Se dice que la rueda fue uno de los grandes inventos de la humanidad. Nadie lo duda. La versatilidad de este sencillo artilugio, que en esencia no es más que una palanca de primer género de brazos iguales, y que su aplicación al desplazamiento de móviles tiene como resultado la prolongación del eje o punto de apoyo sobre la vertical del terreno en perfecto equilibrio, está presente en todas partes, y son raros los aparatos inventados por el hombre que prescindan de ella, ya sea en su forma lisa o dentada, ya como apoyo de transporte o formando parte de ingenios mecánicos más o menos complicados. Pero la humanidad se compone a su vez de muchas humanidades, y hay pueblos que han pasado, digamos que olímpicamente, de ella. De estos pueblos se dice, con cierta ligereza, que no conocían la rueda, lo cual no es cierto. Lo que ocurría es que no la utilizaban por que no era necesaria, pues hasta el más palurdo sabe que una piedra o un objeto pesado se puede cambiar de lugar tanto más fácil cuanto más redondo es, bien sea empujándolo con las manos o con la ayuda de una palanca, y de ahí a pensar e inventar la rueda, no hay más que un paso, y descendiendo en la escala zoológica muchísimos peldaños, hasta el humilde escarabajo pelotero nos da un ejemplo práctico de cómo se traslada el nido y la comida de su futura prole. Pero, díganme ustedes, sin los motores actuales, ¿para qué sirve un vehículo con ruedas en una zona palustre, pantanosa, boscosa, montañosa o nevada? Para nada. Y, ¿para qué sirve en el llano si no hay animales de tiro que arrastren el carromato? Pues ídem de lo mismo. Item más: Arrastrar un peso es más trabajoso que llevarlo a cuestas, y andar a cuatro patas más que con dos. Tal vez sea esa una de las causas por las cuales la humanidad adoptó el bipedismo, aparte de la facilidad para otear mejor la caza o el peligro a mayor altura sobre dos patas que con la cabeza a medio metro del suelo, si exceptuamos a la jirafa, que aún permaneciendo cuadrúpedo estiró sobremanera las vértebras cervicales y mira más alto que nadie entre los bichos caminantes.
Los indios norteamericanos no llegaron a domesticar el bisonte. Eran nómadas, y seguían la migración de las manadas, los cazaban y se los comían, pero no los transformaron en bueyes. En algunas películas del Oeste hemos visto los clásicos palos a ambos lados del caballo formando parihuelas de arrastre, que a campo traviesa producen los mismos altibajos que la rueda y no se necesita fabricarla. Nuestros propios labradores, antes de la aparición de los tractores han transportado alternativamente sus arados en el camino de ida y vuelta a la besana tanto sobre triángulos provistos de ruedas como sin ellas. Tiene una explicación sencilla: El triángulo con ruedas es cosa del herrero, y el sin ruedas es cosa suya, pues basta unir tres ramas de madera dura, de olivo, por ejemplo, para transportar el arado apoyando la reja y orejeras en su centro, y cuando la madera se desgasta se fabrica otro igual de barato. Los indios peruanos, colombianos, mejicanos, etc., tampoco la usaban, pero está demostrado que la conocían por que la aplicaban a los juguetes de sus hijos, y, en general para toda América, hasta que los españoles no les llevamos el caballo y otros equinos no vieron la necesidad de contar con la rueda. Aún así, Atahualpa Yupanqui, cantautor contemporáneo nuestro y más o menos descendiente directo de alguna de dichas etnias, dice en una de sus canciones que no le apetece engrasar los ejes de su carreta, por lo cual le llaman “abandonao”. Pues allá él con sus chirridos, que nadie nos autoriza a criticarle. Es más: Si se me apura diré que tiene razón, pues si sus antepasados se hubieran empeñado en sacarle partido a la rueda habrían acabado por inventar antes las industrias, las máquinas, la contaminación, la declaración de la renta y los altavoces para lo que llaman conciertos de lo que ahora dicen música moderna, pero, por fortuna, demostraron tener por la Naturaleza, el medio ambiente y el silencio todo el respeto que nos falta a nosotros.
Pero sigamos. Hasta alguna enciclopedia de medio pelo para jóvenes (La Sapiens, por ejemplo) afirma sin sonrojo que los egipcios no conocieron la rueda, invento que, según el texto, les llegó con los hicsos mil años después de la construcción de las pirámides. Hay que tener cara para publicar cosas así dirigidas a los jóvenes. Lo que quizá enseñaron los hicsos a los egipcios fue a construir carros de guerra, arma ofensiva que los romanos adoptaron después con ligeras variantes, pero asusta imaginar el traslado de tantos y tan pesados bloques de piedra para las pirámides y todo tipo de construcciones sin nada rodante sobre lo que transportar materiales tanto principales como secundarios.
Desprecio de la rueda. Algún caso relativamente moderno, y otros modernísimos, manifiestan ostentoso desprecio por la rueda como medio de transporte. Los nobles se hacían transportan en sillas de mano, o de palanquines en Oriente, a cargo de esclavos y lacayos, pese a que los carruajes con asientos de cojines y amortiguadores de ballestas ya existían. Pero como los caminos no eran lo que ahora, preferían confiar sus huesos a la suavidad del paso acompasado de los criados, que sabían sortear mejor las anfractuosidades del terreno. En la actualidad, los costaleros procesionales son otro ejemplo, esta vez fastuoso, de transporte a hombros de lo que se podría llevar con menos trabajo y mayor seguridad sobre ruedas.
VARIANTES DE LA RUEDA
Un objeto de tanta importancia no podía menos que tener variantes relacionadas con el uso, la forma o la definición, ya en sentido literal o figurado. Veamos algunos ejemplos:
De la fortuna: Tenida por inconstante y de lo más aleatorio. Solo apta para crédulos y supersticiosos.
De presos: También llamada de reconocimiento, en la que la víctima de un delito trata de identificar al culpable entre otros posibles autores. Para los feos y sin afeitar puede resultar fatal.
De prensa: Coloquio, por lo general, entre políticos y periodistas. Cada vez más raras en España, sobre todo si hay asuntos comprometedores por medio y se permite preguntar.
De molino: También llamadas muelas. Para moler toda clase de granos y hasta alguna dentadura de molinero despistado. Se dice de ellas que son lo menos adecuado para comulgar, pero hay gente para todo.
A la rueda, rueda: Estribillo que cantan los niños, y que el viento se lleva, según asegura la copla.
Vino de Rueda: Buenísimo, oiga, se lo recomiendo.
Catalina: Rueda omnipresente en relojes y molinos de viento. Por su importancia, también tiene nombre propio en el santoral cristiano.
Del pavo: Posición de las plumas de la cola de dicha ave para impresionar a las pavas e intimidar a otros pavos. La del pavo real es digna de ver, palabra.
Cuadrada: Está inventada, pero poco difundida por su escasa utilidad.
Rodillo. Tiene, a su vez, estas variantes:
a) De transporte.- Colocando varias unidades parece ser que los egipcios transportaban pacientemente sobre ellos los bloques de piedra para construir pirámides, o al menos así nos lo muestra el cine. Puede que sea cierto.
b) De cocina.- Instrumento para aplanar la masa de repostería casera. La tradición y los tebeos también lo pintan como arma contundente en manos de esposas y suegras. Sin comentarios.
c) Parlamentario.- Aplicado por las mayorías absolutas para chinchar a la oposición y, según los casos, impedir la investigación de lo que no convenga ser investigado. De lo más frecuente y usado, oiga.
Ruleta: Especie de lebrillo de madera o metálico que da vueltas con una bolita dentro. Cuando no está trucada puede ser un juego divertido, pero no se la aconsejo por que rara vez (o nunca) pierde la banca.
Cuadratura del círculo: Fórmula o ecuación matemática por descubrir, pero resuelta en la práctica (véase Cuadrada más arriba).