Castrum Altum publica el número 18 de Cuadernos de Historia de Catral dedicado a la ermita de Santa Águeda con motivo de la nueva edición de la festividad religiosa
CATRAL 02-02-214
ALGUNOS DATOS SOBRE SANTA ÁGUEDA
23 julio, 2013 by juanperez
La Conselleria de Economía, Industria, Turismo y Empleo ha otorgado la declaración de Fiesta de Interés Turístico Provincial de la Comunidad Valenciana a las celebraciones de la “Romería de Santa Águeda” de Catral (Alicante), según publica hoy el Diario Oficial de la Comunitat Valenciana (DOCV).
Esta declaración se ha otorgado en el marco del Decreto 119/2006 del Consell, por el que se regulan las Declaraciones de Fiestas, Itinerarios, Publicaciones y Obras Audiovisuales de Interés Turístico de la Comunitat Valenciana.
La Romería de Santa Águeda de Catral constituye una de las celebraciones más reconocidas de la Vega Baja con una importante participación de vecinos y visitantes; se celebra todos los años durante los días 4 y 5 de febrero.
La devoción en Catral a Santa Águeda, mártir siciliana, es muy antigua. Se dice que fue introducida por la Orden de Santiago en el año 1255, aunque los primeros documentos que hacen referencia a la imagen y a la Ermita datan de 1684. La Ermita de la Santa, a orillas de la acequia Mayor, se encuentra en el barrio de Santa Águeda.
La fiesta comienza el día 4 de febrero cuando la Santa es trasladada ante una gran multitud de devotos que han hecho promesas hasta el templo parroquial de los Santos Juanes, en donde pernocta para salir el día 5 de febrero, después de una misa solemne y acompañada por las autoridades, en romería hasta su ermita.
Fruto de esta tradición es la parte más lúdica de la fiesta que transforma la plaza de la ermita de la santa de Catral cada 5 de febrero en un zoco ferial donde los vecinos y visitantes pueden comprar las típicas bolicas de Santa Águeda, y todo tipo de chucherías y golosinas, de las que, sin duda alguna, el rey es el turrón.
La forma peculiar de comprar se llama la pesá, que consiste en un paquete de dulces de todas clases y que se regala a una persona querida. Además se une a este ambiente festivo la disposición de atracciones de feria pensando en los más pequeños.
Santa Águeda es muy venerada tanto por los catralenses como por una multitud de gentes de toda la provincia que cada año son fieles a su cita con la Santa, quienes vienen a poner exvotos a “la Santa que fa miracles”. Por sus connotaciones específicas (enfermedad en los pechos) son las mujeres las que más suelen pedir a la Santa su protección e intersección, aunque también se le pide amparo a Santa Águeda para proteger y potenciar las faenas de la huerta.
Castrum Altum número 18 de Cuadernos de Historia de Catral
Ni su situación natural ni el desarrollo del culto a la santa de Catania en Catral cimentan, como se ha escrito, un hipotético enclave paleocristiano entre los siglos II-IV, lo que resulta una hipótesis absurda; es verdad que se trata de un lugar con un magnetismo especial para los catralenses y pueblos limítrofes, sobre todo los de habla valenciana, pero ello no fija ni por asomo su origen. Tampoco es serio especular sobre la arquitectura fantasiosa de esta Ermita hasta el siglo XVII. Las primeras noticias documentadas sobre la Ermita datan de 1690-1691, por la tentativa frustrada de don Ginés Juan Portillo y Soto, individuo de a clase de generosos y familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Murcia,vecino de Orihuela, de crear un “nuevo señorío alfonsino” en los almarjales de Catral, cercanos a la Ermita de la santa, en donde poseía propiedades. Esta Ermita, como amenazaba ruina, se derribó en 1757 y se decidió su reconstrucción. En 1773 se construyó el campanario y el reloj, en 1774 se pintó el retablo de la santa, el año 1776 se acabó la sacristía, y en 1779 concluyeron las obras de reconstrucción de la Ermita, aunque continuaron obras menores y arreglos puntuales; en 1780 se compró la campana de la torreta, realizada por el maestro campanero Antonio Pavón. La Ermita adquiere en su reconstrucción la forma de los edificios votivos, tan en boga en el barroco. Su interior era de planta circular con la cúpula de media naranja y camarín. (Dicha cúpula se derribó posteriormente, por su estado lamentable, a consecuencia del terremoto ocurrido el 21 de marzo de 1829). Exteriormente la Ermita tenía forma rectangular al adicionársele la nueva
sacristía en 1776. Posteriormente ha sufrido varias reformas muy poco afortunadas.
En 1798 el rey Carlos IV, inició un proceso de desamortización que trataba de crear una base social de apoyo a la monarquía liberal, ordenándose enajenar todos los “bienes raíces”. En 1802, el Obispado de Orihuela autorizó la venta de bienes de la Obra Pía de Santa Águeda, “una casita y una tahúlla”, pero no incluyó la Ermita, que no estaba afectada por la desamortización; el Obispado, temiendo que el estado pudiera desamortizar esos bienes de la “Obra Pía”, decidió su venta pública con el fin de que los beneficios de la misma repercutieran en la Iglesia y no en el Estado. Así, en la antigua Contaduría de Hipotecas de Orihuela, en los asientos que hacen referencia a Catral, aparece una nota: “Escritura otorgada en la Villa de Catral, con fecha 24 y 27 de Julio de mil ochocientos dos, Josef Carratala vecino de la misma, como administrador nombrado por el Reverendo señor provisor de este Obispado de los bienes de la Obra Pía Santa Agueda,… dio en venta a Pedro Ñíguez5, una tahulla y casita contigua a la misma, situados en la
jurisdicción de dicha Villa, en precio de doscientas libras y cinco sueldos, moneda corriente, …precio a favor de Domingo Aguilar, quien… manifestó haber solo prestado el nombre, y que la cantidad que depositó lo fue propia del comprador Ñíguez…”
Así pues, Pedro Ñíguez compró la “Obra Pía” de Santa Águeda con la autorización del Obispado, pero no la Ermita, que nunca hubiera puesto en venta el Obispo Cebrián por las repercusiones sociales que hubiera podido generar en el barrio de Santa Águeda y en todo el municipio; la Ermita sólo se vendió cuando el Estado autorizó la venta de edificios religiosos a raíz de la desamortización de Mendizábal.A principios del siglo XIX, bajo la regencia de la reina María Cristina, su ministro Juan Álvarez de Mendizábal hizo efectiva la desamortización de bienes eclesiásticos en plenitud, y a partir de ese momento, entre todos los bienes que se pusieron a pública subasta fue precisamente uno de ellos, la “Ermita de Santa Águeda”, adquirida por el vecino inmediato, el mismo Pedro Ñíguez Gea “los Javielos”, pero con una peculiaridad muy singular.
Este comprador, en aras de su devoción a Santa Águeda, la cedió de nuevo a la Iglesia, pero con una condición, que realmente era anticanónica u opuesta a las disposiciones eclesiásticas en aquel momento, abrir una ventana desde su casa a la Ermita, para que desde ella se pudiese asistir a misa o a cualquier otro culto que se celebrase; esta ventana existe todavía como testimonio que da fe de esta realidad. Con esta acción se puso de manifiesto el amor de este hombre y su familia a la Santa al cederlo después a la iglesia; hoy la referencia catastral del edificio consta como titularidad del Obispado de Orihuela-Alicante, parcela de uso religioso (la Ermita) de 78 m2 de superficie, aunque hay que hacer la salvedad que el catastro no da la propiedad.
Puede decirse que Pedro Ñíguez Gea fue un hombre que no sólo debió ser rico, sino muy generoso y de mucha fe, sobre todo en Santa Águeda, a la que veneró durante toda su vida y la tuvo como protectora y santa de una devoción extrema. Cuando falleció de calenturas catarrales en 1843, fue sepultado con entierro general, es decir, con mucho lujo y asistencia de todos los curas a la casa del difunto. Y este mismo día se cantaron tres misas11 en la parroquia por el párroco don Antonio Sirvent y los dos vicarios adscritos en aquel momento a la parroquia. Tal amor tuvo a la santa que es merecedor de la creación del título honorífico de “Caballero” de Santa Águeda de Catral, que debía institucionalizarse en adelante.
CASTRUMCASTRUM ALTUM: PURA GUIRAU M. ● J. SAEZ C.© 2014