carentes de hojas por ser éstas insignificantes o haberse transformado en espinas, los tallos verdes son los encargados de la función clorofílica como las hojas de las plantas comunes, pero al revés que éstas no abren sus estomas durante las horas de insolación y calor para evitar la evaporación, sino que lo hacen por la noche para absorber anhídrido carbónico, el cual almacenan en sus células transformándolo previamente en ácido málico. Durante el día, como queda dicho, cierran los estomas y desdoblan el ácido málico en gas carbónico para realizar la fotosíntesis como las demás plantas.
Pido disculpas por descender aunque sea de modo elemental a estos detalles, pero pienso que se justifica por una circunstancia que conocen bien los pastores de cabras y ovejas aunque no sepan la causa, y es la de que cuando pastorean estos animales por terrenos donde existen chumberas el ganado no las come a primeras horas de la mañana, pero por la tarde las consume ávidamente. Ello se debe a que por la mañana las palas están muy cargadas de ácido málico y éste les comunica mal sabor, pero por la tarde casi todo el ácido se ha desdoblado y transformado en azúcares, y las palas se han vuelto dulces.