Sus manos han trenzado a lo largo de su vida decenas de kilómetros de fibra vegetal transformándolos en objetos útiles, de decoración… que son verdaderas obras de arte. Primero en su ciudad de nacimiento, Baza (Granada), y ahora, en Formentera del Segura donde reside desde hace unos 30 años. Antonio Rodríguez de 74 años ha compaginado su labor de jornalero agrícola con la elaboración de objetos utilizando como materia prima el esparto, actividad a la que dedica actualmente parte de su tiempo, manteniendo uno de los oficios tradicionales prácticamente desaparecido.
Aprendió desde niño este oficio de su padre. El resultado de su trabajo estaba destinado para crear útiles agrícolas y ganaderos. Entre otros, “serrones” de carga para las “bestias” (burros, caballos) o “aguaeras” que se colocaban a lomos de los animales para transportar agua potable en recipientes cerámicos.
Acude con sus cestas de esparto a algún mercadillo de la Vega Baja, aunque normalmente suelo ubicarse en la redonda de la carretera que une Almoradí con Formentera del Segura. Allí, bajo una sombrilla de playa para protegerse del sol veraniego, despliega sus objetos de esparto ya elaborados. A la vez, sentado en una pequeña silla trenza la planta, utilizando el lugar como taller.
“Este trabajo se pierde; a los jóvenes ya no le interesa”, se queja sin parar de mover sus manos dando forma a la materia vegetal, a la vez que se lamenta de la mala calidad del esparto que recogió el pasado invierno en los montes de San Miguel de Salinas. “No ha llovido casi; el esparto ha crecido poco y las puntas son malas” explica Antonio Rodríguez.
Este artesano, de gran sabiduría popular, señala: “voy vendiendo algo, muy poco a poco”. Cestas de diferentes formas y capazos son los objetos que más trabaja. “Las piezas grandes no se venden” indica.
Sus clientes, relata, son casi todos turistas extranjeros. Españoles, alguno.
Para llegar al momento óptimo para trabajar manualmente el esparto, Antonio Rodríguez, debe recoger el esparto en invierno. Según la climatología, lo pone a secar más o menos tiempo. Un día antes de comenzar a trenzar lo moja para ablandarlo y poder trabajarlo mejor.